¿Cómo se ve tu lista de cosas por hacer hoy?
Me encantaría aparecer frente a tu puerta y ayudarte a completar algunas de las responsabilidades de hoy. ¿Necesitas una siesta? Ve, tómate una. (Yo les leeré a tus pequeños). ¿Necesitas cortar vegetales para la comida? Yo lo hago. ¿Necesitas archivar papeles? Listo. ¿Tienes que doblar la ropa? Yo me encargo. ¿Limpiar los baños? Hecho. ¡Oh cuánto desearía poder ayudarte de forma práctica hoy! Aunque no puedo ayudarte a cortar vegetales o archivar papeles por ti, puedo ofrecer cinco fuentes de ayuda práctica para que utilices hoy de inmediato. Estas cinco fuentes vienen directamente de la Biblia, porque a Dios le importan las mamás y nos quiere ayudar en el camino.
Ayuda #1: El Espíritu Santo
La mayoría de las responsabilidades como madres se realizan en la privacidad de tu hogar y puede ser un poco solitario. Estamos amando, sirviendo, confortando, corrigiendo y enseñando a nuestros hijos, solas. Pero Jesús dijo, «Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho. La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo» (Juan 14:26-27). ¡Anímate a educar a tus hijos, el Espíritu Santo está con nosotras! Él está aquí para animarnos cuando estamos débiles y confortarnos cuando estamos abrumadas. Él gemirá con nosotras y orará por nosotras cuando nuestras preocupaciones por nuestros hijos sean demasiado profundas para expresar con palabras humanas. Y Él nos enseñará, incluso mientras nos apresuremos a preparar las comidas, a arreglar la ropa, a concertar citas con el médico y buscar formas de criar a nuestros hijos.
Podemos ir al Espíritu Santo por ayuda en cualquier momento. Me gusta abrir mis manos (al menos que estén llenas; en ese caso, solo «abro mis manos» en mi mente) y repito esta pequeña oración:
«Me rindo, Espíritu Santo».
«Por favor ayúdame, Espíritu Santo».
«Por favor ven, Espíritu Santo».
«Gracias, Espíritu Santo».
El Espíritu Santo nos escucha cuando oramos y nos responde en tiempo real. Acércate a Él hoy y mantén los ojos abiertos para ver cómo te guía y provee para tus necesidades.
Ayuda #2: La Palabra de Dios
Si te cuesta encontrar tiempo para leer la Palabra de Dios, no estás sola. Nuestra atención es movida en múltiples direcciones: los bebés, los niños pequeños, los niños más grandes y los adolescentes deben ser alimentados, bañados, vestidos, sostenidos, consolados, inspirados, disfrutados, enseñados y discipulados. Esposos, iglesia, familia, vecinos, escuelas, maestros, lecciones, deportes y trabajos; todos estos necesitan de nuestra atención. Nuestros cuerpos, mentes y emociones necesitan nuestra atención. Entonces, justo cuando estamos a punto de colapsar en la cama, recordamos que la Biblia también necesita de nuestra atención. No es de extrañar que nos cueste llegar a ella.
La Biblia no nos necesita: nosotras la necesitamos.
¿Pero qué pasaría si la miráramos con los ojos de Dios? Él no cree que la Biblia necesita nuestra atención. Al contrario, piensa que nosotras necesitamos la atención de la Biblia. Dios dice que su Palabra es como el alimento para el hambriento, la luz para el viajero, dinero para el pobre, bálsamo para el herido y un cirujano para el lesionado. La Biblia no nos necesita: nosotras la necesitamos. Y está aquí para nosotras.
- Nos afirma el carácter de Dios durante los sube y bajas de la maternidad.
- Nos recuerda nuestra identidad en Cristo cuando nos sentimos sin valor.
- Nos ayuda a discernir entre las cosas que suenan bien y las cosas que son buenas.
- Nos equipa para hacer un buen trabajo.
- Nos da verdades que sostienen la vida para compartirlas con nuestros hijos.
Oremos y seamos creativas en pensar cómo podemos disfrutar de la Palabra de Dios durante la maternidad. Tal vez descubras que puedes meditar en algún versículo mientras realizas tus quehaceres en el hogar, manejas al y del trabajo, o incluso mientras cambias el pañal de tu bebé. Tal vez puedes deleitarte con la Palabra de Dios con tu hijo mientras leen un libro de historias de la Biblia o escuchan juntos canciones basadas en las Escrituras. Cualquiera que sea la temporada de maternidad en la que te encuentres, te animo a consumir la Palabra de Dios. No puedo esperar a que veas cómo te ayuda mientras crías a tus hijos.
Ayuda #3: La sabiduría de Dios
Una noche cuando era una madre joven, estaba acostada en cama con mi corazón latiendo fuertemente. ¡Tenía tanta ansiedad! Yo no quería que llegara el día siguiente porque no sabía qué hacer con mi hija de dos años. Me sentía abrumada por mi falta de estructura y estaba segura de que las cosas se desmoronarían si no se me ocurría algo. Pero me quedé en blanco.
Recordé la promesa en Santiago 1:5, «Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada».
Le pregunté a Dios: «¿Qué debo hacer con mi hija mañana?».
Me reí cuando mi siguiente pensamiento fue «arte con algodón». Pero debido a que la idea era factible y no comprometería ningún mandato bíblico, lo recibí como una respuesta de Dios mismo. Mi ansiedad se tranquilizó y me quedé dormida. Al siguiente día, arranqué una hoja de mi libro para colorear y le enseñé a mi ansiosa niña cómo pegar bolas de algodón en el papel. Le encantó. Y me encantó ver cómo se cumplía la promesa de Dios, incluso con respecto a una humilde idea de manualidad. Así comenzó la carrera artística de mi hija y mi continua búsqueda de la sabiduría de Dios en cada área de la maternidad, ya sea simple (como las artes y las manualidades) o más compleja como la tecnología, la amistad y los estudios.
La promesa en Santiago 1:5 aplica para ti también. Dios te dará la sabiduría que necesitas para tomar buenas decisiones como madre. Yo soy testigo de la realidad de Santiago 1:5, y te animo a que lo intentes. Pídele por sabiduría hoy mismo.
Ayuda #4: Mujeres mayores y jóvenes
El amor maternal no siempre viene de forma natural: necesitamos ayuda, instrucción y ánimo durante el camino. Una de las maneras en las que Dios enseña a las nuevas mamás a amar, es a través de las mujeres mayores. De hecho, cuando Pablo le escribió a Tito, le dijo que debía animar a las mujeres mayores a «instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos» (Tito 2:4). Con mi precioso bebé en mis brazos, empecé a observar y escuchar a las mujeres mayores con más atención. ¿Qué habían aprendido sobre el amor al criar a sus propios hijos? ¿Qué podían ver desde su punto de vista que yo no podía ver desde el mío?
No estaba decepcionada. Las mujeres piadosas me rodeaban con sus brazos. Ellas me sostuvieron, me calmaron, se hicieron amigas de mis hijos. Ellas se daban cuenta de ciertas cualidades en ellos y se las hacían saber. Ellas me daban lo que necesitaba para crecer como mamá, cosas como libros, música, comida, oración y un oído que me escuchara. Desde mi posición actual, puedo decir con confianza que las mujeres mayores me han enseñado más sobre el amor de lo que jamás podría calcular. Sus consejos prácticos y sus ideas espirituales han dado forma a mis hábitos diarios y me han proporcionado una visión de futuro.
De igual manera, cuando vivimos conforme al modelo de Tito 2, podemos compartir lo que estamos aprendiendo con mujeres aún más jóvenes. Estoy agradecida de tener amigas que son cinco, diez, quince años menores que yo porque son sabias, amables y generosas. Aunque me encanta darles cada pizca de ánimo y sabiduría que he recibido hasta ahora, descubro que ellas me enseñan tanto o más. Ellas me ayudan a ser honestas y humildes. Nuestras amistades crecen con la autenticidad y la rendición de cuentas.
Las mujeres mayores y menores me han mostrado cómo caminar con el Señor a través de la maternidad y me han enseñado cómo ser una buena madre. Hemos compartido juegos, excursiones, recetas, consejos y todas las alegrías y penas de la maternidad. No sé qué haría sin ellas. Pero seamos sinceras, las buenas amigas son más difíciles de encontrar y de acceder que, por ejemplo, el Espíritu, la Palabra y la sabiduría de Dios. Sin embargo, las mujeres mayores y menores son una parte importante del plan de Dios para nuestras vidas. Oremos y pidámosle que nos provea una o dos mujeres que te enseñen a amar y honrar a Dios y Su plan para la maternidad. Un maravilloso primer paso es buscar en nuestra iglesia local, y esto me lleva a mi última ayuda práctica para las mamás.
Ayuda #5: Una iglesia local
Si bien llevar a los niños a la iglesia los domingos por la mañana puede ser un reto, existen muchos beneficios de comprometerse con una iglesia local. El cuerpo de creyentes está destinado a darte vida mientras educas a tu hijo. Está destinado a ser una ayuda práctica y de fuerza espiritual para ti. Jesús le ha dado a la congregación dones de evangelismo, pastoreo y enseñanza para poder equiparte para el trabajo ministerial que estás realizando como mamá. Él está trabajando a través de la gente en el cuerpo de Cristo para hacerte crecer y acercarte, para que todos estemos unidos en nuestra fe y conozcamos mejor a Jesús.
Tu iglesia se congrega con regularidad para ayudarte a ti y a tu hijo a crecer en madurez cristiana. No será perfecta, pero será un lugar de adoración, servicio, refugio, santificación y amor. En algunas épocas de la maternidad, te apoyarás mucho en la ayuda de otros en tu iglesia, siendo honesta sobre lo que necesitas en cuanto a la instrucción bíblica, el cuidado de los niños, la ayuda práctica y el estímulo. En otras épocas de la maternidad, estarás disponible para instruir, cuidar, ayudar, animar y servir. Que Dios te conceda una iglesia local donde Jesús sea el Rey y la Palabra de Dios sea honrada; donde puedas crecer y prosperar como madre para Su gloria.
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