En tu interior, ¿te han cruzado alguno de estos pensamientos?
Si tengo mi tiempo devocional, Dios se agradará de mí. Si no tengo mi tiempo devocional, Dios se sentirá desilusionado conmigo
Tener tiempo devocional diario me hace más espiritual. Si no tengo mi tiempo devocional diario, soy menos espiritual.
Si tengo mi tiempo devocional hoy, Dios me ayudará y mi día marchará mejor. Si no tengo mi tiempo devocional, Dios no me ayudará, y estoy segura que tendré todo tipo de problemas.
Tengo que tener mi tiempo devocional –toda buena cristiana lo tiene.
Pensamientos como los anteriores han mantenido a muchos creyentes en esclavitud impidiéndoles entrar en el propósito real de apartar tiempo cada día para encontrarse con Dios.
Necesitamos entender que el propósito de tener nuestro tiempo devocional no es adquirir puntos extras delante de Dios –tampoco es una manera de evitar que Él nos desapruebe; no tratamos de ganar Su favor ni que nos ame un poco más. Si nosotras Le pertenecemos, ya contamos con Su favor; Él no podría amarnos más ni tampoco menos.
Es más, apartar tiempo para una actividad devocional en sí mismo no necesariamente nos hace más espirituales (los fariseos eran reconocidos por sus “costumbres devocionales” pero estaban muy alejados de ser espirituales.) El tiempo de quietud tampoco es algo así como un amuleto de buena suerte que hace que Dios se ponga de nuestro lado, o garantice que nuestro día transcurrirá mejor, o que nos mantendrá alejadas de los problemas. El tiempo de devoción diario nos es una manera de regatear o negociar con Dios.
Entonces ¿cuál es el propósito del tiempo devocional? ¿Qué hace que valga la pena el esfuerzo de levantarse más temprano en la mañana, para encontrar tiempo en una agenda de por sí apretada, y darle prioridad al tiempo de quietud? ¿Qué es lo que esperamos lograr a través de ese tiempo? Y ¿por qué el tener este hábito es tan crucial en la vida de una creyente?
¿Por qué debes tener un tiempo devocional?
Quisiera sugerirte cuatro propósitos que he descubierto para perseverar en tener nuestro tiempo devocional:
1. Comunión
El propósito más importante de una vida devocional diaria es que podamos experimentar comunión y unión íntima con Dios. Recuerda, estamos hablando acerca de una relación. El Dios del universo te ama, y Él te creó para que seas Su amiga.
Al encontrarte con Dios en tu tiempo devocional diario, no olvides que el propósito principal no es simplemente adquirir más conocimiento de Dios o de Su Palabra, sino conocerle a Él. Quizá seas una experta estudiante de la Palabra. Quizá incluso seas una líder de Estudio Bíblico. Pero si tu estudio de la Palabra no te lleva a conocer a Dios, has perdido el propósito por completo.
En la primera página de mi Biblia, he escrito estas palabras que expresan mi anhelo de llegar a conocer a Dios a través de Su Palabra:
Más allá de esta sagrada página, te busco a Ti, Señor.
Mi Espíritu te anhela, ¡oh, Palabra viva! –
Mary A. Lathbury
(1841-1913)
2. Purificación
El segundo propósito para tener una vida devocional es la purificación, o limpieza de nuestro corazón y de nuestra vida. ¿Alguna vez te has sentido como si todo lo que haces es solo limpiar? Eso es debido a que las cosas (y las personas) tienden a ensuciarse. Sea la ropa, las manos de los niños, el piso de la cocina, los baños, el revestimiento de vinil, el recibidor o nuestro cuerpo. Lidiar con el polvo, las migajas, y la mugre que se acumula es un proceso necesario e interminable.
En el tabernáculo del Antiguo Testamento encontramos una imagen sorprendente del proceso de lavado. Antes de entrar al Lugar Santísimo para representar al pueblo delante de Dios, el sacerdote se detenía en el altar de bronce, donde se ofrecía un animal inocente como sacrificio por su propio pecado y por el pecado de la gente. Luego, el sacerdote se dirigía hacia una pileta de bronce conocida como lavatorio, donde se lavaba sus manos. El sacerdote regresaba allí a lo largo del día según le resultaba necesario.
Aunque nuestro pecado ha sido expiado por la sangre de Jesús, cuando venimos a Su presencia, Él nos lleva al lavatorio para que nos lavemos nuestras manos y pies de todo lo que nos haya ensuciado.
3. Restauración
Pregunta a cualquier mujer hoy cómo está, existe una alta probabilidad de que su respuesta sea “¡Ocupada!” o “¡Exhausta!” Las agendas apretadas y las vidas agitadas parecen estar a la orden del día. Creo que el punto no es solamente cuánto tenemos qué hacer. Si así fuera, todo lo que necesitaríamos serían unas vacaciones. Pero como yo, probablemente has tenido la experiencia de tomar tiempo libre, solo para regresar más exhausta de cuando te fuiste.
Estoy convencida de que una de las razones principales de que no podamos manejar las demandas de la vida diaria es que nuestro espíritu está agotado. Nuestra alma necesita ser restaurada. Y es por eso que la restauración es otro propósito de apartar tiempo para estar a solas en la presencia de Dios cada día.
Las demandas y circunstancias de un día rutinario pueden causar que terminemos desfallecidas en la cama al llegar la noche. Pero cuando nos levantamos en la mañana, Sus misericordias son nuevas y frescas (Lm. 3:22-23)
4. Instrucción
¿No sería maravilloso que hubiera una clase que pudieras tomar donde se te enseñara todo lo que necesitas saber y se te proveyera de respuestas para todos tus problemas? Quizás tengas un jefe que es imposible de complacer, una adicción a la comida que no puedes vencer, un esposo que mira la televisión todo el tiempo, una iglesia donde nadie parecer tener hambre por Dios, un hijo que ha comenzado a mentir, o deudas que siempre parecen mayores que lo que recibimos en la quincena.
El hecho es que, hay un “curso” que aborda cada problema que enfrentaremos. Al Maestro le encanta encontrarse con Sus estudiantes uno-a-uno, y así Él puede diseñar las clases de acuerdo a nuestras necesidades. Él está dispuesto a darte una clase diaria si vas a acudir. Ya tenemos el Libro de Texto, el cual fue escrito por el Mismísimo Maestro. Algunas partes pueden ser difíciles de asimilar. Pero el Maestro siempre está disponible –veinticuatro horas al día- para ayudarnos a entender.
Crear el hábito de tener un tiempo devocional diario nos pone en la dirección correcta. El Libro de Texto –la Palabra de Dios- no nos asegura que resolverá todos nuestros problemas. (De hecho, Dios no está tan interesado en resolver nuestros problemas, como lo está en transformarnos.) Pero sí afirma tener todos los recursos que necesitamos para enfrentar esos problemas. Y nos enseñará algo que es absolutamente esencial para lidiar con las circunstancias de vida: los caminos de Dios (Salmo 103:7).
Es tu turno
Entonces, déjame preguntarte…
¿Cuáles motivaciones inferiores has tenido ocasionalmente, para mantener tu tiempo de quietud?
¿En qué ocasiones Dios ha usado Su Palabra para limpiar tu corazón, restaurar tu alma, o enseñarte algo de Sus caminos?
¿Tienes algunos pasajes específicos que te gusta usar para orar a Dios durante tu tiempo de quietud?
Adaptado del libro de Nancy A Place of Quiet Rest
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