El día de hoy Yamel nos cuenta: Desde que vine a Cristo, en mi adolescencia, tuve un ardiente deseo de servirle. Dios me bendijo con múltiples formas de servir en la congregación. Tenía mucho temor porque siempre me decían que él me iba a pedir cuentas por los dones que me dio y cómo los usara. Así que hice todo lo que pude para utilizar esos dones. Servir en mi iglesia era un gran privilegio, una bendición, un llamado que lo encontramos en muchos pasajes de las escrituras. Sin embargo, servir en los ministerios de la iglesia no es el fin en sí mismo. Acompáñanos y seamos edificadas juntas viendo como Dios transformó la forma de pensar de Yamel sobre la mentira que creyó y el Poder de la Verdad que la hizo libre.
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