Hace unos días meditando en lo que representa una cicatriz en el cuerpo, habiendo conocido personas que han atravesado por eventos muy difíciles que han dejado huellas en sus cuerpos y vidas, me dispuse a leer sobre esto.
Para mi sorpresa encontré unos hermosos testimonios que iban más allá de lo que en mi mente había imaginado. He visto personas esconderse por el hecho de tener marcas visibles. Y siempre al pensar en esto recuerdo la obra del Fantasma de la Ópera, que tanto disfruto, pero su protagonista se caracteriza por esconder su rostro desfigurado tras una máscara blanca.
Permíteme compartir contigo algunos de los testimonios que leí de mujeres que posaron ante un artista del lente para exhibir sus cicatrices, en lugar de esconderlas como hacía el fantasma.
Mercy
«Ella fue quemada durante un acto deliberado de abuso conyugal. Hoy, dice que sus cicatrices son sus joyas más preciadas.»
Chloe
«Chloe comenzó a autolesionarse a los 13 años. Los cirujanos le dijeron que no podían ayudarla a eliminar estas cicatrices, así que aprendió a amarlas hasta que su aspecto negativo se desvaneció por completo.»
Jessica
«Jessica tuvo un accidente automovilístico a los 8 años que la dejó en coma por 10 días. Ella dice que sus cicatrices son como tatuajes que representan un capítulo en su vida.»
Hay un poder en cada herida que es cerrada y aún no deseemos llevar sus marcas, cada una de ellas tiene una historia detrás, y puede contar a otros una enseñanza y una esperanza. El poder de ellas es mayor que nuestras palabras porque ellas hablan más fuerte y de forma más convincente que nuestros labios.
Pablo tenía cicatrices que hablaban de sus persecuciones, maltratos, padecimientos por causa de Cristo. 2 Co. 11:25
Gálatas 6:17 es un pasaje en el que Pablo nos habla de llevar en nuestros cuerpo las marcas de el Señor Jesús, como él lo hizo. Marcas físicas a veces, emocionales en otros casos. ¡Pero todos estamos llamados a llevarlas!
Ahora, como mencioné, no todas nuestras cicatrices son físicas, no todas son producto de una herida en la piel que con tiempo ha cerrado y podemos verlas claramente. Hay cicatrices emocionales que son fruto de pérdidas dolorosas. Puedes haber perdido una relación o una persona amada y el dolor dejo una huella profunda y quizás no la has superado, es una cicatriz en tu vida. Los abusos experimentados en la vida dejan cicatrices emocionales y muchas veces también en el cuerpo. Estas son más difíciles de cerrar y muchas veces no queremos mostrarlas o recordarlas. Pero sea que tú cicatriz sea física o emocional, cada una de ellas nos lleva a recordar un evento, a evocar memorias que no siempre son alegres pero siempre pueden ser una vía para ayudar a otros, para traer esperanza. Aún a nosotros mismas al meditar en ellas.
¿Sabes? Las cicatrices físicas son más fáciles de mostrar que las espirituales. Estas otras esconden emociones muy fuertes, muchas veces vinculadas al abandono, al abuso, al atropello, al bullying, al desprecio y tantas otras formas en las que podemos ser heridas. Pero por más que deseemos esconderlas, la realidad detrás de ellas está en nuestra alma y ha dejado una herida profunda que necesitamos que cicatrice si no lo ha hecho adecuadamente. Esto solo puede hacerlo el evangelio y su poder transformador.
Si recuerdas, Jesús cuando primero se le apareció a los discípulos, les mostró las cicatrices en sus manos y solo así ellos lo reconocieron (Juan 20:20). Te preguntarás por qué siendo Él quién sanaba, daba vista a ciegos, oídos a los sordos, y hacía caminar al que no podía. Quién con sólo uno de sus pensamientos y palabras dijo y la luz fue hecha, ¿como Él entonces no resucitó sin ellas? Pues lo hizo por tí y por mí, por los suyos. Tomás no fue capaz de creerle al resucitar, ¿le creerías tú, o le creería yo al leer de su vida? Quizás no, porque la incredulidad es uno de nuestros mayores pecados. Los discípulos estaban conscientes que necesitaban ayuda para creer.
Así que Jesús retuvo las cicatrices de sus heridas por amor a nosotros, para que creamos que Él es el Cristo resucitado. ¡Y más aún, Jesús tendrá sus cicatrices por toda la eternidad para que le demos gloria por ellas! Cuando Él las mostró, entonces ellos creyeron. Cuando le dijo a Tomás: mete la mano en mí costado (en mi herida), entonces Tomás creyó.
De esa manera tus cicatrices tienen igual poder ante quienes te observan. Ven el poder de Dios en tu vida, pueden reconocer sus poder para sanar, para levantar, para transformar. Y de la forma que lo ha hecho contigo, les da esperanza a los demás. ¡Nunca menosprecies el poder de tus cicatrices! Ellas hablan más fuerte y cuentan historias de forma más poderosa que lo que nuestros labios pueden decir. Ellas simplemente dan gloria a Dios.
Sabrina Beasley dice, ¿Has pasado por un matrimonio difícil y has salido más fuerte en el otro lado? Puedes dirigir una clase de escuela dominical para matrimonios jóvenes. ¿Tuviste un aborto en el pasado y encontraste el perdón a través de Cristo? No tengas miedo de dar un testimonio durante un evento ministerial de mujeres. Hay más mujeres en la iglesia que han tenido abortos de lo que tu sabes. ¿Has estado involucrada en un pecado y te arrepentiste y encontraste el perdón? Pues escribe un artículo y envíalo a una revista o página web cristiana. 1
Lo que Sabrina nos sugiere a cada una de nosotras es que en nuestra propia iglesia hay mujeres a las que podemos alcanzar con el poder de una cicatriz que ha sanado en nuestras vidas. No necesitas escribir o hablar en una plataforma, Dios las colocará a tu lado para que puedas con la consolación con que has sido tu misma consolada poder llegar a ellas.
Nada es más valioso que el testimonio de un testigo, y eso es lo que Jesús nos dice que somos.
¿Cómo cuentan la gloria de Dios tus cicatrices?
1 Family Life
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