Hace casi 7 meses Dios me permitió ser mamá por primera vez. Desde entonces he tenido el deleite de cuidar a nuestra preciosa bebé, Maia Isabelle. Y quiero compartirte que recientemente me pidieron que diera una reflexión en un «baby shower», una fiesta para celebrar la futura llegada de un nuevo bebé. Cuando consideraba qué compartir con la futura mamá, y recordando que sólo tengo 6 meses de experiencia en la maternidad, decidí compartir algunas de las lecciones que Maia me está enseñando sobre Dios como mi Abba Padre.
Acompáñame a ver la primera.
Nuestro Padre siempre provee. Él no niega nada bueno a sus hijos (Sal. 84:11).
Cuando Maia apenas tenía unas pocas semanas de nacida, su llanto por hambre era muy intenso. Ella había entendido que la leche venía poco después de estar en mi regazo. A veces, cuando todavía estaba preparándome para lactar, la ponía de nuevo en el regazo, en lugar de lactarla inmediatamente. Entonces, ella me miraba con unos ojos de pena y desilusión, y comenzaba a llorar de nuevo. Como si me dijera con su mirada: «¡Pensé que me ibas a alimentar! ¿Por qué estoy de nuevo aquí sin comer?». En una de esas ocasiones le dije: «Pero Maia, mi amor, yo nunca te he fallado. ¡Yo siempre te alimento!».
En seguida, el Espíritu Santo me recordó cómo ese cuidado y fidelidad que le mencioné a Maia, es aún más cierto acerca de nuestro Dios para con Sus hijos. Nuestro Padre en los cielos nunca nos ha fallado y nunca nos fallará. El Salmo 84:11 dice: «Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad». Su naturaleza es constante y fiel. Él es fiel a Sus promesas. Siempre provee para cada una de nuestras necesidades.
Lo cierto es que, como madre, le voy a fallar a Maia. De hecho, ya he pecado contra ella. He sido impaciente y a veces me he enojado cuando ella llora y no entiendo lo que quiere o necesita. Por momentos he resentido el tener que darle tanto y no recibir mucho a cambio. Estoy aprendiendo a descansar verdaderamente en mi Dios y mi Salvador y en Su provisión que me ha dado en Cristo para mi labor como mamá.
Tú también, de una manera u otra, pecarás contra tu bebé. Pero, de igual manera, puedes descansar en tu Salvador, en Su justicia perfecta, y en Su victoria sobre tu pecado.
Espero poder enseñarle a Maia que mami necesita un Salvador tanto como ella. Oro para que Dios te permita enseñarle esto a tu hijo también. Espero que nuestros hijos nos puedan ver gloriándonos en nuestro Padre perfecto que envió a Su Hijo para proveer fielmente lo que más necesitamos: la salvación de nuestros pecados y la justicia perfecta de Cristo. Nuestra gloria no es nuestra habilidad de serle fiel a nuestros hijos y nunca fallarles, sino el Dios que nos ha llamado a ser su mamá porque ese Padre es fiel. La obediencia perfecta de Cristo, Su muerte por nuestros pecados y el poder de Su resurrección son la provisión fiel de nuestro Padre para cada momento de nuestra maternidad.
¿Cuál es una debilidad en tu vida que te desanima? ¿Cuál promesa de Dios contrarresta esa debilidad? ¿Qué significa, en términos prácticos, gloriarse en esa debilidad?
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?
Donar $3
Únete a la conversación