¿Alguna vez te has sentido controlada por tus emociones? ¿Te ha pasado que estás ansiosa y solo quieres quedarte en cama y evitar todas las responsabilidades de ese día? ¿O estás tan enojada que buscas atacar a todos en tu casa?
Hace unas semanas tuve un día duro emocionalmente. Creo que sentí casi todas las emociones que te puedas imaginar ese día. Desafortunadamente, mi comportamiento se vio afectado por ello; y digamos que no me comporté como Cristo.
Soy una persona sensible y ese día permití que mis emociones me controlaran. Sin embargo, esto me llevó a buscar la ayuda de Dios para aprender a manejar mis emociones de una manera bíblica. Aprendí que las emociones son una gran herramienta que Dios usa para ayudarnos a comprender lo que está sucediendo en nuestros corazones, pero que no necesitan controlar nuestro comportamiento.
En este artículo vamos a aprender a no permitir que nuestras emociones negativas, es decir, aquellas que son pecaminosas, nos controlen. Si también eres emocional y necesitas algo de apoyo en esta área, espero que este artículo te bendiga. Y si no eres una persona muy emocional, espero que lo siguiente te ayude a alentar a otras mujeres a tu alrededor que pueden estar luchando por controlar sus sentimientos.
Así que, aquí hay algunos pasos que me han ayudado a dominar mis emociones para que no me esclavicen y me lleven al pecado, ¡sin importar el tiempo del mes!
1. Estar en la Palabra de Dios
Suena simple y casi cliché, pero ha transformado toda mi vida. Estar en la Palabra de Dios ha revolucionado mis emociones y mi capacidad de controlarlas. La primera forma en que lo ha hecho es cambiando la forma en que pienso.
La mayoría de las ocasiones nuestras emociones se encuentran sujetas a lo que pensamos. Pero Romanos 12:2 dice: «No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta» (NTV).
Como cristianas, no debemos pensar ni comportarnos de la misma manera que el resto del mundo. Entonces, ¿cómo se transforma mi mente? Veamos lo que dice 2 Corintios 3:18: «Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu».
¡Al contemplar la gloria de Cristo, estamos siendo transformadas a su semejanza a través de la obra del Espíritu Santo! Y ser transformada a la semejanza de Cristo significa que mis pensamientos, mis emociones y mi comportamiento están más alineados con los suyos. Y la mejor manera de contemplar la gloria de Cristo es leyendo, estudiando y meditando la Palabra de Dios. A través de las páginas de las Escrituras es donde aprendemos sobre Jesús y Su vida, Sus pensamientos y Su corazón.
Al pasar tiempo en la Palabra, Dios ha sido clemente para cambiar mis pensamientos para que estén acorde a Su voluntad y, por lo tanto, me ha ayudado a experimentar emociones menos negativas y pecaminosas. Estar en la Palabra de Dios es el mejor lugar para comenzar.
2. Toma cada pensamiento cautivo
Como mencioné anteriormente, aprendí que lo que estoy pensando alimenta generalmente mis emociones. Por ejemplo, cuando me despidieron de mi trabajo tenía dos maneras de reflexionar en la situación. Podría haber pensado: «Oh no, ¿por qué me está pasando esto? ¿Cómo voy a pagar las facturas? ¿Qué pasa si el dinero que tengo no me alcanza a fin de mes? ¿Qué pasa si no puedo encontrar otro trabajo?». Pensar de esta manera me llevó a una mayor desesperación y preocupación porque las cosas eran inciertas y estaban fuera de mi control.
Sin embargo, había otra forma de pensar sobre la situación, una que está más en línea con la verdad de Dios: «Dios tiene el control de todas las cosas (Job 12:10, Pr. 19:21). Él provee para (Mt. 6:31-32). Dios está usando esta situación para mi bien (Ro. 8:28). No tengo qué temer porque Dios está conmigo (Sal. 27:1). Esta línea de pensamiento toma las preocupaciones que surgieron de la difícil situación de perder mi trabajo y las lleva cautivas a Cristo. Al hacer esto, tomé los pensamientos y los reformulé de acuerdo con las Escrituras. Cuando hice esto, comencé a sentir paz en medio de la situación, y mis emociones de tristeza, frustración, ira y preocupación comenzaron a desaparecer en las manos amorosas de Dios.
Hacer esto es a lo que se refiere Pablo en 2 Corintios 10:5 cuando escribe: «Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo». Es decir, identifica lo que estás pensando y verifica si se alinea con la verdad de Dios. Si no es así, es una mentira y debes dejar de pensarlo y reemplazarlo con la verdad.
Ahora, esto requiere algo de trabajo de nuestra parte. No es fácil. Entonces, cuando comiences a sentir una emoción negativa, detente e identifica lo que estás pensando. Si es mentira, ve a tu concordancia u otro recurso bíblico para ayudarte a encontrar la verdad que tu corazón necesita. Luego, cuando encuentres un pasaje o un versículo que combata la mentira, léelo, memorízalo y ve a él con la frecuencia que necesites.
Hacer esto funciona para transformar tu mente y formarte para que seas más como Cristo. Mientras tus pensamientos más se sometan a Cristo, tus emociones también lo harán.
3. Ora con gratitud
El otro paso práctico que he tomado para controlar más mis emociones es orar con un corazón de gratitud. En 1 de Tesalonicenses 5:16-18 dice: «Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús». Si descubro que no estoy experimentando gozo y me siento abrumada por una emoción negativa, he aprendido a parar y a examinar dónde están mis pensamientos en cuanto a la gratitud hacia Dios.
No importa lo que esté sucediendo en tu vida, siempre hay algo por lo que estar agradecida. Como hijas de Dios, siempre podemos estar agradecidas por la cruz y la salvación que tenemos en Cristo. Orar y hacerlo con agradecimiento es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Entonces, cuando mis emociones me abruman, he comenzado a practicar el agradecimiento porque esto es lo que Dios desea para mi vida. Y te sorprenderás de cómo el Espíritu Santo lleva nuestras oraciones de agradecimiento a Él y comienza a transformar nuestras emociones para que podamos regocijarnos siempre.
Como dije antes, estar en la Palabra de Dios ha transformado completamente mi forma de pensar y, por lo tanto, ha transformado la frecuencia con la que siento emociones negativas. Ahora, no digo que nunca me sienta triste, frustrada, enojada o preocupada, pero no me quedo allí por mucho tiempo. Dios me ha permitido aprender a replantear situaciones difíciles y desafiantes en la vida a través de un lente más bíblico. Al ocurrir esto, mis emociones han sido más sumisas a Cristo y he encontrado por la gracia de Dios la libertad para no ser controlada por ellas.
Hermanas, sí es posible tener nuestras emociones y nuestro comportamiento bajo control para glorificar a Dios sin importar lo que estemos experimentando. Así que, anímate y continúa profundizando en Su Palabra.
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