Mucho se ha escrito sobre esta canción-oración que encontramos en Lucas 1:46–55 que se conoce como el Magnificat o la canción de María. Este pasaje tiene un significado especial para mí porque algunos de estos versículos los utilicé para decorar la iglesia el día de mi boda. Y es al pensar en lo que Dios ha hecho por mí, al pensar en esa salvación tan grande que no merezco, al pensar en Su bondad para conmigo… Su gracia, misericordia, amor, perdón … que no puedo hacer otra cosa más que alabarle.
Para dar un poco de contexto a esta canción, quiero compartirles lo que nos dice Nancy en el Devocional de Adviento que se titula «Las primeras canciones de Navidad»:
Probablemente, la pieza mejor conocida de la canción de alabanza de María en Lucas 1 (versículos 46 al 55) es el nombre que se le ha otorgado, el título que se le ha atribuido a través de la historia: el Magnificat. Dicho de manera simple, el Magnificat es la primera palabra de su oración en la traducción en latín. Y tan bello como una palabra pueda sonar por sí misma, la canción en su totalidad es probablemente uno de los pasajes más hermosos de toda la Biblia. - Nancy DeMoss Wolgemuth
Siguiendo con el contexto, parte de este cántico lo encontramos en otros lugares de las Escrituras, más específicamente, en el canto que elevó Ana cuando tuvo a su hijo Samuel; dos mujeres con dos contextos diferentes, épocas diferentes y situaciones diferentes, pero un mismo Dios. Que María, una adolescente a quien en ese preciso momento la vida le acaba de cambiar, utilice las palabras de otra mujer del pasado que habían quedado grabadas en los rollos antiguos, me hace pensar que esta jovencita no solamente conocía a Dios, sino que conocía Su Palabra.
Quiero solamente que juntas miremos algunos de los versículos de este hermoso cántico y que podamos meditar en ellos. Me gustaría que podamos ver este 2021 en retrospectiva, y que a la vez, podamos mirar con gozo y confianza el 2022, sabiendo quién es nuestro Señor.
Gozo
Lo primero que vemos es un gozo inexplicable, un regocijo en Dios, a quien reconoce como su Salvador. Cristo vino a morar entre nosotros, Él es Emanuel, Dios con nosotros. No olvidemos que para los judíos, las profecías sobre la venida del Mesías no solamente eran conocidas, sino que ellos estaban expectantes del día en el que Él llegaría; y he aquí, esta jovencita está recibiendo las noticias tan esperadas. Esa noticia trascendía al hecho de que sería la madre del Mesías, ella reconoció a Su Salvador. El llamarlo así nos habla de que ella no solo conocía de Dios, sino que conocía a Dios porque nadie puede llamarle Su Salvador a menos que tenga una relación personal con Él.
«Entonces María dijo: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”». -Lucas 1:46–47
¿Cuándo fue la última vez que te detuviste a pensar en esta salvación tan grande que has recibido? ¿Cuándo fue la última vez que pensaste en que Dios está contigo?
Humildad
«Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva; pues desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bienaventurada». -Lucas 1:48
María se reconoce a sí misma como una sierva. Ella no se ve a sí misma como merecedora de tan grande bendición, más bien recuerda las promesas hechas a su pueblo por medio de Abraham, y por eso es que dice que será llamada bienaventurada. No olvidemos que la promesa de que una virgen daría a luz era conocida, de ahí que el ser estéril era algo de vergüenza dentro de la cultura hebrea; entonces, en lugar de sentirse super especial, María reconoce que no es nadie delante del Señor y toma la actitud que deberíamos todas tener delante de nuestro Señor: una actitud de sierva.
Cuando una persona reconoce su condición de pecador, de que no merece nada, y contempla la inmerecida gracia y al Dador de esta gracia, no puede hacer otra cosa más que alabar a Dios en humildad.
«Te alabaré entre los pueblos, Señor; te cantaré alabanzas entre las naciones. Porque grande, hasta los cielos, es Tu misericordia, y hasta el firmamento Tu verdad». -Salmos 57:9-10
¿Cuándo fue la última vez que te maravillaste por la gracia inmerecida que has recibido de parte de Dios?
El poder de Dios
«Porque grandes cosas me ha hecho el Poderoso; y santo es Su nombre. Y de generación en generación es Su misericordia para los que le temen». -Lucas 1:49-50
El hecho de que Dios escogió a María, la miró con favor y le dio el privilegio de ser la que iba a traer al mundo a Emanuel, la llevó a creerle a Dios. Ella se sometió a Su voluntad muy consciente de lo que significaba dentro de su cultura que este evento sucediera, que este hecho sobrenatural le ocurriera a ella. Aquí no vemos a María cuestionando ni preguntando qué iba a pasar, sino que ella declara algo que está sucediendo en ese momento, ella le está creyendo a Dios, lo llama el Poderoso. María sabe en quién ha puesto su confianza y eso trae paz a su corazón, apunta a la santidad de Su nombre. Ella reconoce que, si hay algo que Dios había puesto por encima de todo, era Su nombre, y es en esa verdad que ella descansa. Me encanta que en el siguiente versículo habla de las futuras generaciones, y ahí estamos tú y yo. Aquellos que le temen, son los que recibirán misericordia. No sé que te hace sentir el meditar que gracias a que Cristo se humilló y vino a morir por ti y por mí, es que podemos recibir esa misericordia en lugar del juicio que merecíamos.
Este fin de año es un excelente tiempo para que detengas lo que estás haciendo y tomes un tiempo para meditar y pensar en cómo se manifestó la misericordia de Dios para contigo este año. Toma un tiempo hoy, y medita y agradécele al Señor por Sus bondades para contigo en este 2021, y ora para que el próximo año no pierdas el asombro ante las pequeñas y grandes cosas que Dios hará en tu vida.
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