Lo que hemos perdido

Unas semanas atrás, compartí un devocional con el equipo de trabajo de Aviva Nuestros Corazones. Cada lunes cuando nos reunimos a presentar la semana delante del Señor oramos y nos animamos desde la Palabra de Dios. Reflexionaba en que debemos estar agradecidas como equipo. Y yo, de forma individual por igual. 

¿Por qué estar agradecidas?

  1. Viendo la situación mundial con el Covid-19 podemos dar muchas gracias a Dios, de que ninguna de nosotras nos hemos visto afectadas por esta pandemia. 
  2. Podemos dar gracias porque hicimos una conferencia de más de 6 mil mujeres en otro país y sólo por la gracia de Dios, milagrosamente, no hubo contagios. 

Al ver las estadísticas en las últimas semanas y ver lo fácil que se puede transmitir este virus, es que mi mente puede ver lo asombroso que es nuestro Dios. Recuerdo que las que asistieron viajaban juntas, dormían en una misma habitación (hasta en grupos de 4), compartían comidas, y aun así, ninguna sufrió consecuencias. ¡Eso es increíblemente asombroso!

Sin embargo, Dios me había estado inquietando con compartir acerca de las pérdidas que todos enfrentamos en este tiempo de pandemia. Tal vez pienses que no has tenido ninguna pérdida, pero la realidad es que todos hemos perdido mucho. El que celebremos con gratitud, no elimina la tristeza de una pérdida. Quiero llevarte a una reflexión que hice aquel fin de semana, a finales de mayo, antes de mi meditación.

Ése sábado celebrabamos el primer año de mi nieta Vera, que es la menor de mis cuatro nietos. Habíamos esperado ese día por mucho tiempo. Mis hijos habían estado viviendo fuera del país, y por primera vez en años, mi hijo y su familia estarán residiendo por un año en donde vivimos. Eso es parte del por qué esta fecha era tan esperada, para poder estar en el cumpleaños de mi nieta. Pero debido a la pandemia, tuvo que hacerse por Zoom (el nuevo medio de reunión virtual de esta época). 

Entonces, en medio de la gratitud de poder celebrar con toda la familia la vida de esta pequeña, y poder verla reír y disfrutar su bizcocho; pude darme cuenta que al mismo tiempo tenía una tristeza enorme. No entendía en ese momento el «por qué». Una mezcla de emociones llenó mi mente. Entonces pude percatarme de que, a pesar de estar agradecida, también me sentía muy triste. Debía traer mi alma al Señor al darme cuenta de que estaba atravesando un tiempo de pérdidas. 

  • Hemos perdido momentos especiales con los nuestros, hemos perdido planes, fechas importantes, hemos perdido amistades (posiblemente), y con ellos, hemos perdido la necesidad que tiene el hombre de hasta poder despedirse en un funeral.
  • Hemos perdido viajes, la posibilidad de visitar familiares (en mi caso, de poder visitar a mis otros nietos), o quizás unas vacaciones que habías planeado para este tiempo y que por mucho tiempo habías estado esperando.
  • Algunos de los nuestros han perdido graduaciones y bodas por las que habíamos orado, que estaban planeadas para este momento. Otros han perdido sus trabajos, y a muchos, sus salarios les ha sido disminuido. Eso lleva muchas familias a perder sus comodidades, o un estilo de vida al que estaban acostumbrados. 
  • Se han perdido las clases presenciales en los colegios. Algunos perdieron muchos de sus clientes y ven sus negocios sin saber cuál será su futuro. 
  • Más aún, hemos perdido la posibilidad de reunirnos en la iglesia estos meses, hemos tenido que aprender a tener cultos en línea y adorar desde nuestros hogares sin la comunión de los hermanos. 
  • Así que la realidad es que apercibidos o no todos estamos en situaciones de pérdidas. Y toda pérdida lleva consigo duelo.

Se han descrito 5 etapas como parte del duelo, y la primera de ellas es la negación o falta de aceptación de lo que estoy viviendo.

La segunda de ellas es la irao protesta contra Dios. Podemos sentir frustración por lo que estamos atravesando, sobre todo por la incapacidad de poder cambiar las circunstancias o revertirlas. No queremos aceptar esa realidad, o más bien, no deseamos que nos suceda a nosotros. 

Como creyentes, necesitamos ver todo lo que vivimos a la luz de la Palabra y confiar en Sus promesas. Entendiendo que al hacerlo, no es que tengamos una «vacuna» para que no atravesemos por el fuego o por aguas profundas (Is. 43:2). El creyente vive en esa tensión todo el tiempo. La vivieron algunos de los profetas en el AT.

Recordemos que:

  1. Elías mató 400 profetas falsos de Baal, y luego de huir, lleno de temor de Jezabel; Elías enfrentó angustia y temor. 
  2. Jeremías era un profeta que vivía según los designios de Dios y maldijo el día de su nacimiento. Podemos ver su lucha interior. Jer. 20:14-15
  3. Los Salmos están llenos de situaciones que nos muestran cómo un hombre de Dios con una relación íntima con Él, experimenta una gama de emociones, gozo, temor, confianza, dolor, esperanza, tristeza profunda, certeza de su presencia, etc. Siempre viviremos en la tensión entre vivir en la voluntad de Dios y aceptar con gozo las circunstancias orquestadas por Él. 
  • «!Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo». Sal. 84:1-2

¿No te parece algo maravilloso, que nuestra alma hubiera podido escribir en esta época de confinamiento? «Este es el anhelo de Sus hijos, volver a la casa de Dios, entrar por sus atrios con alabanza.» O como dice el Salmo 122. «Yo me alegré con los que me decían vamos a la casa del Señor.» ¡Cómo anhelamos eso ahora!

Dios entiende nuestra tristeza, Él sabe que pasaremos por momentos que serán difíciles aun haciendo Su voluntad, como fue el caso de los profetas que vimos antes. Cada uno de nosotros padece por el pecado, sea nuestro o por el que ha afectado la creación desde Génesis 3; ya que ella ahora no despliega toda la gloria para la cual fue creada. «Ella sufre y gime como con dolores de parto» y esa es la razón por la que sufrimos, nos enfermamos y experimentamos catástrofes, pero ella está expectante, anhelando la redención junto a nosotros. Ro. 8:22-23

La palabra nos enseña a cómo lidiar con el dolor y cómo cerrar un ciclo ante la pérdida de un ser querido.

  • Gen. 23:2, un pasaje que nos habla cuando perdemos a alguien amado. «Murió Sara, y Abraham se fue a hacer duelo y llorar por ella».
  • Deuteronomio 34:8 y los hijos de Israel lloraron a Moisés por 30 días en la llanura de Moab, y así se cumplieron los días de duelo por él.

En estos meses algunos hemos visto partir familiares, personas amadas, pastores conocidos o amigos. Quizás tu has enfrentado la pérdida de alguien muy cercano. Y lamentablemente, los que actualmente están pasando por esta pena tan grande, han tenido que llorar su pérdida desde lejos, y a los amigos ni siquiera los podemos acompañar en su dolor para darles un abrazo, que es tan necesario

El duelo debe ser completado y estamos saltando etapas (como los entierros). Esto solo lo vivimos en tiempos de guerras. Pero a diferencia de cuando una nación se encuentra en ella, nadie estaba preparado para esto.

Sólo deseo recordarte en la medida que continuaremos con este tema, que nuestro Dios reina. No sucede nada que Él no haya permitido (Lam. 3:37). Sólo Su propósito es el que prevalecerá (Is. 46:10). Veremos como Él trae consuelo a nuestros corazones en medio de lo que ahora puede parecer un caos. 

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Sobre el autor

Elba Ordeix de Reyes

Esposa de Roby y madre de tres hijos adultos: Gabriel, Anna Gabriela y Andrés. Abuela de Noël, Lucas, Olivia, Vera y Julia Ann.

Anhela vivir una vida Coram Deo o en Su presencia cada día. Tiene pasión porque las mujeres … leer más …


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