Vivía en un hogar donde se conocía el Evangelio. Pero aunque tenía una conducta recta y moral, no lo había comprendido. Y poco a poco dejé de ser una niña alegre y soñadora y me encerré en mí misma, llenándome de ira, dolor y rebeldía. Recuerdo que me miraba al espejo y quería ser diferente. Quería ver luz, pero solo veía oscuridad y pecado. Le pedía a Dios todos los días que me quitara la vida porque no sentía que tenía una razón para vivir, ni me sentía digna de hacerlo. Me convertí a los 13 años y Dios puso sed por Su Palabra en mi corazón. Y al exponerme a ella, se fue llevando la ira y la tristeza. Me fui pareciendo poco a poco a la persona que quería ver cuando antes me miraba en el espejo, porque Él me comenzó a hacer a imagen de Cristo. A raíz de situaciones recientes que Dios ha traído a mi vida y donde ha vuelto a abrir las heridas de mi pasado; he comprendido aún más mi verdadera identidad en Él. Esto nos cuenta Nicole el día de hoy en nuestra serie del Poder de la Verdad. Sigue escuchando este testimonio y sé animada en el día de hoy.
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