¿Has sentido en algún momento que las bendiciones de Dios no han tocado a tu puerta? ¿Te encuentras en una prueba tras otra? ¿Luchas con algún pecado de forma consistente? En ocasiones puedes verte como si estuvieras rodeada de un entorno de injusticias, competencia por resaltar, superación personal, desesperanza y situaciones que cargan tu corazón. Por tal razón, acompáñame a buscar refugio, al comprender la gran verdad de que nuestro Dios es, un Dios de Pactos.
Mientras manejaba de regreso a casa después de un largo día de trabajo, meditaba cómo mi Padre Celestial, en las últimas semanas ha tocado mi vida con distintas pruebas familiares, laborales y aun accidentes de los cuales, en Su misericordia me había guardado. A su vez, recordaba devocional tras devocional que había tenido en mi tiempo de comunión diario con el Señor a través del libro de Génesis. Me conmueve y me maravilla la fidelidad y misericordia de Dios con Sus hijos a pesar de las debilidades y tropiezos que estos hombres y mujeres tuvieron, y añadiendo las luchas de un entorno cargado de pecado y maldad. Te mencionaré varios ejemplos:
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Adán y Eva desobedecieron el mandato de Dios de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. En consecuencia, Dios los saca del huerto, más tuvo misericordia de ellos dándoles vestimenta, túnicas de pieles (Génesis 3:21). Esto resalta la misericordia y provisión de Dios, al no dejarles sin abrigo y proveerles, a pesar de haber estado en falta con Él. Así nos muestra que Su misericordia actúa a pesar de nosotros, por pura gracia.
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Caín, hijo de Adán y Eva, mata a su hermano Abel por su deseo de ser enaltecido y destacarse frente a Dios. Ante esta tragedia, Dios lo saca de esa tierra, más pone señal sobre él de que no lo matasen. Así Dios refleja Su justicia y misericordia (Génesis 4:14-15).
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Noé hombre justo delante de Dios frente a la maldad del pueblo, construye un arca en obediencia al mandato de Dios. Nuestro Señor le preserva a Él y su familia, durante el diluvio; haciendo un pacto de no destruir más la tierra con agua (Génesis 9:12-15).
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A Abraham le fue prometido por Dios una descendencia. Su esposa Sara, concebiría un hijo llamado Isaac. Sin embargo, Sara se reía de incredulidad al ver que el tiempo pasaba y era de edad avanzada y no concebía. En un deseo de tomar control de la situación, Sara le dio a Abraham a Agar, su criada, para que durmiera con Abraham y concibieran un hijo para la descendencia (Ismael). En el tiempo del Señor, siendo Sara una mujer en vejez, concibió y dio a Abraham un hijo, Isaac. Esto refleja que Dios cumple Sus promesas y que Su tiempo es distinto al nuestro. Pero al final, la Palabra de Dios siempre se cumple, a pesar de nuestra incredulidad.
La Palabra de Dios está llena de relatos, en los cuales los hijos de Dios se vieron rodeados de distintas situaciones y luchando contra pecados y debilidades. ¿Qué vemos en estos ejemplos? Desobediencia, incredulidad, pecado, ansiedad, temor. ¿Te resultan familiares? Mas, sin embargo, ¿cuál es el resultado siempre?, el poder de la gracia de Dios, Su perdón y misericordia para con Sus hijos. Además, nuestro Padre Celestial nunca ha cambiado y se mantiene mostrando Su bondad y misericordia a pesar de nosotras. Él ha sido el mismo ayer hoy y por siempre. “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8.
A través de la Palabra de Dios aprendemos a conocer Quien es nuestro Dios: Todopoderoso, Creador, Omnipresente, Soberano, Suficiente, Justo, Proveedor, Amoroso, Misericordioso, Bondadoso y Fiel. A su vez, mientras más Le conocemos, nuestra reacción y sentir frente a las pruebas y luchas de la vida tendrán un filtro distinto. La Palabra de Dios, es un pacto perpetuo con Sus hijos, haciéndose presente en la necesidad de tener un Salvador en nuestras vidas y un Padre Celestial que nos guarde bajo la sombra de Sus alas.
Amiga, déjame ser todavía más específica, y recordarte algunas de las hermosas promesas que encontramos al estudiar la Palabra de Dios:
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Nuestro Padre Celestial ha prometido darnos a Cristo para perdonar nuestros pecados, y encontrar plenitud y descanso en Él. - Filipenses 2:9
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Él ha prometido Su espíritu para abrir nuestros ojos a Su Verdad y poder entender Su Palabra, a medida que conocemos más de Él. – 2ª Timoteo 3:16
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Él ha prometido no desampararnos, y estar con nosotras todos los días de nuestra vida. - Mateo 28:19
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Él ha prometido llevar nuestras cargas. - Salmos 55:22
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Él ha prometido escuchar nuestras oraciones. – 1ª Juan 5:14
Si Dios ha respondido a esa oración anhelada, dale gracias por Su fidelidad. Si aún estas en tiempo de espera, luchando con debilidades o te encuentras en un contexto de pruebas, descansa en el Señor y en Su fidelidad al obrar en tu vida a través de esas situaciones. Si Dios no te ha sacado de ahí, descansa en Su plan, nada ocurre con despropósito. Recuerda que la rendición a Dios, implica auto-negación poniendo la voluntad de Dios por encima de la nuestra, aceptando que Su tiempo, Sus pensamientos y Su forma de obrar es mejor y más sabia que la nuestra.
Cuando tengas un día difícil, te encuentres al volante de tu auto y la luz del semáforo esté en rojo, mira al cielo y recuerda el arcoíris que sella la creación de Dios con Su pacto y confía que nuestro Padre Celestial nos sostendrá hasta el final.
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