«Desde que tengo uso de razón se me inculcó que por ser la mayor debía dar buen ejemplo, cuidar o ayudar a mis hermanos menores. Esto me llevó desde mi temprana juventud a desarrollar un deseo de controlar a los demás y a todo lo que pasaba a mi alrededor. Creyendo buscar el supuesto bien, lo que deseaba era que todo sucediera a mi manera, esto hacía que mi espíritu se volviera independiente y autosuficiente. ¡Qué insensatez!. En el proceso largo de mi santificación progresiva, Dios no solo usó Su Palabra para amonestarme y enseñarme, sino que también usó creyentes maduros, entre ellos al que hoy es mi esposo.» No dejes de ver el testimonio de Maggie en nuestra serie el Poder de la Verdad.
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