Lecciones que mi hija me ha enseñado acerca de mi Abba Padre - Parte II

Esta es la segunda parte de una serie de tres, donde narró las lecciones que mi hija me ha enseñado acerca de mi Abba. Estoy descubriendo que nuestros hijos son una bendición porque Dios los usa para revelarnos más de Su paternidad. Dios usa la crianza de nuestros hijos para «criarnos», entrenarnos y hacernos más como Su Hijo. ¡Es precioso! En el primer artículo me enfoqué en la provisión fiel de nuestro Dios. En esta ocasión la lección en la que quiero que meditemos juntas es la siguiente:

El corazón de Dios es compasivo aun cuando causa dolor.

Por lo general, Maia es una bebé muy conforme, pero hay momentos cuando expresa un deseo muy fuerte de estar en nuestros brazos. Cuando la pongo en su cunita o en un columpio, llora fuerte, quejándose; su llanto rompe mi corazón. ¡Es tan triste! Quiero que esté contenta, pero sé que, a largo plazo, es bueno que aprenda a consolarse y a estar sola, pues no siempre puede estar en mis brazos. Sé que es bueno para ella, pero mi corazón se enternece al ver su carita con lágrimas.

Esto me hizo pensar en el corazón de Dios. Hay ocasiones en las que Dios dice «no» a mis anhelos porque sabe lo que es mejor para mí. Al mismo tiempo, debido a que me ama, Su corazón es compasivo cuando atravieso momentos difíciles que me hacen sentir triste ante Su providencia.

Lamentaciones 3:31-33 nos dice: «Porque el Señor no rechaza para siempre. Antes bien, si aflige, también se compadecerá. Según Su gran misericordia.Porque Él no castiga por gusto. Ni aflige a los hijos de los hombres». Él sabe que cuando permite dolor en nuestras vidas, está obrando Su perfecta voluntad, por eso debemos recordar que, aunque nos aflige, Su corazón está lleno de misericordia. Él tiene compasión de acuerdo a Su GRAN misericordia hacia Sus hijas.

¿No es un pensamiento maravilloso? El Dios que hizo los cielos y la tierra tiene un corazón tierno y compasivo cuando estamos bajo Su providencia aflictiva. Una de las tentaciones que enfrentamos en la aflicción es dudar de Su amor o bondad; viéndonos tentadas a pensar que estamos bajo Su castigo; pero si somos hijas de Dios, ya Cristo cargó el castigo que merecíamos.

El Señor no obra la salvación en nuestras vidas con severidad sino con ternura, así nos lo confirma en Jeremías 32:40-41 cuando expresa: «Haré con ellos un pacto eterno, de que Yo no me apartaré de ellos para hacerles bien, e infundiré Mi temor en sus corazones para que no se aparten de Mí. Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo Mi corazón y con toda Mi alma». Nuestro Dios se ha propuesto hacernos bien, se regocija en hacerlo, ¡nunca deja de hacerlo! Su corazón siempre está dispuesto a mostrarnos Su bondad, especialmente cuando sufrimos bajo Su mano aflictiva. En Cristo, lo único que recibimos, siempre, de parte de Dios es misericordia y bondad.

¿Estás pasando por una situación difícil? ¿Te es difícil creer que Su corazón es compasivo en medio de tu aflicción? Te invito a ir al Salmo 23:6 e Isaías 53:5-6 y medita en lo que Cristo hizo a nuestro favor y en nuestro lugar.

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Sobre el autor

Aylín Michelén de Merck

Aylín Michelén de Merck es esposa y mamá de tres hijos. Vive con su familia en el Medio Oriente. Aylín disfruta el guacamole, el café con leche de menta y todas las cosas que incluyen chocolate. La característica más importante … leer más …


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