Definitivamente tuve una niñez fantástica, mi madre y abuelas se encargaron de llenarla de cuentos asombrosos que entretuvieron mi mente y fomentaron en mí un amor por el bien y la bondad. ¡Soy amante de los cuentos de fantasía! ¿Se nota?
Recuerdo que muchos de esos cuentos giraban en torno a “la fuente de la eterna juventud.” Historias donde había una villana, triste y anciana que se alimentaba de almas jóvenes para permanecer viva y joven por múltiples décadas.
Recientemente, ya en mi adultez, vi la versión más triste y real que gira en torno a ese tema; en inglés se titula “The Age of Adaline” (El secreto de Adaline, en español).
Si bien es cierto que concluye con un final que, al menos a corto-mediano plazo, pudiera calificarse como feliz, considero que en esencia es una película triste y nostálgica.
En esta ocasión no se trataba de una villana triste, amargada y anciana, sino de una mujer hermosa, elegante y joven; quien por accidente, logra obtener la juventud eterna.
¡Al fin! Lo había logrado alguien sin tener que recurrir al cruel “sacrificio” de almas jóvenes (¡de manera jocosa!); pero…, y este es mi aspecto favorito de la película, el rostro de Adaline muestra tristeza.
¿TRISTEZA? ¿MIEDO? Pero ella acaba de obtener “¡La Juventud Eterna!”
El detalle es que Adaline Bowman se da cuenta de lo difícil que es la vida, de lo doloroso que es “no morir.” Entendió que es IMPOSIBLE vivir para no morir.
No necesariamente con una perspectiva bíblica pero, de alguna manera, Adaline descubre que las cosas "buenas" obtenidas fuera de tiempo no son realmente una bendición.
¿A qué me refiero? La vida eterna sí es posible, y en un sentido, podría decirse que Adaline no recibió nada fuera de lo común. Diariamente millones mueren y sus almas pasan a un estado eterno.
Ya sea que el autor de la historia de Adaline- y muchos otros autores de aventuras similares- lo reconozcan o no, ellos no están refiriéndose a nada desquiciado; solo demuestran que tienen un deseo intrínseco de vivir eternamente.
Es lo que expresa Eclesiastés 3:11(a): “Él ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones.”
Todo ser humano desea las bendiciones de Dios. El problema se encuentra en que las desea SIN Dios y fuera de Su tiempo. El ser humano sabe la verdad, pero no quiere admitirla.
“…ya que muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos…” (Romanos 2:15)
Y la historia de Adaline me recuerda que solo por gracia hemos sido salvos; por Su gracia nuestros ojos han sido abiertos para ver que Dios es real así como Sus bendiciones.
“…que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos…” (Efesios 1:18)
¡Por Su gracia disfrutaremos la realidad de no envejecer, de tener rostros alegres y corazones desbordados de gozo! La juventud eterna es real.
“El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”. Apocalipsis 21:4
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