Mujer, considera a Cristo

Sucedió en tan solo un instante. La mujer, formada a la imagen de su Creador, puso su atención en el lugar incorrecto. Sostuvo una conversación con el enemigo de Dios y consideró sus nocivas palabras. Ideas torcidas acerca del carácter de Dios y mentiras tan entretejidas con la verdad, que parecían lógicas y convincentes.

Eva creyó las palabras de Satanás y estas comenzaron a agrietar su corazón, al punto de convertirse en un abismo que la separó a ella y a toda la humanidad de la fuente de la verdad. Una mujer consideró la mentira y como consecuencia, generación tras generación seguimos haciendo lo mismo.

«Dios no es bueno. Puedes regir tu vida de acuerdo a tu verdad personal. Tú tienes derecho a redefinir para qué fuiste creada. Tú puedes elegir qué quieres hacer con tu vida y qué rol jugar en la sociedad. Nadie tiene que mandar sobre tus deseos. Vive para ti solamente. Tú eres tu propio dios».

Eva consideró la mentira y perdió su camino… sus pasos la dirigieron a la vía de la autosuficiencia. Lejos de conducirse al bienestar que andaba buscando, encontró un lodo cenagoso en el que quedó atrapada en su pecado y su frustración. Estas semillas de falsedad han resultado en frutos muy amargos. La mujer de nuestra generación sigue buscando su satisfacción en convertirse en su propia autoridad, en la lucha para que su voz sea oída, en el reclamo de un lugar privilegiado en la sociedad y en la defensa de sus derechos con ferocidad. El mundo considera estas iniciativas como heroicas, y tristemente, aún entre creyentes se aplauden. La estrategia no ha cambiado: mentiras tan mezcladas con la verdad, que parecen razonables.

Considera a Cristo

La buena noticia es que nosotras no estamos confinadas a continuar en la senda de la mentira porque Cristo, el verdadero camino, nos ha salido al encuentro. Estando en su trono, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un siervo y nació como un ser humano. Se humilló a sí mismo en obediencia a Dios hasta la muerte, tomando el castigo que merecían los hombres por rebelarse contra Dios. [1]

Jesús hizo lo que ni el hombre ni la mujer hicieron en el Edén. Él se sometió en obediencia al Padre en nuestro lugar. Él entregó su vida en sacrificio por los demás y sirvió con amor a quienes no lo merecían, hasta la muerte.

Pedirle a una mujer que abandone el camino de Eva y que escoja el camino de Cristo pudiera sonar como un insulto en nuestros días. Las mentiras están tan infiltradas en nuestra mente que lejos de someternos, lo que deseamos es que las cosas se hagan a nuestra manera. En lugar de servir, lo que queremos es que quienes nos rodean nos ayuden a lograr nuestros objetivos. La humillación en nuestra sociedad es sinónimo de vergüenza y el sometimiento es equivalente a  esclavitud.

  • Considera su sacrificio

Ignora las voces que te gritan «¡empodérate!» y considera el sacrificio de Cristo en tu lugar. En lugar de vestirse de poder, Él se despojó de todos sus privilegios para darnos lo que nosotras no podíamos obtener por nosotras mismas. ¡El Dios santo se hizo hombre! Nunca podremos entender esa verdad a plenitud. Si eres una hija de Dios, reflexiona en todo lo que tu Salvador tuvo que poner a un lado para rescatarte. Mira la cruz y te darás cuenta de que ningún sacrificio humano puede compararse con el costo de la sangre que fue derramada por ti.

  • Considera su obediencia

Mientras el mundo celebra la rebelión, considera la obediencia de Cristo. El dador de la Ley, se sometió a ella para servir a quienes se habían rebelado ante Él. Su obediencia le costó un sufrimiento que lo llevó a la muerte, pero como resultado Él obtuvo toda la aprobación del Padre. Medita en el hecho de que al depositar tu fe en su obra en tu lugar, tú también obtienes el agrado de Dios. Ante tanta misericordia, ¿cómo no rendirnos y presentar nuestras vidas como una ofrenda de obediencia?

  • Considera su humildad

Cuando tu corazón quiera enseñorearse, considera a Aquel que bajó de su trono para ceñirse una toalla y lavar los pies de aquellos que le traicionarían y le negarían. Aquel que creó todo cuanto existe se inclinó para limpiar la suciedad de los pies de hombres pecadores. ¿Acaso somos superiores a nuestro Dios? Considera su humilde servicio y te quedarás sin excusas para servir a quienes te rodean.

  • Considera su amor

A diferencia del amor humano, que se dispone a amar cuando es correspondido, Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.[2] Él tomó la iniciativa cuando no lo merecíamos, Él nos salió al encuentro cuando no teníamos nada qué ofrecerle. Si hoy le amamos es porque Él nos amó primero. Considera su amor y vístete de Él.

Mujer, quita tus ojos del mundo. No escuches a tu engañoso corazón. Considera a Cristo. Deposita tu fe en su obra en tu lugar. Define tu vida por su ejemplo y camina en su Verdad. Considera a Cristo, considera su camino. Vive bajo los principios de su Reino, rinde tus «derechos» y sométete a su voluntad. Escoge el camino de la humildad, sirve y ama sin condiciones.

Te invito a usar estos puntos como motivos de oración y a meditar en la canción Considera a Aquel de Jonathan y Sarah Jerez.


[1] Paráfrasis de Filipenses 2:6-8 (NTV)

[2] Romanos 5:8 (NTV)

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Sobre el autor

Betsy Gómez

Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano … leer más …


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