Las mudanzas en sí mismas son tediosas, estresantes y hasta aburridas si pudiéramos decir, pero también son una gran oportunidad para aprender muchas cosas. No solamente se aprende de la cultura, sino de uno mismo también. En esta ocasión que me ha tocado mudarme otra vez. Ha sido interesante que en medio de todo el proceso, además de ver cosas que siguen presentes en mí, hay otras que no había tenido la oportunidad de ver y que Dios pudo enseñarme.
En la casa nueva, en medio de tantas cosas por hacer, noté que de vez en cuando aparecen unas hormigas. Mi reacción inmediata era la obvia ¿verdad? ¡Buscar un insecticida y matarlas! No soy fan de ningún tipo de insecto (ese es otro tema), pero el día de ayer que hablaba con mi vecina, volví a ver a una hormiga y le comenté que no entiendo por qué razón vuelven si acababa de limpiar y se supone que no deben venir. Mi amiga y vecina, Keila, que tiene muchos años ya viviendo aquí, me explicó que viene la temporada de lluvias y que, por lo tanto, las hormigas andan buscando alimento para esa mala temporada. Inmediatamente llegó a mi mente el versículo que dice:
Ve, mira la hormiga, perezoso,
Observa sus caminos, y sé sabio.
La cual sin tener jefe,
Ni oficial ni señor,
Prepara en el verano su alimento
Y recoge en la cosecha su sustento.
-Proverbios 6:6-8
¡Claro! ¡Ya todo hace sentido, ellas se están preparando para su sustento! Me quedé meditando en eso varios días mientras seguía peleando con las hormigas, pero Dios trajo a mi corazón esa ilustración sobre mí misma y me llevó a preguntarme si estoy «preparándome para el verano», si estoy «buscando mi sustento» en la forma correcta, ese sustento que viene de la Palabra de Dios.
Tu Palabra, mi alimento
Así como las hormigas buscan y se preparan para el tiempo malo, nosotras debemos de la misma manera no ser perezosas ni ociosas, sino diligentes en no solamente buscar el «alimento», sino saber dónde buscarlo. Estamos en medio de la generación de las redes sociales, de los influencers, queremos todo rápido, nos conformamos con consumir lo que fulano de tal dijo, entonces debe ser así. Cuando nos motiva más un «me gusta» o cuántas veces se «compartió» lo que dije, es cuando más debemos ser como los de Berea: «Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así» (Hechos 17:11).
No estoy en contra de las redes sociales en absoluto, pero no deben ser nuestra fuente de alimentación; por el contrario, nuestra fuente de alimento debe ser la Palabra de Dios para que podamos tener el discernimiento que necesitamos. La Biblia nos advierte de manera extensa sobre los tipos de sabiduría que existen, el libro de Santiago nos explica en detalle sobre ellos. Si quieres saber más te invito a leer este artículo sobre las voces de la sabiduría.
Es tan necesario conocer y manejar con precisión la Palabra de Dios (2 Timoteo 2:15) porque es la única forma de poder tener un buen fundamento y estar firmes en la roca que es Cristo.
Un buen fundamento
Siguiendo con mi mudanza, la casa tiene un patio muy lindo, así que empecé inmediatamente a hacer planes con ese patio, ayudada también por otras amigas que me enviaron fotos con ideas. Sin embargo, mi esposo, que es ingeniero civil, se dio cuenta de algo que yo ni me detuve a mirar: el piso del patio se está hundiendo en una parte. Al investigar sobre ello, y luego de examinar todo el terrero, llegó a la conclusión de que hay un problema en los cimientos del patio que, de no corregirse, puede afectar toda la estructura. Así que, luego de esa noticia, mis planes de decoración de patio han sido pospuestos hasta que no se haga una «revisión completa de la zapata», para lo cual hay que quitar todo el piso y poder analizar lo que se encuentra debajo, ya que, como nos dijo la persona que hará el arreglo, pudiéramos encontrar más cosas debajo.
Esto también me lleva a pensar en que algo puede lucir muy lindo en la superficie, puede lucir «robusto» incluso; pero aquel que conoce, sabe notar el error. En este caso, mi esposo, como ingeniero y experto en normas y asuntos de estructura, pudo «notar» ese defecto que yo, que no sé nada de ingeniería, ni me di cuenta. Si no conocemos y manejamos con precisión la Palabra de Dios, seremos fácilmente engañadas y llevadas por todo viento de doctrina que se nos presente, o peor aún, nos dejaremos llevar por la cultura que busca precisamente atacar y destruir todo lo que Dios nos dice en Su Palabra que debemos abrazar.
Nadando contra corriente
Soy alérgica a los mariscos. Sí, lo sé, soy la caribeña más extraña. El que me llama más la atención de entre todos los peces, es el salmón. ¿Sabías que nada al revés? O dicho de manera correcta, «nada en contra de la corriente». Me puse a investigar la razón por la cual lo hacen y me encontré con esto: «lo hacen para volver a su lugar de nacimiento, así pueden también dejar sus huevos en lugares más seguros, con mayor protección de los depredadores».
Esa es la misma realidad para nosotras. Como mujeres cristianas debemos proteger nuestros hogares de los depredadores, debemos vivir contra corriente, no dejarnos envolver por la cultura ni sus postulados.
La batalla no es fácil, pero qué bueno es saber que la batalla es del Señor. No estamos solas, podemos estar confiadas en que nuestro Dios es quien pelea por nosotras; Él es nuestra ancla firme, pero como parte de Su ejército, tenemos que estar preparadas. La única forma de poder crear un fundamento firme, que no se mueva, que no se quiebre, que no se caiga, es que hagamos de la Palabra de Dios nuestro principal alimento.
¡Que podamos ser como la hormiga, que estemos preparadas para lo que viene! El mundo no va a mejorar, las ideologías seguirán avanzando cada vez más fuerte, las falsas doctrinas también seguirán presentes… pero la Palabra de Dios no pasará.
¡Que podamos ser animadas para orar al Señor por amor a Su Palabra! ¡Que podamos entender la importancia de tener un buen fundamento, y que ese fundamento, que esa ancla sea la Palabra de nuestro Señor!
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