¿Alguna vez has luchado con emociones tan fuertes que sentías que iban a apoderarse de tu cuerpo? Me refiero a cuando comienzas a temblar o las manos comienzan a sudar y parece que lo que sientes es lo único en lo que puedes pensar.
Las emociones son algo maravilloso que el Señor nos ha dado para conectarnos con Él y con los demás. Nos permiten experimentar el mundo que nos rodea, tanto lo bueno como lo difícil, en formas que son exclusivas del diseño que Dios nos ha dado como seres hechos a Su imagen (Gén. 1:27). Pero estas emociones ahora han sido corrompidas por la caída y, en consecuencia, ha provocado que nuestro pecado busque tomar el control de ellas.
En un artículo anterior, «Manejando las emociones a través del lente bíblico», escribí sobre diferentes cosas que podemos hacer para no ser controladas por nuestras emociones. Pero quería ampliar ese artículo para darte algunas otras recomendaciones.
Ora en ese momento
Si te encuentras sintiendo que tu ira, tristeza, celos o ansiedad se están apoderando de ti y estás a punto de actuar según tus sentimientos, ora al Señor en voz alta o en silencio. Puede ser una súplica simple y corta, pero sincera como: «Señor, ayúdame». Cuando nos encontramos sin palabras para decir o posiblemente en una situación en la que no podemos hacer una oración larga, reconoce que una simple súplica puede ser expuesta delante de Dios. En primer lugar, te ayuda a dirigir tu corazón a Jesús y te ayuda a reconocer que no estás sola en lo que sientes (Dt. 31:6). En segundo lugar, muestra dependencia del Señor en lugar de depender de ti misma para no pecar tratando de hacerlo por tu cuenta (Prov. 3:5-6). En tercer lugar, ejercita los músculos de tu fe, confiando en que el Espíritu Santo está intercediendo por ti, incluso cuando no sabes qué decir (Ro. 8:26).
También hay otras hermanas que pueden orar por ti, así que no tengas miedo de enviar un mensaje de texto a alguien en quien confíes. No es necesario que les expliques la situación, el texto simplemente puede decir: «Estoy pasando por un momento difícil en este momento. Por favor, ora por mí». Ha habido ocasiones en las que he enviado esos mensajes de texto. Las mujeres piadosas a las que me contacté me enviaron sus oraciones por mensaje de audio, me llamaron o respondieron: «orando». Cualquiera que sea la respuesta, siempre ha alentado mi alma en el momento. Qué maravilloso es que en el cuerpo de Cristo podamos llevar las cargas los unos de los otros (Gál. 6:2; Stg. 5:16).
Enfócate en Dios a través de los versículos que has memorizado
En medio de una fuerte ola de emociones, debes encontrar la manera de volver tu mirada a Jesús (Heb. 1:2-3). Si no puedes alejarte de la situación, aquí es donde la memorización de las Escrituras puede ser tan valiosa. Una manera de quitar los ojos de ti misma y de la situación que está causando la emoción, es enfocarte en Dios a través de Su Palabra. Si actualmente estás memorizando un versículo o pasaje, repásalo en tu mente en ese momento si es posible. O si has memorizado algo en el pasado, repásalo de nuevo. No importa si el pasaje no está relacionado necesariamente con lo que está sucediendo, solo mantén tu mente en Jesús quien es la Palabra misma (Jn. 1:1).
Escucha las verdades de Dios
Si puedes alejarte de la situación, te animo a que escuches la Biblia en audio para saturar tu mente con la Verdad y disipar cualquier mentira que puedas estar pensando (Dwell Bible App o YouVersion son excelentes lugares para hacer esto). Otra gran herramienta es escuchar música de adoración que esté saturada de profundas verdades bíblicas. Esta puede ser una gran herramienta cuando te sientas cansada y necesites una manera de poner tus ojos en Jesús. Busca música cuyos autores tomen las Escrituras y las infundan en sus letras para que mantengas tu mente en Jesús en lugar de ti misma.
Hermana, sé que a veces las emociones pueden ser abrumadoras, pero recuerda que en Jesús es posible gobernar sobre tus emociones y no pecar. Ya no eres esclava de tus emociones, ¡has sido liberada en Cristo! Así que, camina en esta verdad liberadora:
«Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado» (Ro. 6:6-7).
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