La etapa de la adolescencia en mis hijos me tomó por sorpresa. Criar hijos pequeños fue muy cansado, pero, en muchas maneras, sencillo. Ellos necesitaban aprender a comer, caminar, ir al baño, leer, escribir, y obedecer. Cada día era un ciclo sinfín de hacer las mismas cosas. Entre tanto qué hacer, era muy difícil pensar más allá del “hoy”.
En un abrir y cerrar de ojos, tengo dos adolescentes y un pre-adolescente en mi hogar. Cambiamos carritos y trenes por celulares y computadoras. Cambiamos vestidos de princesa por planchas para el cabello. Cambiamos nuestro deseo de silencio (¡aunque solo sean 5 minutos!) por el deseo de que nos cuenten algo de lo que sienten y piensan. Y cada día estoy más convencida de una verdad central:
Dios es el único que puede obrar en el corazón de mis hijos. Por lo tanto, la oración es lo mejor que puedo hacer por ellos.
Pero ¿cómo orar por ellos? ¿Qué pido por ellos? Yo desconozco la voluntad precisa, el plan exacto, que Dios tiene para ellos. ¿Qué le pido?
En su preciosa Palabra, Dios nos dice exactamente lo que es su voluntad para cada uno de sus hijos. Entonces, si Él conoce a mis hijos, y conoce su plan para ellos, y es el único que puede obrar en ellos, ¡¿qué mejor fuente de petición que la misma Palabra?!
Te comparto algunas de las peticiones bíblicas que Dios ha puesto en mi corazón por mis hijos adolescentes. Puedes leer los versículos usando los pequeños enlaces que aparecen con cada petición. También te incluyo algunos de los pasajes de dónde estas peticiones fueron tomadas.
¡Llevemos a nuestros hijos ante el trono de la gracia y confiemos en el Único que puede transformar sus corazones!
- Que Jesús sea más atractivo para ellos que los cantantes y actores, que el sexo y el dinero, que la aceptación y aprobación de sus amigos (Sal. 1:1).
- Que experimenten la protección divina del Espíritu Santo. Que no sean víctimas del león rugiente que busca a quién devorar (1 P. 5:7-8).
- Que comprendan el verdadero amor y reconozcan quién es el verdadero amante de sus almas. Que no se conformen con el “amor” barato y egocéntrico que el mundo ofrece (1 Jn. 4:10; 1 Co. 13).
- Que la fe que hay en su corazón, tan poca que sea, llegue a ser una fe viva y verdadera. Que no sea una fe muerta que no va acompañada de obras. Que sus ojos estén puestos en el Autor y Consumador de esa fe (He. 12:2; Stg. 2:14-18).
- Que sepan que ellos no son el centro del universo. Que sean humillados ante la grandeza de Dios y reconozcan la enorme necesidad humana (1 P. 5:5-6).
- Que estén conscientes de su propio pecado y su posición delante de Dios. Que conozcan Su perdón y restauración, y que practiquen la confesión diaria de sus pecados (He. 12:1; 1 Jn. 1:9).
- Que no menosprecien la disciplina del Señor ni la de sus padres. Que no desmayen cuando sean reprendidos y corregidos, que entiendan que se les disciplina por amor (He. 12:5-11).
- Que se deleiten en la Palabra de Dios. Que ninguna de sus palabras se aparte de ellos. Que mediten en ella, y la obedezcan (Sal. 1:2).
- Que su futuro cónyuge sea protegido y guiado por Dios, salvo por su gracia y traído a los pies de Cristo diariamente (Ef. 1:17-18).
- Que hagan sus planes para el futuro a la luz de su destino eterno. Que inviertan en desarrollar habilidades y conocimientos que sean útiles para avanzar el reino de Jesucristo sobre esta Tierra (Sal. 1:6).
- Que Dios les conceda sabiduría y conocimiento de Él, alumbrando los ojos de su entendimiento (Ef. 1:17-18).
- Que sean como árboles plantados junto a corrientes de aguas, dando su fruto en su tiempo (Sal. 1:3).
Muchas de estas peticiones surgen de los siguientes pasajes, que te pueden servir para meditar y orar:
Salmo 1
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la silla de los escarnecedores,
sino que en la ley del Señor está su deleite,
y en su ley medita de día y de noche!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua,
que da su fruto a su tiempo,
y su hoja no se marchita;
en todo lo que hace, prospera.
No así los impíos,
que son como paja que se lleva el viento.
Por tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio,
ni los pecadores en la congregación de los justos.
Porque el Señor conoce el camino de los justos,
mas el camino de los impíos perecerá.
Efesios 1:15-19
Por esta razón también yo, habiendo oído de la fe en el Señor Jesús que hay entre vosotros, y de vuestro amor por todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones; pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de El. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder.
Hebreos 12:1-6
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón. Porque todavía, en vuestra lucha contra el pecado, no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre; además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mio, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Publicado originalmente en Palabra y Gracia. Adaptado con permiso.
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