Laura Doyle una autoproclamada feminista, pero interesantemente, luego de años de lucha en su matrimonio, ella trató un experimento que trajo mayor intimidad y satisfacción a su matrimonio. La página promocional de su libro lee "El principio que subyace en La Esposa Rendida es simple: El control que las mujeres ejercen en el trabajo y con los hijos debe quedarse fuera de la puerta delantera”[1]*
Aunque Doyle puede que no esté clara en sus conceptos, lo que descubrió no es una solución nueva para un viejo problema sino simplemente la aplicación del principio de la Palabra sobre la sumisión.
¿Te encoges cuando escuchas la palabra “S”? ¿Vienen a tu mente pensamientos de mujeres débiles mantenidas en cautiverio por reglas de hombres dominantes? Tristemente, la sumisión es muy mal entendida y a menudo mal aplicada. Antes de examinar la sumisión, veamos lo que no es:
La sumisión no es:
-Obediencia ciega a la autoridad.
-Dictadura totalitaria.
-Sufrir un trato abusivo silenciosamente.
-Vivir pisoteada como una alfombra
La sumisión es:
-Reconocer que Dios es nuestra autoridad.
-Rendir libremente nuestra voluntad a Él como nuestro Gobernante.
-Dejando de lado nuestra voluntad por la de Él.
-Vivir en la libertad que nos ofrece la obediencia.
En el Nuevo Testamento, la palabra traducida como “someterse” es un término militar que significa “organizarse en forma militar ante un comandante”. Ver la sumisión desde esa perspectiva, no discutiríamos la necesidad de que alguien llene el rol de “comandante” en el combate militar. ¡Imaginemos el caos si no existiera un líder reconocido!
La sumisión existe aun en la Divinidad. Cada miembro de la Trinidad es igual en esencia y valor. Pero además de esa igualdad, existe una diferencia de roles y funciones. El Hijo se somete a la voluntad y plan del Padre (ver Juan 5:30, 6:38), y por ese hecho de someterse no se hace menos Dios. No reduce Su valor en ninguna medida. Pero en un mundo que promueve la independencia, autoestima, y “buscar ser número uno”, la sumisión es vista como debilidad.
Efesios 5 nos da una descripción clara de la estructura de autoridad para el hogar. La esposa demuestra sumisión al Señor al reconocer y someterse a su esposo como cabeza espiritual del hogar. La relación entre la posición de la Iglesia de sumisión a Cristo se usa como un paralelo de la relación de la esposa con su esposo. Aunque ese pasaje es completamente contra-cultural y parecería que coloca a la mujer en un rol de sirvienta, en realidad se le da el más alto honor al compararla con la Iglesia- la posesión preciada de Cristo. La tarea más difícil recae sobre el esposo, a quien se le requiere amar a su esposa como Cristo amó la Iglesia.
Sin la humildad de Cristo, la sumisión no sería posible. En la medida en que crecemos en Él y seguimos Su ejemplo, encontraremos gozo en nuestra sumisión a Él y nuestro entendimiento de la sumisión se hará más profundo.
Lee de nuevo la lista de lo que la “Sumisión es” y lo que la “Sumisión no es” y haznos saber si tenías una perspectiva incorrecta de la sumisión.
[1] Laura Doyle, La esposa rendida (New York: Simon & Schuster, 1999), Promoción en la cara posterior.
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