Mi vida cambió radicalmente en la universidad. Era el año 1997, yo era una nueva cristiana y luchaba con el dolor debido a que al inicio del año escolar mi novio cristiano había terminado nuestra relación de dos años. Al principio, tratamos de ser «solo amigos» lo que me lanzaba a una montaña rusa de emociones cada vez que recibía una llamada o un email suyo. ¿Quizás él quiere que volvamos a estar juntos? Probablemente me extraña y por eso me busca.
Pero cuando regresamos a nuestra ciudad para las fiestas de Acción de Gracias, él me dijo unas palabras que fueron como una puñalada en la espalda «Eres como una hermana en Cristo para mí» ¡¿Qué!? Después de dos años de noviazgo y de haber continuado comunicándonos…mi corazón estaba deshecho en mil pedazos de nuevo. Sabía que las cosas debían cambiar. Entonces encontré un pequeño libro rosado.
Una nueva perspectiva
El libro Búsqueda del amor (Quest for love) de Elisabeth Elliot probablemente no sea uno de los más conocidos de ella. De algún modo cayó en mis manos, y cambió completamente mi perspectiva sobre el noviazgo, el matrimonio y el «solo somos amigos». Devoré cada página de este libro. Todo era nuevo para mí -la iniciativa masculina, el cortejo, que el matrimonio fuera un regalo y no un derecho. Todas mis nociones preconcebidas respecto a estar en una relación fueron tiradas por la ventana. Vi la sabiduría de esta mujer piadosa y se inició mi cambio de paradigma.
Antes de leer este libro, no tenía problema alguno en ser quien hiciera la primera llamada ni de mostrar mi interés de una «forma sutil». Flirtear simplemente parecía ser la costumbre. ¿Qué había de incorrecto en salir con alguien simplemente por diversión?
Pero ahora mi corazón estaba destrozado y me había dado cuenta qué difícil resulta ser «solo amigos» con alguien con quien mantuviste una relación de noviazgo por largo tiempo; entendí que tenía mucho que aprender.
Elisabeth Elliot se convirtió en mi mentora a través de las páginas de su libro. Les comparto algunas de las lecciones que aprendí en el camino:
1. Ser «solo amigos» en realidad no funciona:
No pocas veces, una de las personas ha involucrado otros motivos en esa relación. En mi propia historia, pensé que podría manejar el ser «solo amigos» luego de que terminó el noviazgo. Pero en realidad, esperaba que por el hecho de permanecer en contacto volveríamos a estar juntos. Por el contrario, solo me trajo dolor y una montaña rusa de emociones. No fue hasta que cortamos la comunicación que me sentí libre de abrazar por completo el plan de Dios para mí y se inició la verdadera sanidad.
2. Dejar a los hombres ser hombres:
Nuestra cultura está programada para empujar a las mujeres a tomar la iniciativa. Nadie Nadie criticaría que una mujer sea quien haga el primer acercamiento, que llame al hombre en quien está interesada, ni que sugiera la primera cita ni siquiera que fuera ella quien haga la propuesta de matrimonio. Pero desde el principio de la creación, Dios dejó claro que el hombre sería el iniciador, el líder. Dios creó a Adán primero y Eva fue hecha de Adán. Él le puso nombre. Él es el iniciador, ella quien responde. ¡Qué opuesto a la opinión popular! Pero cuando decidí firmemente no ser quien iniciara el acercamiento a este hombre, me rendí a confiar que Dios estaba en control. Si ese joven volviera a mi vida, necesitaría ser él quien iniciara el acercamiento. Y entonces se vería más claro hacia dónde se dirigía la relación.
3. La espera no es tiempo desperdiciado:
Siempre digo que los dos años que estuve soltera en la universidad fueron los dos mejores y los dos peores. Mi corazón ansiaba por estar con ese joven que había roto mi corazón, pero Dios tenía un plan en la espera. Me sumergí en la Palabra como nunca antes, buscando consuelo y esperanza. Leí el libro de Elisabeth Elliot y tomé la determinación de hacer las cosas completamente diferentes en caso de que surgiera otra oportunidad de iniciar una relación romántica. Me vi forzada a creer en la promesa del Salmo 84:11 de que Dios no me negaría nada bueno. Esos dos años fueron como un invernadero, un tiempo de crecimiento en mi vida espiritual. Al esperar lo mejor de Dios para mí, aprendía a confiar en Él, como nunca antes.
4. El matrimonio no es un derecho, es un regalo:
Quizás esta fue la verdad que más me impactó. Siempre he asumido que me casaría. Pero después de leer este capítulo en el libro Búsqueda del amor (Quest for Love,) mi perspectiva cambió por completo. Las palabras contundentes de Elizabeth cortaron por lo sano «La soltería no debe verse como un problema, ni el matrimonio como un derecho. Dios en Su sabiduría y amor otorga ambos como un regalo» (p. 198).
¿La soltería es un regalo? ¿En verdad? Pero fueron esas palabras las que me hicieron negarme a sentarme y añorar mi relación rota. Mi porción (Salmo 16:5) para ese tiempo en mi vida, era la soltería. ¡Y no la iba a desperdiciar! Librarme tanto de las expectativas de que me volvería a casar como del temor de perderme alguna oportunidad de un cortejo, me dio la valentía de estudiar en el extranjero el año siguiente en España. Mientras compraba en una tienda para la boda de una amiga, descubrí un juego de platos a un precio especial, y decidí comprarlos para mi apartamento. ¿Por qué esperar para adquirir artículos hermosos hasta que llegue mi boda? ¡La vida comienza ahora! El regalo de Dios para mi vida en ese momento era la soltería y Elisabeth Elliot me animó a abrazarla al máximo.
Una «nueva» relación:
Irónicamente, cuando inició mi último año de la universidad, el joven que había roto mi corazón volvió a mi vida. Pero en esta ocasión, las cosas serían diferentes. En la medida en que compartíamos lo que Dios nos había enseñado y cómo nos había cambiado en el curso de esos dos años, este joven comenzó a buscarme. Le compartí cuánto había cambiado mi perspectiva sobre el cortejo y las relaciones de noviazgo, principalmente debido a lo aprendido en el libro de Elisabeth. Le pregunté cuáles eran sus intenciones con nuestra relación, le dejé saber que no había posibilidad de que fuéramos «solo amigos». Le pedí a ese robusto jugador de futbol si estaría dispuesto a leer el libro Búsqueda del amor en la medida en que reiniciábamos nuestra relación para que él pudiera entender de dónde venía la perspectiva.
Hoy este joven es mi esposo, y nos reímos cuando recordamos que él tuvo que entrar a la biblioteca de Wheaton College y pedir el libro rosado Búsqueda del amor (Quest for Love) el cual estaba colocado en el área de «colecciones especiales», donde los libros solo podían leerse en la biblioteca sin posibilidad de retirarlos de allí. No encontrabas muchos jugadores de futbol leyendo este libro de Elisabeth Elliot en una esquina de la biblioteca el viernes por la noche. Y gracias a la sabiduría de Elisabeth, nuestra relación dio un giro en esta segunda oportunidad. Nos casamos justo unos meses después de la graduación.
Gracias a Dios por Elisabeth, por haber sido un ejemplo piadoso de feminidad bíblica y complementarianismo que ha impactado a miles. Su legado vive a través de las vidas que fueron tocadas y en las páginas de sus libros que pasarán de generación a generación en los años por venir. Mi deshilachada copia rosada está lista para pasar a las manos de mis hijas en un par de años.
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