El trabajo de una mujer nunca acaba. A juzgar por la lista que tengo para mi marido, el de un hombre tampoco. Obligaciones, intereses en conflicto, y cosas buenas que al hacerlas pueden desgastarnos. Se siente como si la vida avanzara rápidamente.
A menudo reflexiono sobre lo rápido que los años pasan (¡especialmente cuando veo el crecimiento de mis hijos!) y quisiera poder frenarlos. Mi enfoque en Cristo, las relaciones cercanas, y la condición de mi propia alma en repetidas ocasiones me dejan deseosa, debido en parte a una vida abarrotada de ocupaciones.
Ajetreo
Recientemente, mientras estaba sentada en la sala de espera de un médico, cogí una revista popular entre las damas. Los titulares que leí, "52 atajos para ahorrar tiempo", "Apetitosa cena hecha en minutos", y "Colarse en un plan de ejercicio sin gimnasio". ¿Copias el patrón? Ajetreo. Nuestro mundo promueve el desafío sin fin de meter todo lo que podamos en las 24 horas que tenemos asignadas.
¿Por qué?
El ajetreo nos hace sentir útiles. Nos hace sentir indispensables, como si las personas con los horarios sobrecargados estuvieran logrando más. Equivocadamente equiparamos ajetreo con importancia. Incluso podemos sentir que si estamos bien descansados, algo anda mal con nosotras.
Equivocadamente equiparamos ajetreo con importancia.
Tal vez necesitamos que se nos recuerde que nadie puede hacerlo todo. Si decimos "sí" a una cosa, estamos diciendo "no" a algo más. Es posible que lo que necesitemos sea, llevar a cabo menos cosas pero hacerlo con un enfoque más claro en las cosas más dignas.
No es que servir a Cristo no requiera un grado de ajetreo. Jesús estuvo ocupado a veces hasta el punto del agotamiento y una vez estuvo aun demasiado ocupado para comer. Trabajar para el reino requiere un gran esfuerzo de la mente y el cuerpo, es cierto. Sin embargo, incluso Jesús no sanó a todos los enfermos o fue a cada lugar que se le pidió ir.
Ingreso: Simplicidad
La reacción de muchos al rápido ritmo de vidas que hemos creado, es un llamado a la simplicidad, o al "minimalismo". Estas nuevas palabras de moda evocan imágenes de tiempo dedicado a tumbarse en una hamaca, mirando a las nubes mientras los niños corren al fondo a través de rociadores de agua. Pero ¿cuál es la realidad de una vida simple? ¿Puede ser definida bíblicamente?
¿Es regalar la mitad de nuestras cosas, limpiando el armario, y mudándonos al campo para que podamos cultivar hortalizas y criar pollos?
¿Es mejorar los hábitos de organización?
¿Es tomar de nuevo el control del calendario y eliminar cualquier cosa que nos cause molestia o estrés?
Podría ser. Pero creo que la verdadera simplicidad es más profunda que eso. Porque Dios a menudo soberanamente nos sitúa en circunstancias que están fuera de nuestro control. Y esas circunstancias pueden ser cualquier cosa menos simple. De hecho, pueden ser bastante complicadas.
Una vez más, nos encontramos con la solución en el ejemplo que Jesús nos dejó.
Determinado aunque a veces complicado
Jesús tenía un enfoque decisivo cuando Él anduvo en la tierra: hacer la voluntad de Su Padre. Él nunca vaciló ni se desvió de lo que Dios lo había enviado a hacer.
Jesús tenía un enfoque decisivo cuando Él anduvo en la tierra: hacer la voluntad de Su Padre. Él nunca vaciló ni se desvió de lo que Dios lo había enviado a hacer.
Comenzó Su ministerio terrenal declarando en Su bautismo, "así conviene que cumplamos toda justicia". (Mateo. 3:15). Las Escrituras nos dicen que Él tenía muchas interrupciones, pero Su rostro estaba fijó "como un pedernal" (Isa. 50:7). Y, finalmente, en la cruz Él declaró: "Consumado es" (Juan 19:30). Jesús logró Su único propósito, que fue hacer la voluntad de Dios. La apretada agenda de diversos eventos, curaciones, conversaciones y relaciones que transcurrió durante Su ministerio terrenal fue con un solo propósito —hacer la voluntad del Padre.
Vidas bien pensadas y cuidadas
El Salmo 119:59 dice: "Consideré mis caminos, y volví mis pasos a tus testimonios".
Charles Spurgeon comenta sobre este verso:
La acción sin pensamiento es una locura, y el pensamiento sin acción es pereza: pensar cuidadosamente y luego a actuar con prontitud es una combinación afortunada.
Efesios 5:15-17 dice, "Tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor.
"Tened cuidado" toma tiempo y piensa. Cuando mi adolecentes salen de la casa con las llaves del coche en la mano, les digo: "¡Tengan cuidado!" Les estoy recordando que sean reflexivos, prudentes, enfocados en lo que va delante de ellos. Si vamos a "tener cuidado" en cómo vivimos, debemos también ser reflexivos, prudentes, y enfocados en cómo gastamos el tiempo que se nos ha dado.
No como Insensatos, sino como sabios
Santiago 1:5 nos dice que debemos pedir sabiduría y nos será dada. ¿Cuántas veces he utilizado este verso como mi versículo de bolsillo, haciendo uso de él y pidiéndole a Dios que me socorra con algo de sabiduría cuando llega a mi cabeza? Alabado sea Dios, Él tiene tiempo socorriéndome de esta manera, pero este no es el modelo que Dios ha puesto delante de nosotros. Proverbios nos enseña que es la búsqueda permanente de la sabiduría lo que nos enseña cómo vivir.
Será como un árbol
En esta época del año, los calendarios están llenos y se hacen nuevos compromisos. (¿Me atrevo a decirlo? ¡Las vacaciones están a la vuelta de la esquina!) Pero podemos hacer la resolución de que nuestras vidas no sean definidas por ocupaciones que nos hagan sentir como si estuviéramos corriendo en una cinta de correr, vamos rápido a ningún lugar. Que seamos como el árbol plantado junto a corrientes de aguas.
A veces es necesario podar las ramas, la buena vida vale la pena. Que Dios nos dé el discernimiento, de cómo poner nuestras obligaciones y oportunidades ante Él, pidiéndole donde debemos centrarnos en cada momento. Que nuestro objetivo sea que nuestra relación con Él permanezca sólida y vital como las fuertes raíces de un árbol. Solo entonces pueden las ramas, los brotes y las hojas del árbol seguir motivadas por la inquebrantable voluntad de Dios para Su gloria.
Una vida simple es una vida liberada para los propósitos de Dios. Que nuestros ojos se centren y nuestros corazones se pongan a hacer Su voluntad.
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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com
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