Nota: Hoy nos complace presentar una publicación de Gretchen Saffles, autora de The Well-Watered Woman. Todas sabemos lo difícil que puede llegar a ser enfrentar las críticas y cuánto daño pueden hacer a nuestro corazón, es por eso que el día de hoy, Gretchen, quien entiende lo que es sentirse abrumada e incapaz de florecer en la vida cristiana, nos anima a ver la crítica desde una perspectiva diferente y cómo al mirar a Cristo podemos encontrar la verdad que necesitamos para seguir adelante la carrera de la fe.- Yamell de Jaramillo- Blog Mujer Verdadera
Escrito por Gretchen Saffles
Surgieron de la nada, palabras que ella cuidadosamente elaboró con la intención de derribar y empañar mi identidad en Cristo. No era lo que esperaba leer cuando abrí mi correo electrónico, pero se convirtió en todo lo que podía pensar durante el día. Sus palabras venenosas comenzaron a corroer las muchas verdades que había leído en las Escrituras. Me sentí etiquetada, inútil y destrozada, todo por un correo electrónico al comienzo del día.
Las matemáticas de la crítica
Aprender a recibir críticas tiene el potencial de edificarnos o rompernos en la vida. Cuando recibí ese correo electrónico temprano en la mañana, lleno de críticas y acusaciones, inmediatamente comencé a hacer «las matemáticas de la crítica». Las matemáticas de la crítica ocurren cuando escuchamos una palabra negativa y permitimos que anule la Verdad que conocemos de la Palabra de Dios. En otras palabras, una palabra negativa tiene el poder de eclipsar todas las promesas de Dios que tenemos almacenadas en nuestros corazones. Salomón describió el poder de las palabras negativas al decir: «La lengua apacible es árbol de vida, pero la perversidad en ella quebranta el espíritu» (Prov. 15:4).
Es posible recibir palabras de afirmación, aliento y verdad de quienes nos rodean y solo escuchar y creer la única crítica negativa. Sin embargo, Cristo no nos ha dejado sin esperanza en nuestra guerra contra la carne. Como hijas redimidas de Dios, tenemos al Espíritu Santo, que nos ayuda a discernir la validez de cada crítica y a humillarnos bajo la sabiduría de la Palabra de Dios.
La maldición y la crítica
Según el New Oxford American Dictionary, la crítica es «la expresión de desaprobación de alguien o algo basada en fallas o errores percibidos». La crítica es una cuestión de percepción, y la percepción no siempre es completamente correcta. Vemos que esto se desarrolla en la caída del hombre en el capítulo tres de Génesis. Después de que Dios creó el mundo usando el poder de Sus palabras vivificantes, miró todo lo que hizo y vio que era bueno. La perfección fue el estándar de la creación. Adán y Eva fueron creados por Dios y colocados en el jardín para disfrutar de una comunión sin obstáculos con Él, que es exactamente lo que hicieron hasta el día en que la serpiente se deslizó hacia el jardín con una simple pregunta: «¿Conque Dios les ha dicho...?» (Génesis 3:1-2).
Satanás usó palabras de engaño para alterar la percepción que Eva tenía de Dios. Después de que Adán y Eva desobedecieron a Dios al comer del fruto prohibido, la perfección de la creación se vio empañada por el pecado y cautiva bajo una maldición que solo Él mismo podía quitar. Esto es exactamente lo que hizo Dios al enviar a su propio Hijo como el sacrificio perfecto por nuestros pecados (Juan 3:16). Él quitó la maldición de nosotras a través de Su vida sin pecado, Su muerte sustitutiva y Su resurrección triunfante. La cruz de Cristo es el medio que Dios usó para redimirnos de la maldición que se originó en el Jardín del Edén.
El quebrantamiento que experimentamos en la tierra solo se cura al confesar nuestros pecados a Dios y creer en Jesús para salvación (Ro. 10:9). Como seguidoras de Jesús que han sido cubiertas por Su sangre inmaculada, la maldición ya no ata nuestras almas quebrantadas. Ya no somos cautivas de nuestros pecados pasados, nuestras deficiencias presentes o nuestros tropiezos futuros porque estamos bajo la obra perfecta de Cristo. Hemos sido redimidas de la maldición, liberadas de la esclavitud del pecado y la vergüenza, y hemos sido sanadas (Gálatas 3:13; 5:1). Con nuestra posición segura en Cristo como hijas redimidas, ¿cómo respondemos a las críticas terrenales de acuerdo con la solución de Cristo para la libertad?
La solución de Cristo para la libertad
Jesús está familiarizado con la crítica. Durante los años de Su ministerio terrenal fue criticado por las personas con quienes comía y pasaba el tiempo, por las palabras que enseñaba, el lugar de dónde venía y por romper las barreras culturales (Marcos 6:3; 7:5; 11:27-28; Lucas 15:1-2). Aunque Jesús fue irreprochable, respondió a las críticas con gracia y verdad. No estaba aplastado por las palabras dañinas que la gente le decía o decía acerca de Él. Jesús, la Palabra Viva, vivía por la Palabra de Dios y por la voluntad de Dios en cada situación que encontró (Juan 1:1, 13-14). Él conocía Su misión, y ninguna palabra de hombre podría disuadirlo de cumplir lo que Dios le envió a hacer. La misión de Jesús no era agradar a todos, sino ser obediente a Su Padre.
La primera solución de Cristo para liberarse de la prisión de las matemáticas de la crítica fue el abandono total al llamado de Dios. Su visión era clara, Su enfoque estaba establecido y ninguna palabra de crítica desvió Su dirección. Como seguidoras de Cristo tenemos al Espíritu Santo morando dentro de nosotras, guiándonos a toda la Verdad (Juan 16:13). Cuando estamos profundamente arraigadas en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos recuerda lo que es verdad para que podamos comparar las críticas con el espejo de la Palabra de Dios. Hay algunas críticas cuyas palabras pueden servir como una bendición para nosotras, mostrándonos agujeros en nuestra santidad donde se necesita la confesión, el arrepentimiento y el cambio. Pero a veces la crítica solamente distrae, desanima y disuade a seguir a Jesús. El Espíritu Santo nos da sabiduría sobre qué palabras escuchar y qué palabras dejar atrás.
La segunda solución de Cristo para la libertad es recordar quiénes somos en Él. Ya no estamos definidas por nuestro quebrantamiento, nuestros pasos en falso o nuestros fracasos. Somos definidas por Su justicia (Ro. 3:22). En Él somos redimidas, llamadas y equipadas para hacer buenas obras para Su gloria. Al mismo tiempo también somos transformadas a Su semejanza día a día, y este proceso de transformación viene a través de la convicción e incluso la corrección amorosa (2 Cor. 3:18; 2 Tim. 3:16). Recibir corrección es diferente a recibir críticas. Debemos recibir corrección con humildad y enfrentarnos a las críticas dañinas sabiendo que «…ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús» (Ro. 8:1).
Por último, Cristo nos muestra cómo confiar nuestras almas a Dios cuando nos llegan las críticas. 1 Pedro 2:23 dice: «y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia». Jesús comprende el dolor que experimentan nuestros corazones y mentes cuando recibimos críticas porque también sintió el aguijón de la crítica. Nuestro consuelo proviene de Su ejemplo. Cuando fue injuriado, amó a cambio y se entregó a Su Padre. En última instancia, somos llamadas a no tomar represalias cuando se hablan palabras duras sobre nosotras o se nos dicen directamente a nosotras, sino a llevarlo todo a Dios, confiando nuestras almas a Aquel que nos cuida.
Cuando nuestras almas son heridas por palabras duras o críticas, miremos a Jesús que colgó de un madero en nuestro lugar, y recordemos que por Sus heridas somos sanadas (1 Pedro 2:24). Su herida produjo nuestra sanidad. La tentación de las matemáticas de la crítica seguirá viniendo mientras buscamos seguir a Jesús; pero debido a la cruz y por el poder de Su Palabra vivificante podemos avanzar en libertad, sabiendo que nada puede separarnos «del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro. 8:39).
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