Lo que realmente oculto al no querer revelar mi edad

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.

Salmo 90:12

En mi adolescencia cuando me preguntaban la edad, tendía a decir: “Tengo 15 años, pero en tantos meses cumplo los 16” y así progresivamente, realmente lo que quería era aparentar más adulta. Sin embargo, ya atravesando mis veinte más largos, ya no me apuro por aumentarlos con tanta facilidad como antes.

Estando en un grupo femenil, conversábamos amenamente y muy risueñas, cuando una de ellas introdujo el tema de la edad, y fue sorprendente como las risas cesaron y los rostros alegres se volvieron más serios. Lo que pasaba es que muchas no querían que su edad fuese revelada, considerando la misma como un “tesoro profundamente oculto” que si tratas de descubrirlo posiblemente salgas herida.

Si bien es cierto que muchas veces si no existe motivo alguno, no hay necesidad de propagar a los cuatro vientos la edad, y más cuando quien la pregunta tiene la intención de burlarse u otras motivaciones de hacernos sentir mal. Pero, ¿Qué oculto realmente al no querer revelar mi edad?

Aquí algunas posibles motivaciones ocultas en nuestros corazones:

1.Tengo “tantos” años y aún sigo soltera, si les digo la verdad harán críticas de mí.

2.Estoy casada, pero aún no he tenido hijos, de seguro comentarán eso sobre mí, si digo mi edad.

3.No los digo, porque quiero aparentar más joven de lo que realmente soy.

4.Soy la más joven del grupo y no me tomarán en cuenta.

5.No me gusta decir la edad, porque aún no he logrado el título y los planes que anhelo.

Si te fijas, este tipo de argumentos se centran en lo que las personas van a decir de mí, en el egocentrismo e inconformidad. En el verso que citamos, se nos insta a repetir la petición del salmista para que a medida que avanzamos en edad se refleje en nosotras la sabiduría que Dios da a los Suyos.

Pidamos al Señor que en lugar de avergonzarnos de nuestra edad, podamos:

-       Glorificar a Dios porque están siendo llenados de sabiduría.

-       Reflejar que no importa la etapa de la vida en que me encuentro y aún con deseos insatisfechos, tengo contentamiento en mi corazón para con Dios.

-       Invertir el tiempo y mis energías en el servicio de la obra de Cristo y hacia los demás.

-       Que otros puedan glorificar a Dios, por el testimonio y la bendición que he sido para ellos a través de mi vida.

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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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Sobre el autor

Rosanna Ramírez de Rosario

Rosanna Ramírez de Rosario es esposa de Smaily Rosario. Residen en la ciudad de La Romana. Está convencida de la inmensa capacidad con la que Dios ha dotado a la mujer para desempeñar la función que El le asignó en … leer más …


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