Te sientes exhausta, los niños están correteando por todos lados y los platos amontonados en la cocina. Sientes que te ahogas, necesitas subir la cabeza por encima de la superficie del agua, y ¿qué haces?
Entras al baño, te sientas en el excusado y tomas tu celular. Abres el Instagram, te deslizas por un mundo de imágenes cuadradas e inicias un monólogo en tu corazón...
–Mira sus niños, son tan bien portados, ¿qué pasa conmigo? No lo estoy haciendo bien.
Deslizas…
–¡Qué organizada luce su casa!, ¿cómo puede mantenerla así todo el tiempo con un bebé recién nacido?
Deslizas…
–Buena frase, tengo que leer esa nueva publicación… quizás más tarde…
Deslizas…
–Ella está siempre feliz, ¿cómo puede trabajar y mantener un balance con cuatro hijos? Yo solo tengo uno y me estoy volviendo loca.
Deslizas…
–Su esposo es tan detallista y romántico, ¿por qué el mío no puede ser como el suyo?
Deslizas…
–Ese tema parece interesante, pero cómo podré ponerme al día con todos esos sermones...
Deslizas…
–Mira su cabello siempre perfecto, a mí ni me da tiempo para bañarme a veces.
Bajas la cabeza...
Suspiras porque no sabes cómo sentirte. Es una mezcla de insatisfacción e incapacidad. Miras tu realidad y nada luce como esos mundos «perfectos» que acabas de ver. Tu mirada perdida en pensamientos de conmiseración, se interrumpe cuando escuchas las manitos que te tocan la puerta y los gritos a coro que dicen la palabra que más escuchas en el día: «¡mami!».
Yo he estado ahí y no puedo describirte todo lo que sucede en esos efímeros minutos. En lugar de despejar mi mente, siento que me expongo a un millón de procesos simultáneos. No lo hago de una manera consciente, pero es como si permitiera que esas imágenes cuadradas redefinieran lo que soy, lo que tengo y lo que soy llamada a hacer. Dejo que mis ojos se intoxiquen con una realidad a medias.
Sí, lo sé.
Esas fotos reflejan una verdad parcial. Sé que las lágrimas y las sombras no se publican. Lo sé. El problema no son las fotos. El problema son mis ojos. Mis ojos que obedecen a mi engañoso corazón que insiste en alimentarse de lo que no sacia. Es mi corazón el que quiere mirar hacia fuera para encontrar razones por las que quejarse y compararse. Es más fácil poner la mente en automático y dejar que Instagram dicte si estoy haciendo bien mi labor como madre.
Entonces al final del día, me siento frustrada y no puedo explicar por qué me siento de esa manera. Reviso mis acciones y me doy cuenta de un patrón que regula esos momentos de estrés. Estoy corriendo a Instagram como si fuera una droga para calmar mi cansancio maternal y termino vacía. Cuando estoy sedienta, en lugar de correr a la fuente de agua viva, cavo cisternas rotas que no pueden darme lo que necesito.
Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me han abandonado a mí,
fuente de aguas vivas,
y han cavado para sí cisternas,
cisternas agrietadas que no retienen el agua.
Jeremías 2:13
¿Por qué lo hago? No quiero hacerlo. Me retumban las palabras del Apóstol Pablo, «miserable de mí, ¿quién podrá librarme de este cuerpo de muerte?» (Romanos 7:24). Veo la tendencia de mi corazón a hacer cosas que no le agradan a Dios y antes de perder la esperanza, recuerdo cómo él termina su declaración: «¡Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!» (Romanos 7:25a). En medio de mi debilidad puedo fijar mis ojos en aquel que obedeció perfectamente en mi lugar y correr a su trono en arrepentimiento.
¿Te sientes identificada?
Acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Hebreos 4:16
¡Gloria a Dios por ese trono que está abierto para cada una de nuestras necesidades! Amada hermana, quiero animarte a que te presentes con confianza «al trono de la gracia», confiesa y arrepiéntete de tu pecado de cavar cisternas rotas y pídele al Señor que te ayude a correr a Él en medio de tu cansancio. Él es el agua viva que puede saciarte. Él es fiel en cumplir su promesa de ser tu descanso. ¡Solo Él puede definirte! Yo he corrido a ese trono en busca de arrepentimiento y nuevos afectos y siempre, siempre, he experimentado la frescura de su presencia aún en los días más agotadores y difíciles. Él lo hará contigo también.
Deja que cada impulso por abrir una red social se convierta en la oración: «Señor, te necesito». Llena tu «tiempo muerto» con la verdad de Su Palabra. No dejes que tu mente divague. No pongas cosas vanas delante de tus ojos y pídele constantemente al Señor que avive tu corazón. Desplázate por la Palabra de Dios más de lo que te desplazas por Instagram. Deja que Su Verdad te defina.
Esas palabras las escribí en mi diario porque necesito recordarla todos los días. ¿Qué verdad necesitas recordar tú? Compártela en la sección de comentarios y animémonos unas a otras a correr a la fuente de agua viva.
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?
Donar $3
Únete a la conversación