La ilógica pascua

No tiene sentido

Es un intercambio absurdo. Vida por muerte. Su muerte para que yo viva. Debe haberse requerido algo más. ¿Quién haría tal intercambio? Ciertamente no un Rey que lo tenía todo y no necesitaba nada. ¿Vendría Él por el mundo? ¿Por mí?  Tan solo pensar esa simple solución: un intercambio maravilloso, la sangre del Único Perfecto, el Hijo del Dios Viviente, la sangre de Jesús por mis pecados más sucios, secretos, oscuros y profundos (pasados, presentes y futuros) bueno, parecería ilógico e injusto. No suficiente. ¿No se podría requerir algo más?

¿Podría ser tan fácil? Quizás no lo decimos en voz alta, pero muchas hemos entretenido el pensamiento y nos hemos aferrado a la creencia de que tenemos que esforzarnos más, luchar para llegar a la meta que nos hemos trazado. Muchas de nosotras -tanto quienes estamos fuera como aquellas que nos hemos sentado en los bancos de las iglesias toda la vida, hemos escuchado la simplicidad del Evangelio, y de manera figurada (o algunas veces literal) nos hemos alejado, decidiendo que debe requerir algo más.

Razonamos, «La sangre de Jesús más mis buenas obras, mi conducta moral controlada, ‘mi mayor esfuerzo’ puede que equivalgan a perdón». Sin embargo, se trata de una creencia egoísta y una presuntuosa afrenta al amor que nos ofrece nuestro Salvador. ¿No nos estamos colocando en un pedestal más alto que el Salvador y diciendo egoístamente, al enfocarnos en nuestra conducta, «nos lo merecemos, nos lo hemos ganado». Lo que Jesús hizo en realidad «no fue suficiente»? Otras nos alejamos con un sentido de fracaso echando todo a perder, una y otra vez, demasiado avergonzadas de mirar una vez más al Salvador después de haber caído de nuevo en esa adicción, esa lucha, eso que parece que no podemos superar.

Pero hay solo una manera de venir a la cruz y recibirlo en verdad. Debemos venir a la cruz sin fuerzas, al final de nosotras mismas y de nuestras obras, reconociendo nuestro pecado y nuestros fracasos, totalmente convencidos de que no tenemos nada que ofrecer- nada que iguale Su maravilloso y gratuito regalo.

Admitir que Jesús ha hecho a nuestro favor lo que nunca habríamos podido hacer por nosotras mismas, lo que no hubiéramos podido encontrar, ni ganar; al mismo tiempo nos humilla y nos libera.

Consumado es:

Jesús ha pagado por nuestros pecados una vez y para siempre. Consumado es, significa que realmente ha terminado. Tim Keller lo dice de la siguiente manera «Él (Jesús) le ha probado a nuestros pequeños, inquietos e inseguros corazones que somos de valor para Él – tenemos todo lo que necesitamos en Él. No en nosotras. Nunca en nosotras».

Esto lo cambia todo. Oh, amiga ¿puedes imaginar esta ilógica y maravillosa verdad? ¿Puedes creerla y abrazarla?

Cuando llegamos al final de nosotras mismas, y débiles corremos a Sus brazos gritando «no puedo hacerlo. No me lo puedo ganar. Te necesito Jesús», encontramos descanso para nuestra alma, dejamos de luchar, de esforzarnos cada vez más por nuestra salvación. Descubrimos que no podemos hacer otra cosa que no sea amarlo, celebrarlo, y gritar a todos los que escuchen «La cruz es la gracia más maravillosa que pudiéramos imaginar. Jesús realmente lo pagó todo. Se lo debo todo a Él».

Y es en esta increíble, inimaginable y vivificante verdad que verdaderamente celebramos al ¡Salvador de esta ilógica pascua!

«…es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús». (Ro. 3:22–24)

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Sobre el autor

Kim Jaggers

Dios ha abierto puertas a Kim Jaggers para ministrar a mujeres como conferencista, escritora y líder de ministerio. Kim ama a Jesús con todo su corazón y tiene la pasión de que otros desarrollen una relación real, que corran hacia … leer más …


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