Lecciones que mi hija me ha enseñado acerca de mi Abba Padre - Parte III

A menudo me sorprende la vulnerabilidad de Maia, mi bebé. Ella depende de nosotros completamente; no solo para que la alimentemos y le cambiemos el pañal, sino que depende de nosotros en todo. Recuerdo cuando tenía pocas semanas de vida y su chupón se cayó justo debajo de su barbilla. Ella no sabía cómo ponerlo de nuevo en su boca, me necesitaba aun para eso. Es precisamente con esta lección que quiero terminar esta serie de artículos sobre lo que Maia me está enseñando acerca de nuestro Padre.

Somos completamente inútiles, pero nuestro Dios es completamente suficiente.

Así como Maia no podía ponerse su chupón sin mi ayuda, nosotras también necesitamos a Dios desesperadamente. Somos pecadoras y débiles. Precisamos un Salvador que nos rescate y enseñe a morir a nosotras mismas, una y otra vez. Nuestra inhabilidad es tal que nosotras no podemos proveer para nuestros hijos a menos que Dios provea primero.

He descubierto que el día que Maia nació, Dios me puso un «corazón de mamá», el cual es sumamente vulnerable. Aun cuando mi transición a la maternidad fue relativamente fácil, me he percatado de lo débil que es mi fe. Nunca había recibido un regalo como Maia; es un tesoro precioso que me necesita completamente. Mientras más pienso en cuán pequeña e indefensa es, aumenta el temor en mi corazón porque veo lo diminuta y desvalida que soy. Cada día me enamoro más de ella y percibo lo poco que confío en Dios. La maternidad es un llamado a ser vulnerables. Mientras más amamos, más exponemos nuestro corazón. Pero es en nuestra debilidad que Dios revela la belleza de Jesús a nuestros corazones. Por eso, Isaías 40:11 me consuela tanto: «Como pastor apacentará Su rebaño, en Su brazo recogerá los corderos, y en Su seno los llevará; guiará con cuidado a las recién paridas». Él es tierno y nos guía con cuidado mientras aprendemos a ser mamás en nuestra debilidad y vulnerabilidad.

El contexto de este versículo es maravilloso. ¿Quién es el Dios que guía con cuidado a las recién paridas? El profeta Isaías procede en los próximos versículos a describirlo: «Él es el que está sentado sobre la redondez de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él es el que extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar» (v. 22). Pero aún más, en el Nuevo Testamento aprendemos que Jesús es nuestro Pastor; por lo tanto, Él mismo nos apacienta como mamás. Jesús sabe lo débil que son Sus ovejas y cuánto necesitan un pastor; no se avergüenza de nuestra debilidad. Por el contrario, Él fue hecho semejante a nosotras, en todo. Por eso es un fiel y misericordioso Sumo Sacerdote. El ora por nosotras delante de Dios con misericordia, y debido a que Él fue tentado, es poderoso para socorrernos cuando somos tentadas (Heb. 2:17-18). Ese Jesús, poderoso, suficiente y tierno, es el que nos apacienta con cuidado en esta labor tan preciosa y vulnerable que es criar.

Lee Isaías 40. ¿Cómo describe Isaías a Dios? Escribe una oración usando las frases que describen a Dios. Adórale por quien Él es según vemos en este capítulo. Confiésale las áreas en las que te sientes cansada y te resulta difícil esperar en Él.

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Sobre el autor

Aylín Michelén de Merck

Aylín Michelén de Merck es esposa y mamá de tres hijos. Vive con su familia en el Medio Oriente. Aylín disfruta el guacamole, el café con leche de menta y todas las cosas que incluyen chocolate. La característica más importante … leer más …


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