“¡Él viiiiiive! Él viiiiiive!” Era la mañana del domingo de Pascua. Bautizarían a mi sobrino de cinco años. “Nana” había tomado un vuelo a la ciudad para compartir la ocasión. Mientras la familia se preparaba para ir a la iglesia, ella escuchó la inconfundible voz del pequeño ‘Mookie’ desde el baño al final del pasillo. Calladamente se deslizó por el pasillo para ver lo que sucedía. Ahí estaba parado el pequeño, en un banquito frente al espejo, peinando su cabello con cuidado, y arreglándose su camisa y pantalones, mientras cantaba a todo pulmón, totalmente ajeno a que alguien escuchara su gozosa serenata al Señor.
A veces los niños tienen una manera de captar cosas que los adultos pasan por alto.
A manera de ejemplo, la ocasión en que los niños gritaban alabanzas a Jesús en el templo durante la semana previa a la Pascua. Los niños alababan sin inhibición, mientras los líderes temían que las cosas se salieran de control –su control, por supuesto.
Los niños estaban absortos con Jesús –no tenían la más mínima idea de cómo otros les veían otros o de lo que estuvieran pensando. Por otro lado, a los líderes les preocupaba cómo lucían, o aferrarse a su posición, o lo que los demás pensarían sobre esta escena.
En esta ocasión los niños tenían la razón. Los adultos, no.
¿Por qué debo alabar?
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Debemos alabar al Señor porque Dios ama la alabanza y busca adoradores (Juan 4:23)
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Debemos alabar a Dios porque la alabanza es la principal y eterna ocupación en el cielo. (Ap. 4-5)
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Debemos alabar al Señor porque Él nos manda alabarlo. ¿Sabías que el mandamiento que se repite con más frecuencia en toda la Palabra de Dios es el mandamiento de “alabar al Señor”? (Sospecho que también debe ser el mandamiento que con más frecuencia descuidamos).
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Debemos alabar al Señor porque Él merece nuestra alabanza y adoración (Ap. 4:11)
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Debemos alabar al Señor porque fuimos hechas para deleitarlo; y lo hacemos, cuando Lo alabamos. ¿Alguna vez te has preguntado cuál es tu propósito en esta tierra? Cuando alabas a Dios, cumples el propósito más alto para el cual Él te creó.
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Debemos alabar al Señor porque la alabanza nos lleva a Su Presencia y atrae Su gloria (Salmo 22:3).
Un estilo de vida de alabanza
Las Escrituras enseñan que la alabanza, adoración y acción de gracias han de ser la ocupación eterna de todo creyente. La alabanza no es simplemente una actividad que se limita a horarios programados; debiera ser un continuo estilo de vida.
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La alabanza es una expresión de fe y un acto de la voluntad. No está basada en cómo nos sintamos. David comprendió este concepto -como pocos lo hicieron en las Escrituras- cuando escribió lo siguiente durante uno de los periodos más oscuros de su vida:
Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; continuamente estará su alabanza en mi boca. (Sal. 34:1)
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Alabar es un ministerio que hacemos para Dios. La alabanza es primera y primordialmente, para Dios, no para nosotras (Ex. 30).
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La alabanza es tanto pública como privada, así como el marido y la mujer pueden mostrar su afecto uno por otro, ya sea cuando están a solas como cuando están con compañía. (Sal. 107:32; Dn. 6:10).
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Alabar requiere de una participación personal. –no es un deporte para espectadores. (Salmo 103:1).
Hace muchos años tuve una experiencia que creo que no olvidaré jamás. Estaba de viaje pasando la noche en casa de una amiga. Un pastor y su esposa quienes venían de Nigeria también estaban como invitados allí. A mitad de la noche, me despertó un sonido que no se compara a ningún otro que hubiere oído antes. En la habitación contigua, esa querida pareja cantaba “Cuán grande es Él” –despacio, en alta voz, con un acento fuerte y con todo su corazón. ¡No estaba segura, pero creía que había muerto y me encontraba en el cielo!
Ese hombre y esa mujer no eran espectadores. Estaban ahí mismo en escena –participantes activos en la gran obra eterna de alabanza, interpretando para una audiencia sagrada de Uno.
¿Cómo debo alabar?
La Palabra nos enseña e ilustra muchas expresiones diferentes de alabanza y adoración. Pide al Espíritu Santo que te dirija en tu alabanza. He aquí algunas maneras en que Él puede guiarte a responder:
Alaba, alma mía, al Rey de los cielos, traed a Sus pies vuestro tributo;
Rescatado, sanado, restaurado, perdonado, cantad Sus alabanzas por siempre;
¡Aleluya! ¡Aleluya! Alabad al Rey eterno.
-Henry F. Lyte (1793-1847)
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Postura física. Una variedad de posturas físicas diferentes (Salmo 95:6; Neh. 9:5; Ap. 4:10, Sal. 47:1) pueden usarse para la alabanza.
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Habla con el Señor. Podemos usar nuestra boca para expresar amor, alabanza y acción de gracias al Señor (Salmo 145:5)
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Canta para el Señor. Esta es una de mis expresiones favoritas de alabanza y una de las que creo que merece especial atención.
¿Tienes alguna forma o canción favorita de alabar al Señor? ¿Cómo estás alabando hoy al Salvador?
Adaptado del libro de Nancy, El lugar apacible. Usado con permiso.
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