«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación,
al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven;
porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.»
(2 Cor. 4:17-18)
Dios nos ha dado un periscopio.
La vida en este mundo es difícil. Hay dolor, sufrimiento, aflicción, opresión, guerras, pérdidas, tragedias, conflictos, frustraciones, decepciones, depresión, enfermedades, cansancio, muerte... Después de la caída, esta es la realidad de la vida debajo del sol. Todo ser humano experimenta en sí mismo y en su entorno, lo roto, lo dañado y lo vacío de un mundo caído. Si miramos bien a nuestro alrededor y hacia dentro de nosotros mismos, veremos suficiente para sentirnos sobrecogidos por el horrendo efecto del pecado. Somos como personas sumergidas bajo el agua, casi ahogadas por el oleaje turbulento y abrumadas por la oscuridad del océano en las noches, y pareciera que solo de vez en cuando apenas podemos sacar la cabeza unos segundos para tomar un poco de aire. Pero vuelven las olas y de nuevo sólo vemos agua otra vez. Es difícil ver el horizonte.
A pesar de esta realidad, Dios no nos ha dejado solos. Jesús dijo: «En el mundo tendréis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Dios nos ha dado un glorioso periscopio para ayudarnos a navegar estas aguas. Un periscopio es un aparato en forma de tubo a través del cual, utilizando prismas o espejos, un observante, típicamente sumergido bajo el agua o detrás de grandes obstáculos, puede ver regiones o cosas que de otra manera están fuera de la vista.
La Biblia es para nosotras este periscopio que nos permite ver por encima de las aguas. Dios en Su gracia y fidelidad levanta nuestros ojos con Su Palabra, para ver todas las cosas desde Su perspectiva por encima del sol. En la Biblia tenemos miles de páginas que nos sirven como ventana, y a través de ese cristal, aunque nublado aun, podemos ver realidades espirituales que a simple vista no se ven. Esto es lo que la Biblia llama vivir por fe y no por vista. La Biblia nos muestra el camino a casa; camino que muchas veces se ve tenebroso y oscuro, pero podemos estar seguras de que nos llevará a salvo a nuestro hogar. Esos vistazos nos llenan de esperanza.
La música también es un periscopio.
La música también nos sirve como periscopio en la medida en que nos apunta a la verdad de Dios. Como dijo el famoso reformador, Martín Lutero,
"La música es un hermoso y amoroso regalo de Dios… Al lado de la Palabra de Dios, la música merece la más alta alabanza. El regalo del lenguaje combinado con el regalo de canciones fue dado al hombre para que proclamemos la Palabra de Dios a través de la música. La música ahuyenta al diablo y hace a la gente gozosa; les hace olvidar todo enojo, impureza, arrogancia, y cosas como estas. Después de la teología, le doy a la música el más alto lugar y el más grande honor.”[1]
La música fue creada por Dios, ideada para dirigir nuestro corazón, nuestra mente y afectos hacia Él. Nuestro engañoso corazón es tan propenso a divagar y distraerse; y cuando nos enfrentamos a las aflicciones y las dificultades de la vida, podemos desanimarnos y olvidarnos de Sus Promesas, de Su carácter, de nuestro llamado como creyentes y del glorioso futuro que nos espera.
Cantar para ver y recordar la Palabra de Dios es un concepto que vemos a través de todas las Escrituras. Los santos en la historia han usado la música y el canto para fijar sus ojos en Dios y alabarle. El pueblo de Israel celebró su liberación de Egipto con una canción (Éx. 15). El libro más largo de la Biblia, los Salmos, es un libro de canciones. Canciones de siervos de Dios recordándose a sí mismos y al pueblo de Dios acerca del carácter, las obras, las bondades y las promesas de Dios. El rey y salmista, David, constantemente derramaba su alma delante de Dios y luego le recordaba a su corazón la verdad. El Salmo 119:54 dice:«Tus decretos han sido mis cánticos durante todo mi peregrinaje». Y el 119:172 dice:«Cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justos».
En el Nuevo Testamento, nuestro Señor Jesús y los discípulos cantaron un himno antes de salir al Monte de los Olivos donde Él iba ser arrestado (Mat 26:30, Mar 14:26). También el apóstol Pablo y Silas, cuando se encontraban encarcelados sin saber qué sería de sus vidas, ¿que hicieron? Dice: «Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios» (Hech. 16:25). En Colosenses 3:16, el mismo Pablo nos dice: «Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría, enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones». Pablo dice que la palabra de Cristo debe abundar en nosotros y que debemos enseñarnos y amonestarnos, ¿cómo?, dice que con salmos, himnos y canciones espirituales.
Tener la mente fijada en lo eterno nos hace cantar, y el cantar enfoca nuestra mente en lo eterno.
El pastor y autor, Erik Raymond, dice: "¿Qué nos hace cantar en medio de las circunstancias difíciles? Es la conciencia de una realidad mayor.”[2] En los momentos mas difíciles de mi vida, la Palabra en canción ha levantado mis ojos al cielo, ha animado y alentado mi corazón, y en la medida en que me ha recordado las bondades de Dios, me ha dado las fuerzas para seguir en el camino.
Nuestro deseo como ministerio, es que nuestra música y este álbum en particular, sirva como un periscopio para los que lo escuchen. Que en la medida en que la Palabra de Dios, el periscopio por excelencia, llena cada una de las canciones, las personas puedan mirar por encima de sus circunstancias presentes, los obstáculos de la vida, el sufrimiento por las aflicciones de un mundo caído, las luchas contra el pecado remanente y las cosas terrenales que son pasajeras. Y que puedan por fe, a través de la gloriosa ventana de las Escrituras, ver la perspectiva de Dios de la vida, de la historia de la redención, de la belleza del evangelio, Su fidelidad a Sus promesas y la herencia que nos espera en la ciudad celestial. Cuando lleguemos allí veremos cara a cara, con nuestros propios ojos, y finalmente no necesitaremos más, un periscopio.
«Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara;
ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido»
(1 Cor. 13:12)
«Por tanto, ahora vosotros tenéis también aflicción; pero yo os veré otra vez,
y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará vuestro gozo»
(Juan 16:22)
El nuevo álbum de Jonathan & Sarah Jerez, PERISCOPIO, ya esta a la venta en todas las plataformas digitales. Adquiérelo aquí: CD Baby, iTunes, Amazon.
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