Siendo una nueva creyente, recuerdo leer y volver a leer Tito 2:3-5. Lo ponía en mi memoria rápidamente. Qué plan más útil, pensé. Estaba tan emocionada de cómo esta lista me ayudaría a establecer mis prioridades como una mujer cristiana y simplificaría la obra que tenía por delante en mi familia, hogar e iglesia. Como lo veía, mis tareas simplemente eran:
- Amar a mi esposo.
- Amar a mis hijos.
- Tener dominio propio.
- Practicar la pureza.
- Ser una cuidadora de mi hogar.
- Ser amable.
- Sujetarme a mi esposo.
Ciertamente cada día podía simplemente mantener esta lista en mi mente y luego chequear, chequear, chequear las tareas hechas hasta que el tiempo de acostarme se presentara y luego me iría a dormir y comenzaría nuevamente el día de mañana.
Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen[a] a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. (Tito 2:3–5).
Apostaría que muchas de nosotras tenemos este pasaje subrayado en nuestras Biblias y aún memorizado. Existen muchas virtudes y cualidades del carácter cristiano que queremos cultivar, pero probablemente ningún otro pasaje ha sido más grandemente estudiado por las mujeres de la iglesia que Tito 2:3-5.
Este pasaje es ampliamente (y correctamente) enseñado para ser un plan de discipulado para mujeres mayores quienes mentorean a mujeres más jóvenes. Es un llamado a hacer relaciones entre las generaciones de las mujeres dentro de la iglesia. ¿Quieres saber que enseñar a mujeres más jóvenes? O, si eres una mujer joven, ¿quieres saber qué preguntas hacer o qué cualidades emular de una anciana? Dios nos lo ha dicho en Tito 2:3-5. Todo está preparado.
Pero yo he caído dentro de dos diferentes zanjas cuando tomo estos versículos fuera del más amplio contexto por el cual fueron escritos y no los considero dentro del contexto de todo el libro de Tito. Cuando solamente veo los versículos 3-5 del capítulo dos, veo una lista útil. Y cuando veo una lista, me emociono porque todas sabemos que ¡las listas son asombrosas! Sin embargo, hay más aquí que una simple lista de deberes. Tristemente podemos deslizarnos en el error si no estudiamos un pasaje en su totalidad.
Zanja Número Uno: Justicia Propia
Me vuelvo orgullosa porque tengo un día de “estar practicando Tito 2.” Internamente podría pensar, Hay un delicioso guiso en la olla a fuego lento, los panes hechos en casa se están dorando, la casa está ordenada, y mis brillantes hijos completaron todo su trabajo de escuela con sonrisas grandes. Mi matrimonio está libre de conflictos, y es porque yo he sido obediente a Dios en Sus instrucciones para las esposas de sujetarse a sus maridos. Oh sí, soy bastante asombrosa.
Juzgamos que realmente lo hicimos muy bien al cumplir nuestros deberes de Tito 2 y que satisfacemos nuestras propias expectativas acerca de cómo es el matrimonio, maternidad, y vida de hogar piadosos.
Tristemente, este entendimiento limitado de Tito 2:3-5 puede producir una zanja aún más profunda. Porque si continuamos en el pecado del orgullo de la justicia propia en satisfacer mis propias bajas expectativas, puedo comenzar a basar mi valor en mi desempeño. Algunas de nosotras llegamos hasta el fondo de esta “zanja,” cayendo espiritualmente de cara, donde Dios trae este pecado a la luz. Es entonces cuando Él nos saca y pone nuestros pies nuevamente sobre Su fundamento firme de amor, perdón y gracia.
Muchas de nosotros hemos confiado solamente en Cristo para nuestra salvación, pero gradual e inconscientemente podemos revertir a una relación con Dios basada en obras. Podemos reconocer que nuestros mejores esfuerzos no pueden llevarnos al cielo, pero pensamos que estos pueden ganarnos las bendiciones de Dios aquí en la tierra. Yo todavía lucho con estas tendencias aun cuando se lo que es mejor. Como Jerry Bridges dice en su libro Gracia Transformadora, “Sabemos que somos salvos por gracia, pero pensamos que debemos vivir por medio de nuestro ‘sudor’ espiritual.”
Algunas de mis hermanas que están leyendo esto podrían sentirse incómodas en este momento. ¿No nos dice la Biblia que nos ocupemos de nuestra salvación, que busquemos la santidad y que añadamos a nuestra fe virtudes como la bondad, conocimiento y dominio propio?
Sí, lo dice. La Biblia está llena de exhortaciones para perseguir las disciplinas de crecimiento espiritual. Y por causa de nuestras naturalezas humanas y legalistas debemos ser recordadas que el perseguir crecer en santidad no significa que estamos ganando las bendiciones de Dios en nuestras vidas y hogares. Se nos debe de recordar frecuentemente que nuestra santificación no es una relación con Dios de 50/50, como si yo proveyera la mitad del crecimiento con mis méritos y la mitad con la ayuda de Dios. No, fuimos justificadas solamente por Su gracia y somos santificadas solamente por Su gracia.
Zanja número dos: Deja de intentar
Me abrumé y me desanimé porque nunca parecía que llegaba a la expectativa. Todo lo que Tito 2 me presenta para hacer parece inalcanzable. Examino estos tres versículos y veo profundamente dentro de cada virtud de la lista y luego miro mi propio corazón y vida y veo como me quedo corta. (No sé tú, pero yo no he amado consistentemente a mi esposo e hijos, de una manera perfecta, ni con un completo dominio propio, ni una conducta pura durante un día entero, y mucho menos una vida entera.)
Como C. S. Lewis dijo en Mero Cristianismo, “Ningún hombre sabe cuán malo es hasta que ha intentado arduamente ser bueno.” Es tentador tirar la toalla y dejar de intentar porque no hay ninguna manera en la que podamos ser lo suficientemente buenas.
Pero si leemos todo el libro de Tito, nos encontramos con que Pablo se dirige hacia otros grupos de personas además de las ancianas y las mujeres mayores. El también instruye a los ancianos, los hombres jóvenes, a Tito mismo y luego a los amos y los esclavos. Y dentro de todas estas maravillosas y prácticas listas de comportamientos por los que muchos tipos de personas cristianas deben luchar, encontramos los versículos 11-14 … los cuales deberían causarnos hacer piruetas y gritar Aleluya:
Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús, quien se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras.
Nuestra búsqueda de la santidad, la cual es nuestros intentos por obedecer los mandamientos encontrados en Tito 2:3-5, son un derramamiento de la gloriosa verdad de nuestra salvación. Estos no son lo importante; son el resultado de lo importante – nuestra “bienaventurada esperanza.” Si estas características no son un derramamiento natural de la obra de Dios en nuestros corazones en lugar de una lista espiritual que vamos tachando, fácilmente podemos llenarnos de orgullo y autosuficiencia (en los días buenos) o sentirnos abrumadas y vencidas (en los días malos). No podemos separar estos mandamientos del Espíritu Santo quien nos capacita. Si no fuera por Su obra en nosotros, ni siquiera tendríamos el deseo de guardarlos.
Libertad de una Lista
No hay un solo día en el cual podamos vivir estos mandamientos perfectamente. A través de la mano de Pablo, Dios nos ha dado las instrucciones de cómo comportarnos dentro del hogar y la familia. Y afortunadamente, Dios bendice nuestros hogares sin basarse en nuestros méritos o deméritos, sino basándose en los méritos que Cristo compró 2,000 años atrás en una cruz romana. Más aún, podemos regocijarnos en saber que mientras tratamos de obedecer, El diariamente proveerá el deseo, la fuerza y la gracia para que amemos a nuestros esposos, hijos, y hogares con dominio propio, sumisión y pureza.
¿Cuál es el remedio para evitar caer en las zanjas del error en alguno de los lados de Tito 2:3-5? Es provocarnos a recordar frecuentemente que: “todo esto procede de Dios” (2 Cor. 5:18.)
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