Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. Jn 4:13-14
No sé a cuántas de ustedes les ha pasado que al escuchar el testimonio de otra hermana se identifican inmediatamente con su historia, y piensan: «¡esa soy yo!», aunque los detalles de su vida, no necesariamente sean iguales a los tuyos. Bueno, eso me pasó cuando escuché «Satisfaciendo tu sed» una de las sesiones de la Conferencia Aviva Nuestros Corazones 2012.
Yo pensé, –a mujer en el pozo soy yo! Y no precisamente porque estuviera en ese momento en una relación inmoral, sino porque antes de conocer a Cristo (al igual que ella) yo buscaba saciar mi «necesidad de amor» en el hombre equivocado. Fui atrás y entendí que las veces que comprometí mi pureza, lo hice buscando satisfacer mi sed de aceptación y de amor. Buscaba mi valor en ser llamada la novia de fulano o en recibir la atención de alguien más.
Pero, aunque mi pecado y el pecado de la mujer samaritana no eran exactamente el mismo, sí éramos dos mujeres sedientas de exactamente lo mismo, de Jesucristo, la Fuente de agua viva. Y tú, ¿estás sedienta?
Sacando agua en la fuente equivocada (Jn 4:7)
La mujer de samaria buscaba agua en el pozo para satisfacer su sed física, y podemos suponer que también había otra «necesidad» en su corazón que la llevó a pasar por cinco relaciones, al parecer infructuosas, y a tener una relación inmoral en el momento en que Jesús se encontró con ella. La Biblia no nos cuenta el porqué de sus fracasos matrimoniales, pero colocándonos en sus zapatos, podríamos pensar que, al igual que muchas de nosotras, ella estaba necesitada de amor, de afecto, de aceptación, de protección, simplemente estaba buscando satisfacer ese vacío en las fuentes equivocadas y el resultado fue un desastre. ¿Te identificas con ella?
«Satisfecha» con poco (Jn 4:17-18)
¿Qué podría estar pasando en el corazón de esta mujer que la llevó a tener una vida amorosa tan intensa? Pudo haber sido que fuera abandonada por alguno de sus maridos, quizás alguno le fue infiel, quizás otro la maltrataba, incluso que alguno haya muerto o tal vez uno se dio cuenta que realmente no la amaba. Finalmente se cansó de tantos fracasos en el matrimonio y decidió vivir en una unión libre para «probar» si esta vez funcionaría.
Dios no nos dejó ver estos detalles en la Escritura, pero su pasado me hace recordar el mío. Al no conocer el amor verdadero, me conformaba con lo poco que un hombre me daba (una llamada, un mensaje, atención), y cuando todo terminaba, lo intentaba otra vez y volvía a sentirme seca, a sentir sed. ¿Te ha pasado lo mismo?
Jesucristo suple nuestra verdadera necesidad (Jn 4:14)
Dios, por su misericordia y gracia orquestó todas las circunstancias, para que la mujer en el pozo y yo sintiéramos una sed intensa. Todo esto con el propósito de acercarnos a Él, la única Fuente de la vida eterna, y que bebiéramos de Él para no sentir sed jamás.
Es posible que te sientas vacía, seca, sola y confundida, con deseos de buscar de Dios para que te encuentre y te dé todo «lo que crees que necesitas». Pero hay algo en lo que quiero que medites, Jesús no está principalmente interesado en satisfacer los deseos de tu engañoso corazón, sino en darte de beber de Su agua viva.
«Lo que la mujer samaritana necesitaba no era que Cristo llenará su corazón de plenitud y satisfacción, sino que le concediera el regalo de la salvación… La razón por la que Cristo le ofrece el agua viva, no es porque ella estuviera insatisfecha con la vida, sino porque ella estaba perdida en su pecado» –Pr. Héctor Salcedo.
- La más grande necesidad que tiene el ser humano es Cristo mismo. Él es nuestro verdadero amor. Por eso hoy te motivo a que: Reconozcas tu necesidad (¿Tienes sed?).
- Corras y te acerques a la fuente (a Cristo).
- Y bebas sin reservas del agua de vida eterna que el Salvador te ofrece. ¡Cree en Él!
…Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva.» Jn 7:37-38
Y si ya probaste de la Fuente de agua viva (eres una hija de Dios) ¿Por qué sigues con sed? ¿Qué crees que te hace falta que Dios no te haya dado? Recuerda que por causa de nuestros pecados no merecíamos tomar ni una gota de la fuente de agua viva, pero por GRACIA, Dios nos dio sin reservas a Su Hijo. Corre y bebe de Él todas las veces que puedas.
Te invito a meditar en las letras de esta canción de Un Corazón, Jesucristo Basta.
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