Hubo un tiempo en que fui una hija pródiga, estaba perdida, enojada, y batallando por encontrar mi identidad. Endurecida por fuera, pero profundamente herida por dentro. El dolor por las decisiones que tomé no solo me estaba destruyendo, sino creando una profunda aflicción dentro de nuestra familia y dañando mis relaciones con las personas que más me amaban.
Por la gracia de Dios, mis padres no se rindieron a pesar de lo tentador que debió haber sido en ocasiones. En su lugar, confiaron mi vida a Dios, oraron para que fuese quebrantada, y pelearon por mí con oraciones que Dios finalmente contestó.
Si estás criando un hijo o una hija aparentemente rebelde, endurecido de corazón, (por fuera o en su interior), te reto a levantar tus brazos, negarte a rendirte y con todas las fuerzas que el Señor te dé, pelear por su vida, esa batalla espiritual que ruge sobre ellos.
Te animo a orar estas tres oraciones sobre tus hijos pródigos.
1. Ora por un corazón quebrantado, sin importar el costo terrenal.
Resulta increíblemente difícil orar por algo más que no sea una vida libre de dolor, exitosa y cómoda para nuestros hijos. Pero como padres cristianos, el bien eterno más grande que podemos pedir para nuestros hijos es su salvación por encima de su felicidad terrenal o su comodidad. Tenemos que pelear por ellos en este mundo lleno de placeres temporales, autogratificación y límites confusos, confiando sus vidas a nuestro Señor, aun cuando el camino de salvación llegue a través del dolor.
Estoy eternamente agradecida de que mis padres me amaron lo suficiente como para orar que yo fuese quebrantada, con un quebrantamiento que llevaría a la sanidad.
Y mi camino de quebrantamiento casi me mata.
Después de una pérdida devastadora de mi identidad como atleta y del abuso oculto de mis compañeros, mi vida cayó en una espiral fuera de control. Busqué mi identidad y propósito en todo, menos en Jesús. Un patrón de autodestrucción que me llevó más y más profundo hacia la desesperación, anhelaba un escape de este mundo, lo cual finalmente me hizo aterrizar poniéndome bajo la protección de un hospital.
En un austero cuarto blanco de hospital, la decisión delante de mí era clara: quedar aplastada por el peso de mi pecado o dejar las piezas rotas de mi vida a Sus pies. Por su gracia, Él me llevó a mis rodillas y desde entonces, ha estado redimiendo las piezas rotas.
Solo tendremos el valor que se requiere para hacer una oración por quebrantamiento para nuestros hijos cuando nosotras mismas hayamos sido quebrantadas delante de Dios para confiar en Su amor por nuestros hijos y por nosotras. No es sino hasta que hemos rendido completamente nuestros hijos a Él que podemos orar: «Padre, sin importar el costo, usa lo que tengas que usar para salvar a mi hijo (a) de una eternidad lejos de ti».
2. Ora contra los planes del enemigo de tenerlos.
Se está librando una batalla por la vida de nuestros hijos. Tenemos que pelear por ellos, especialmente cuando la ceguera les impide pelear la batalla por ellos mismos.
Recuerdo a mi mamá contándome la historia de una ocasión cuando yo estaba de pie en la cocina con ella, enojada con el mundo y desquitándome con ella. Ella me miró y audazmente me dijo: «Estoy peleando por ti, y ¡no dejaré que Satanás tenga la victoria sobre tu vida!». Después de que ella habló estas palabras, caí al piso y estallé en llanto.
No tenemos garantía de la salvación de nuestros hijos ni del resultado que deseamos, pero sí podemos tener confianza en que Dios es fiel a Sus promesas y oye nuestras oraciones. Una de las mejores armas que Dios nos ha dado para pelear contra la atracción del mundo y las artimañas del enemigo sobre nuestros hijos es orar de la manera que Cristo lo hizo por Pedro: «Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle, y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos» (Lucas 22:31-32).
Aunque Pedro era un creyente y los hijos por los que estamos orando quizá no lo sean, aun así, podemos orar a Dios que rescate a nuestros hijos del poder de Satanás, les dé fe en Cristo, y use su vida para difundir el evangelio y fortalecer a otros creyentes.
3. Ora porciones específicas de las Escrituras sobre su vida.
Aunque tu hijo no quiera tener nada que ver con la verdad y odie oír la Palabra de Dios, eso no es impedimento para que ores las Escrituras a favor de tus hijos. Esta es otra arma poderosa que Dios les ha dado a los padres.
Mis padres oraban con frecuencia el Salmo 18:16-19 sobre mi vida: «Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo. Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, más el Señor fue mi sostén. También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí».
Cuánto me asombra mirar atrás y ver lo fiel que Dios ha sido en contestar esta oración. Me estaba ahogando en la autodestrucción, por el abuso de otros, por mi rebelión y dolor tan profundos para poder comprender en ese momento. Dios, en Su misericordia, me sacó de las muchas aguas, y me rescató de mi propia carne y los planes de Satanás para mí.
Ahí sentada en el cuarto de un hospital sin deseos de seguir viviendo, Dios me rescató, me sacó a lugar espacioso, y me mostró que se complacía en mí (a pesar de ser indigna). Él ha continuado siendo fiel a esta oración, sosteniéndome mientras atravieso aguas profundas y cargándome en medio de muchos días oscuros.
No importa lo lejos que tus hijos parezcan estar de Jesús o en qué camino se encuentren, puedes pelear por su vida con el arma poderosa de la Palabra de Dios.
El poder de la oración de los padres
La verdad es que, aunque debemos enseñar y educar a nuestros hijos y marcar límites correctos, no tenemos control sobre su corazón. Al final, solo Dios puede llenar su corazón con amor por Cristo y abrir sus ojos para que vean la belleza y la gloria de quién es Él.
Estoy aprendiéndolo con una perspectiva diferente, ya que ahora enfrento mis batallas con mis propios hijos, quienes con frecuencia me tientan a desesperarme. Pero no estamos sin ayuda, y nunca nos quedaremos sin esperanza. Nuestros hijos pueden ser jóvenes o adultos, puede que tengan un corazón sensible o uno de piedra; pero tenemos el poder de la oración, tenemos la Palabra viva de Dios y a un Dios soberano en quien podemos confiar.
A nuestro Padre Celestial le encanta tomar vidas aparentemente sin esperanza, como alguna vez lo fue la mía, y revelarse misericordioso y poderoso. Dale a tus hijos el regalo de tu oración, y confía en que Dios usará esto en la vida de ellos para Sus buenos propósitos, y en el proceso, estará transformándote y haciéndote crecer.
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