Nuestra cultura actual nos vende una idea errada del noviazgo, es genial poder recibir la ayuda de Dios que nos provee todo lo que necesitamos para entender este tema de una manera que lo honre a Él. Muchas de ustedes han experimentado ese momento cuando observas a tu hermano y piensas: ¡No puede ser me agrada! o ¡No puede ser le agrado! Y es allí precisamente, cuando llega la pregunta que revela nuestra incertidumbre ¿Y ahora qué hago?
Bueno, te daré una pista de lo que aprendí que debes hacer en ese momento. Recuerda lo que dice la Palabra: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis OTRA COSA, hacedlo todo para gloria de Dios” 1 Co. 10:31. Buscar hacerlo todo para la gloria de Dios significa generalmente ir contra la corriente, hacer lo contrario a lo que el mundo hace y buscar intencionalmente hacerlo a la manera de Dios.
Y respecto a la manera de Dios, lo primero que aprendí fue a rendir mi corazón por completo a Él, especialmente en esta área de mis emociones y decisiones. Recordando la actitud de María, la madre de nuestro Señor Jesucristo, cuando el ángel Gabriel le dio a conocer los planes que Dios tenía con su vida, meditaba en su respuesta de confianza, a pesar de desconocer su futuro: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” Lc. 1:38. Hice de su respuesta mi oración: ¡He aquí tu sierva Señor, haz conmigo lo que quieras en esta área de mí vida! Y junto a otras hermanas ayunamos algunos sábados, con el propósito sincero de rendir nuestras emociones al Señor.También busqué el consejo de mi pastor y de mi mentora cuando mis emociones pretendían hacerme perder el control y esperé la voluntad del Señor.
Un día cualquiera mi hermano me escribió y me invitó a comer, y me contó que había estado orando por ese momento, y luego de la introducción, entre palabras dulces con un toque de nervios, me preguntó ¿Te gustaría ser mi novia? ¡Y yo le dije que sí!
¿Por qué le dije sí?
Porque Dios orquestó el escenario. Fue Él quien preparó mi corazón y me enseñó a estar satisfecha en Cristo, aun en medio de mi espera.
Porque es mi hermano, un hijo de Dios que ama y sirve a Su Señor con una pasión admirable. El mundo nos dice que la apariencia, los títulos y los logros son importantes al momento de escoger al mejor partido. Pero, aprendí de Dios que el mejor partido para una hija Suya, es un hombre que se parece a Él.
Porque somos amigos hace algunos años. Esto particularmente, nos ayudó a conocer esas partes no tan bonitas de ambos, ésas que podríamos ocultar los primeros meses de un cortejo sin previa amistad.
Porque mi iglesia amaría la decisión y porque estaba segura que mi familia también.
Porque él confronta mi pecado con la Palabra del Señor. Mi mejor amigo, desde su posición de hermano, más de una vez ha sido un instrumento que Dios ha usado para mi santificación ¡Mi lija favorita!
Porque aunque al igual que yo, no es perfecto, su deseo más grande es invertir su vida en la preparación de la novia de Cristo, Su Iglesia.
Probablemente tú historia no es o será igual a la mía, lo importante ahora es meditar en qué tan conscientes somos de que en el cortejo también debemos darle la gloria a Dios, y que todas las decisiones que tomemos deben estar centradas en Él. ¡Darle la gloria a Dios debe ser nuestro máximo propósito! ¿Le dices sí a darle la gloria a Dios?
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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com
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