"¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro." Romanos 7: 24-25ª
Hace meses fui diagnosticada con un problema en mi hombro izquierdo. Mi primer intento, luego de ir al médico, fue hacer todo lo que estuviera a mi alcance para "solucionar" mi problema. Tenía dolor en el hombro y restricciones en mis movimientos, así que pensé: ´mientras más rápido me quite esto de encima, mejor´.
Para mi frustración, a pesar de mis esfuerzos, aunque había mejoría, ésta era muy leve y mi problema persistía. Mi primera reacción fue tender a desanimarme y "tirar la toalla". ¡Cuántas horas de terapia, cuánto dinero invertido! ¡Y no me sanaba!
Hasta que decidí hacer una búsqueda en Google sobre mi condición. Encontré algo que cambió mi perspectiva totalmente. Lo que me ocurría se trataba de un PROCESO. No saldría de mi problema de la noche a la mañana sino que iba a tomar tiempo. Continúo haciendo lo que tengo que hacer pero con un enfoque diferente. Mi carrera ahora es de resistencia, no de velocidad. Mi meta ya no es a corto plazo.
Quizás tú te parezcas a mí en esta actitud. Creo que muchas veces eso también describe cómo nos sentimos en nuestra vida cristiana. Queremos combatir el pecado y sus diversas manifestaciones en nuestro corazón.
Conocemos una serie de verdades que deben adornar nuestro caminar como hijas del Rey:tener un espíritu afable y apacible, tener diariamente tu tiempo de oración y lectura de la Palabra, ser gentil, someterte a tu marido, ser dulce con tus hijos, en resumen: modelar a Cristo.
Pero aunque tenemos toda la intención de reflejar al Señor en nuestro diario vivir, vemos una realidad, que aun queriendo hacer el bien, el mal está en nosotras. Aun con todo el deseo y la intención de ser como Cristo, ni siquiera hemos comenzado el día y caemos, fallamos. El pecado que mora en mí, hace guerra contra mi deseo de hacer el bien y deleitarme en la Ley de Dios.
Y al igual que me ocurría con mi hombro, sentimos frustración y nos desanimamos porque estamos esperando resultados instantáneos cuando se trata de un PROCESO que se va a llevar a cabo a través de toda nuestra vida.
Necesitamos recordarnos el Evangelio diariamente. Verdades que nos ayudarán a correr una carrera de resistencia y no de velocidad.
Debemos recordar que somos pecadoras. Si, sé que lo sabes, por eso viniste al Señor en confesión de tus pecados, y recibiste Su gracia y Su perdón. Entonces, ahora no trates de vivir una vida perfecta, porque no podrás. Solo uno vivió la vida perfecta, nuestro Señor Jesucristo.
Debemos reconocer que quienes viven con nosotras también son pecadores. En tu casa, en tu lugar de trabajo, en la iglesia…No esperes perfección de ningún ser humano, porque ninguno es perfecto.
Además de eso, recuerda, que todavía no hemos sido glorificados. Esta carrera terminará en gloria, pero aún no hemos llegado. Vamos a necesitar pedir perdón cada día y otorgarlo cuando sea necesario. Y Dios va a usar TODAS nuestras imperfecciones y caídas para mostrar Su gloria y Su poder y hacernos semejantes a Su Hijo.
Al igual que yo, no dejes de hacer lo que tienes que hacer, sigue corriendo la carrera pero cambia el enfoque.
Recuerda que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.
Además, no olvidemos que tenemos Su Palabra y la presencia de Cristo en nosotras a través de su Espíritu. Tenemos la ley del espíritu de vida en Cristo que nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Tenemos a nuestra disposición el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos.
Así que cobra ánimo, tú no puedes hacerlo sola, pero Cristo en ti ha prometido nunca dejarte ni desampararte. Vamos a caer, pero vamos a levantarnos. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedoras por medio de Aquél que nos amó.
Cada día Dios nos brinda una nueva oportunidad, corramos con los ojos puestos en Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe. ¡No te rindas! ¡El resultado está asegurado!
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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com
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