No callaré

...Siglos de reglas y absurda verdad
Que se han escrito en piedra
Quédate inmóvil y no hables jamás
Adiós a esta leyenda
Y yo no quiero derrumbarme
Lo llamo a intentar a callarme y vencerme, ya

Silencio, nunca, desean que enmudezca
No tiemblo con la idea y callar no será mi vida, vida...

Creen que me van a enjaular, no lograrán mi rendición
Mis alas rotas pero entera echan más vuelo hacia el sol...
No acepto que traten de sofocarme
Dejen de subestimarme

Callar no será mi vida...

«Callar»

(Canción de Isabela Souza)

¿Estas palabras te parecen conocidas? Suenan algo fuerte, ¿no crees? No se trata de la letra de una canción feminista, en realidad es un tema musical de la famosa película infantil «Aladino». En una parte de esta película, Jazmín, con una actitud desafiante, levanta su voz pues ya no soporta seguir a la sombra de los hombres. En ese momento, ella se empodera para exigir su libertad y para que la voz de la mujer sea escuchada igual que la de los hombres. Ella está decidida a elegir su propio destino y a luchar por conseguir sus sueños. Con un gesto altivo y provocador, ahora está convencida de que nada ni nadie la podrá detener para gobernar. 

No estoy en contra de ver películas de Disney, hay películas que disfruto ver con mis hijos; pero eso no quita el hecho de que los motive a desarrollar un pensamiento crítico cada vez que vemos algo y aprovechar la oportunidad para analizarlo a la luz de la Palabra. De esta manera, ellos pueden identificar algunos errores y filtrarlos con la verdad. Por ejemplo, darse cuenta de que un mundo ideal no existe de este lado del cielo, pero que si hay un lugar ideal en el que podremos estar por la eternidad.

No es la primera vez que Disney nos muestra algunos tintes feministas en sus películas; anteriormente lo hemos visto con Elsa de «Frozen» y también con la que alguna vez fue una tierna pastorcita en «Toy Story». 

El feminismo no es algo nuevo, tuvo su lugar desde el inicio. En el capítulo 3 de Génesis encontramos a la mujer (Eva) siendo engañada por la serpiente con una propuesta que lucía muy tentadora «serán como Dios, conociendo el bien y el mal». Ella decidió que Satanás le estaba diciendo la verdad, así que tomó del fruto con la esperanza de poder elevarse al nivel de Dios, en lugar de someterse a Su voluntad. Ese día marcó la caída en la historia de la humanidad; Adán y Eva desobedecieron la voz de Dios y las consecuencias siguen siendo catastróficas.

La prometedora insinuación de Satanás resultó ser un fatídico engaño. Nuestra condición caída por el pecado nos ha llevado a sufrir los estragos de vivir separados de Dios. El dolor es parte de la vida y es una triste realidad que muchas mujeres a lo largo de la historia han sido violentadas y han recibido toda clase de abusos. 

Incluso, aunque yo crecí en una familia cristiana con padres que me protegían, eso no me dejó exenta de recibir abuso físico en una etapa de mi vida en la que no era consciente que se trataba de abuso. La vida resulta difícil y dolorosa, y ante esos ataques de violencia hacia el sexo femenino, las mujeres han intentado reivindicarse. Pero en la lucha por la libertad y la igualdad de género, los resultados han sido más perjudiciales que la solución misma. 

Querida amiga, no se trata de una batalla de sexos; nuestra verdadera batalla ocurre en nuestro interior, y el verdadero poder que toda mujer necesita para vencerlo es el poder del Espíritu Santo actuando en nosotras.

Esto quiere decir que, necesitamos ser mujeres empoderadas, pero no de un poder que fluye de nosotras mismas, sino del poder de Aquel que pondrá todas las cosas bajo Su dominio.

Déjame compartir contigo algunas maneras en como este poder del Espíritu se contrapone al poder feminista.

1. Es un poder que se rinde a la voluntad de Cristo.

Satanás sigue susurrando al oído que el poder está en ti, que nadie más se interesa en tu bienestar; así que debes abrirte paso por ti misma. 

Nada más peligroso que creernos autosuficientes y caer en la trampa de ocupar un trono que solo le pertenece al único Rey soberano.

La palabra de Dios dice: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga». (Mateo 16:24)

La cruz no fue una muestra de debilidad, la cruz fue la expresión más grande de Su glorioso poder.

Es muy fácil solo ir en pos de nuestros propios deseos, o más bien, diría que es algo natural. Negarse y morir a sí mismo no solo es contracultural, sino que conlleva un poder sobrenatural. Reconocer nuestra incapacidad y fragilidad es el lugar correcto para que el poder de Cristo se haga efectivo en nuestras vidas. 

El verdadero poder es aquel que proviene de una voluntad quebrantada que reconoce el señorío de Cristo.

2. Es un poder que domina nuestros pensamientos a la verdad

«Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo». (2 Corintios 10:5)

Algunas veces ni siquiera es necesario escuchar las voces del exterior que son contrarias a la verdad; basta con prestar oído a la voz de nuestro interior que de manera continua se levanta para presentar defensa a cualquier cosa que pudiera parecer una injusticia. 

Vivimos en un mundo injusto, a diario nos enfrentamos con situaciones que en nuestra opinión merecen un «¡alto!». Jesús recibió la mayor de las injusticias cuando fue a la cruz y la Biblia nos dice que «como cordero que es llevado al matadero; y como oveja ante sus trasquiladores permanece muda, Él no abrió Su boca». (Isaías 53:7)

Cuando pienso en exigir justicia, solo tengo que recordar la cruz. No permitas que tus pensamientos se desvíen en perseguir una justicia que el mundo nunca podrá ofrecer. Aconseja tu corazón con esta verdad: hemos recibido la justicia perfecta a través de Jesús y estamos en espera de aquel día en que esa justicia se hará por completo. 

No hay amor más grande que hayamos recibido que el amor de Dios. Todas las cosas que Él permite no escapan de Su plan redentor. Cuando te sientas tentada a pensar que «callar no será tu vida», solo recuerda al Cordero que en silencio ha cubierto toda injusticia. El verdadero poder de una mujer creyente se manifiesta en busca de la justicia de Dios. Corre a Él porque Él es la fuente de toda justicia. 

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Sobre el autor

Berenice Montes

Es originaria de Monterrey México, está casada con Luis Berlay, pastor de la Iglesia Bautista Genezareth en Guadalupe, N.L.

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