A menudo asisto a reuniones de oración donde se presentan varias peticiones por sanidad física, finanzas, protección en viajes, promociones de trabajo. Por supuesto, queremos que se ore por estas cosas. Pero cuando vemos la Palabra de Dios más de cerca, ésta nos revelará otras formas de orar por amigos y familiares con más inspiración divina.
¿Es un diagnóstico de cáncer? Claro, la oración por sanidad física es necesaria, como también lo es, la oración por las hermosísimas bendiciones del Salmo 119:140: “Es muy pura tu palabra, y tu siervo la ama...”
Cuán rico es orar, “Señor, este cáncer está poniendo a prueba Tus promesas en la vida de mi amiga que está enferma, pero Tú eres fiel a cada promesa que le has hecho. Que Tu sierva ame Tus promesas durante este tiempo de prueba”.
¿Se trata de una necesidad financiera? Sí, hay que orar pidiendo el dinero que se necesita, pero también por las recompensas de Proverbios 15:17: “Mejor es un plato de legumbres donde hay amor, que buey engordado y odio con él.”
Qué estimulante orar, “Señor, la bendición financiera no es nuestro enfoque; Tu Palabra dice que debe ser el amor. Que aprendamos a vivir en lo poco si eso nos enseña a depender más de Ti, así como el uno del otro”.
Cuando oro por niños incapacitados intercedo con Mateo 19:14 en mi mente: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos”. En el versículo 15 se presenta a Jesús pasando tiernamente Su mano a cada niño.
"Señor Jesús," yo diría, "Tu corazón estaba atento a los niños mientras caminaste por esta tierra. Puedo imaginarme cómo despeinabas su pelo, cómo brincaban en tu rodilla, y cómo imponías Tus manos en sus cabezas para bendecirlos. Si Tu corazón se manifestaba de tal forma con los niños y niñas que iban a Ti, ¿cuánto más no se inclinará a la pequeña Jeanette que padece espina bífida o a Benjamín que tiene parálisis cerebral? Que en este día ellos sientan Tu mano de bendición sobre sus cabecitas.”
A menudo es bueno citar un pasaje completo, sustituyendo un pronombre, con el nombre de una persona. Colosenses 1:9–12 es un buen ejemplo de las Escrituras para orar por alguien:
Le ruego a Dios que Susan sea llena del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual. Para que ella pueda vivir como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra que realice y que crezca en el conocimiento de Dios; siendo fortalecida con todo poder según la potencia de Su gloria, para que obtenga toda perseverancia y paciencia, y con gozo dé gracias al Padre.
Recuerda, la Palabra de Dios está activa, viva y es poderosa. Las oraciones entretejidas en Su Palabra no solo traen cambios fundamentales en las personas y en las circunstancias, sino que también nos mantienen conectadas con las prioridades de Dios. Entretejer la Palabra de Dios en nuestras oraciones prioriza Sus propósitos en cada petición.
Fortalecimiento de Sus promesas
E.M. Bounds fue conocido por su extraordinaria vida de oración. Una vez testificó, “La Palabra de Dios es la piedra angular sobre la cual se apoya la palanca de la oración que mueve las cosas poderosamente. Dios se ha comprometido a Sí mismo, Su propósito y Su promesa a la oración. Su Palabra se convierte en la base, la inspiración de nuestra oración; hay circunstancias en las cuales, mediante oración insistente, obtenemos . . . que Sus promesas se fortalezcan”.
Nunca olvidaré una ocasión en la cual vi que “Sus promesas se fortalecieron” al orar las Escrituras. Fue a inicios de los años 80, no mucho tiempo después de que la luna de miel había terminado para unos recién casados: Ken y yo. Descubrí que mi nuevo esposo prefería pasar las noches de los lunes en frente de la televisión con papas fritas, salsa y la Liga Nacional de Fútbol (NFL por sus siglas en inglés) en lugar de ser mis manos para escribir mi estudio bíblico. ‘¡Qué horror!’ pensé, ‘¡no es un hombre de la Palabra!’.
Ansiaba cambiar a mi esposo, pero mis regaños y reprimendas solo empeoraron las cosas. Sintiéndome como una mártir, busqué ayuda en la Palabra de Dios y encontré este pasaje de Filipenses 2:3–4:
Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás...
¡Uf!, ésa soy yo, pensé. He querido que Ken cambie, solo por razones egoístas para que satisfaga mis expectativas. Y siendo honesta, no lo considero "más importante que yo misma." Siento que soy quién está en lo correcto. Siento que soy quién da la talla, espiritualmente hablando, no él.
Tuve convicción de pecado. Estos versículos me llevaron más lejos en mi oración a favor de mi esposo. Sinceramente quería obedecer la Palabra de Dios y tener humildad además de poder considerar a Ken como más importante que yo misma. ¿Cómo podía buscar sus intereses? Con rapidez, indagué en la Palabra hasta que encontré un pasaje perfecto para orar por mi esposo.
¿Quién subirá al monte del Señor?
¿Y quién podrá estar en su lugar santo?
El de manos limpias y corazón puro;
el que no ha alzado su alma a la falsedad,
ni jurado con engaño.
Ese recibirá bendición del Señor,
y justicia del Dios de su salvación.
Tal es la generación de los que le buscan,
de los que buscan tu rostro, como Jacob. (Selah)
Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
alzaos vosotras, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, fuerte y poderoso;
el Señor, poderoso en batalla.
(Sal. 24:3–8).
He pasado noches en nuestra cama, orando "Señor, Tú quieres que Ken esté en Tu lugar santo, que tenga manos limpias y corazón puro; ayúdalo a que presente su alma a Ti, y que reciba Tu bendición. Que busque Tu rostro. Abre las puertas del corazón de Ken a Ti, para que entres Tú, el Rey de la gloria. Señor dile que ¡Tú eres el Rey de la gloria, que vienes a gobernar su vida! Tú, el Señor, fuerte y poderoso; el Señor, poderoso en batalla”.
No puedo decirte cuántas veces oré de esta manera. Pero ahora, años más tarde, es evidente que Cristo está sentado en el trono del corazón de mi esposo (se encuentra en el proceso de memorizar el sermón del Monte completo. ¡En verdad, no fui yo quien lo impulsó a eso!). Algo también es real: Ken todavía mira el fútbol los lunes por la noche. Lo que ha cambiado es ¡que yo también lo miro! Y he encontrado otras “manos” que me ayudan a escribir mis estudios bíblicos en otras noches de la semana.
Hablemos el idioma de Cristo
Empecé a orar por mi esposo con el Salmo 24, pero Dios hizo mucho más. Él me cambió a mí. Fue, como diría E.M. Bounds "un fortalecimiento de Sus promesas." Estoy convencida de que todavía estamos viendo las repercusiones de esas oraciones. Porque estaban basadas en el Salmo 24 que está vivo, activo y es poderoso, trayendo cambios fundamentales en mí, donde era más importante que ocurrieran. Y también en mi esposo.
La Biblia es nuestro libro de oración, y seríamos negligentes si menospreciamos sus riquezas. Ella es la clave para encontrar la voluntad de Dios cuando oramos, dándonos equilibrio y significado. Allí abundan los temas admirables – la santidad, sabiduría, fidelidad, soberanía, amor y misericordia de Dios- todo lo cual embellece nuestras alabanzas, adorna nuestras intercesiones, entreteje nuestras peticiones, le da peso y significado a cada súplica.
Pero más que nada, usar la Palabra de Dios en oración es lo más cercano que podemos estar de la Palabra Viva, el Señor Jesús. Si oramos en Su nombre, hace sentido que hablemos Su idioma.
¿Cómo te ayuda a anteponer Sus promesas, el usar la Palabra como un modelo de oración? ¿Cuáles son algunos versículos que puedes usar para orar por alguien en tu vida o respecto a alguna situación que enfrentes?
Tomado del libro “Speaking God’s Language: How Scripture can add power to your prayers” de Joni Eareckson Tada (no disponible en español). Publicado originalmente en la revista Pray! (en español, ¡Ora!) derechos de autor 2006 por los Navegantes. Usado con permiso de Joni and Friends.
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