¡Los cielos cuentan la gloria de Dios!

Esas palabras del Salmo 19 siempre han cautivado mi corazón. Sé que toda la creación muestra Su eterno poder y deidad, y sé también que el anhelo más profundo del corazón humano y de todo lo creado se resume en esto: Su gloria.

Hay algo de los cielos que siempre que los contemplo me lleva a pensar, anhelar y a orar: «Señor, enséñame esa gloria que Tú dices que los cielos cuentan, déjame ver más allá de lo que mis ojos físicos ven».

El año pasado Dios contestó, en parte, esa oración. Mientras leía con mis nietos la Biblia para niños de Sally Lloyd Jones, Él nos dio un «pequeño» vistazo sobre los cielos y Su gloria.

«Los cielos cantan lo grande que es Dios y 

los cielos gritan: ¡Vean lo que Dios ha hecho!

Día tras día….

Noche tras noche…

Nos hablan».

(Salmo 19:1-2)

Dios escribió: «te quiero»; lo escribió en el cielo, y en la tierra y debajo del mar. ¡Escribió un mensaje en todas partes! Dios creó todo lo que hay en el mundo para que le refleje como un espejo, para mostrarnos lo que Él es, para que nos ayude a conocerlo, para hacer que nuestros corazones canten».

Cuando me detuve para reflexionar sobre lo que leíamos, les hice varias preguntas: «¿Cuál es el mensaje que nos da el cielo? ¿Qué nos refleja de nuestro Dios? ¿Cómo nos ayuda a conocerlo? ¿Cómo lo conocemos mejor a través de los cielos? ¿Qué nos dicen, qué nos gritan los cielos? ¿Cuál debe ser nuestra respuesta?».

Esta fue nuestra lista (pero de ninguna manera es exhaustiva, te animo a hacer la tuya propia):

Su poder: Dios creó de la nada todo lo que vemos. El trueno y el relámpago nos hablan de Su gran poder. Las estrellas, el sol y la luna. «Maravillosamente truena Dios con Su voz, haciendo grandes cosas que no comprendemos. Porque a la nieve dice: “Cae sobre la tierra”, y al aguacero y a la lluvia: “Sean fuertes”. Del sur viene el torbellino, y del norte el frío. Del soplo de Dios se forma el hielo, y se congela la extensión de las aguas. También Él llena de humedad la densa nube, y esparce la nube con Su relámpago» (Job 37:5-6, 9-11).

Su soberanía: No podemos controlar si llueve, sale el sol, cae nieve, o por donde soplan los vientos. «Todo cuanto el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Él hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos» (Salmo 135:6,7).

Su fidelidad: Podemos confiar en que cada día cuando amanece el sol saldrá por el este y se pondrá por el oeste. «Mientras la tierra permanezca…el día y la noche nunca cesarán» (Génesis 8:22).

Su bondad: Dios hace salir Su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. «¡Cuán numerosas son tus obras, oh Señor! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de Tus posesiones» (Salmo 104:24).

Su creatividad: Cuando todo era desorden y oscuridad, «Dijo Dios…» y fue hecho. Todo lo creado en los cielos nos habla de Su extraordinaria creatividad. El amanecer, los atardeceres con sus colores, el azul del cielo, el algodón de las nubes, sus formas…

Su inmensidad: «Porque como son los cielos son más altos que la tierra, así Mis caminos son más altos que sus caminos…» (Isaías 55:9) no los podemos medir.

Su grandeza: «Si los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener…» (1 Reyes 8:27). «Tuya es, oh Señor, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; tuyo es el dominio…» (1 Crónicas 29:11).

Su misericordia: Cada mañana nos anuncia que hay un nuevo día, limpio, fresco. «Las misericordias del Señor…son nuevas cada mañana» (Lamentaciones 3:22-23).

Todo esto nos apunta a Su Hijo, quien sustenta todas las cosas con la Palabra de Su poder y todas en Él subsisten (Col. 1:17, Heb. 1:3). Los astros, el sol, la luna y las estrellas, junto a todos los planetas del sistema y las galaxias están en orden mostrándonos la gloria del Hijo, quien un día, a pesar de las densas tinieblas que cubren este mundo, resplandecerá como el Sol de justicia una vez y para siempre.

Así que, hoy cuando te levantes o salgas a ver el día, no te conformes con simplemente decir: «Ya amaneció u hoy no va a llover». Mejor pregúntate: «¿Qué mensaje me está dando Dios hoy a través de los cielos?». Los cielos cuentan la gloria de Dios…. Levanta en alto tus ojos, y mira quién creó estas cosas…tal es la grandeza de Su fuerza y el poder de Su dominio. Que esta contemplación te lleve a alabar y dar gracias a Aquel que es el resplandor de Su gloria, y la imagen misma de Su sustancia (Heb. 1:3). ¡Sea la gloria de Jehová para siempre! ¡Alégrese Jehová en sus obras!

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Sobre el autor

Patricia Acebal de Saladín

Patricia vive en Santo Domingo, República Dominicana. Está casada con Eduardo Saladín, pastor de Iglesia Bíblica del Sola Gracia en Santo Domingo. Le apasiona llevar el mensaje de la feminidad bíblica a las mujeres de habla hispana. Su anhelo es … leer más …


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