La armadura de Dios: cubierta por su justicia

Continuamos con nuestra serie de publicaciones acerca de la armadura de Dios, te invitamos a que si no has leído las anteriores tomes unos minutos para leerlos aquí, sigamos juntas aprendiendo y viendo cuan importante es tener un entendimiento claro acerca de lo que es la armadura de Dios. «La armadura es ante todo la armadura de Dios y no la nuestra». -Iain Duguid- Blog Mujer Verdadera 

No soy una chica de ropa elegante. Prefiero un par de jeans, una camiseta cómoda y una sudadera cada vez que la temperatura baja (o el aire acondicionado se siente demasiado frío). Sin embargo, soy consciente de que no todo el mundo tiene el privilegio de llevar su sudadera favorita desde el amanecer hasta el anochecer. A veces las escuelas exigen uniformes, los lugares de trabajo imponen códigos de vestimenta (como camisas con cuello y logotipos de la empresa), los trabajadores de la salud llevan bata y los vendedores tienen que tener un aspecto profesional.

Sin embargo, en general, la sociedad se ha vuelto más relajada en lo que respecta a los requisitos de vestimenta. Los trajes y vestidos ya no son la norma para los domingos por la mañana. En cambio, les digo a mis hijos que busquen unos jeans (en lugar de pantalones cortos deportivos) y se pongan una camisa que se vea mejor. Incluso los pastores no se visten como solían hacerlo, y estoy de acuerdo con eso. Salté al tren del código de vestimenta más relajada que un maquinista experto.

Pero el único lugar en el que los requisitos específicos de vestimenta no han cambiado es en la Biblia. Espiritualmente hablando, incluso después de dos mil años, Dios todavía nos ordena que nos vistamos de Cristo diariamente. Colosenses 3:12 dice: «Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia». Luego, el versículo 14 añade: «Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad».

La imagen simbólica es vestirnos de Cristo como lo haríamos si alguien nos regalara un hermoso atuendo nuevo: estamos caminando en el poder de Dios en lugar de nuestra propia carne. Vestidas y listas. El evangelio es nuestra vestidura y armadura espiritual para protegernos de los engaños del diablo, que nos persuaden a que regresemos a nuestros viejos y pecaminosos harapos.

El lunes pasado vimos cuán crucial es vestirnos con la verdad; así que hoy profundizaremos en la importancia de asirnos de, con la coraza de la justicia.

Coraza de soldado

La coraza de un soldado romano era una pieza crucial de la armadura que protegía el corazón, los pulmones y otros órganos. No era tan pequeña como podríamos pensar, pero lo más probable era que fuera del hombro al muslo, estaba hecha de cuero y cubierta con lo que, en términos de armadura, se llama cota de malla. 

Ahora bien, no es un accidente que Pablo asociara la coraza con la justicia. Así como la coraza protegía el corazón de un soldado, también es la justicia la que protege el corazón del creyente, por lo que es vital que entendamos este concepto (y lo pongamos en práctica), de otra manera corremos el riesgo de enfrentar consecuencias que alteran la vida.

La justicia es sinónimo de vivir correctamente. Solo Dios establece el estándar de una vida correcta porque solo Él es justo. Siempre, el cien por ciento del tiempo, estaríamos alineados con Dios si viviéramos en perfecta justicia. Pero sabemos que eso no es posible debido a nuestra naturaleza pecaminosa. Aparte de Cristo, nunca alcanzaremos la justicia que Dios requiere. Nuestros mejores intentos son como trapos sucios.

Así que, Dios en Su misericordia propuso un camino diferente al acreditarnos justicia por medio de la fe en Cristo (Romanos 3:22):

  • «Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús» (Romanos 3:23–24).
  • «Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él» (2 Corintios 5:21).
  • «Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu» (Romanos 8:1).

En resumen, nuestra justicia está manchada y mancillada, pero Jesús te dice: «Toma la mía». (Él es verdaderamente un amigo como ningún otro.)

La justicia del creyente

Como creyentes, debemos esforzarnos por vivir según nuestra justicia imputada, en otras palabras, según la realidad de que Dios nos ve cubiertas de la justicia perfecta de Cristo. Eso es lo que significa andar de una manera digna de la vocación a la que hemos sido llamadas (Efesios 4:1). 

No solo es bueno y correcto vivir de acuerdo con los caminos de Dios, sino que es para nuestra protección. Vivir según las normas de Dios nos protege como un escudo. Cada vez que elegimos una forma diferente (ya sea intencional o no), le damos ventaja al enemigo.

Aquí está el resultado final:cuando un creyente practica la injusticia (vivir de acuerdo con el camino del mundo en lugar del camino de Dios), es como pararse frente a una manada de lobos y gritar: «¡Hey, estoy aquí!». El enemigo llegará hasta ti más rápido de lo que un niño pequeño corre hacia una galleta sin ser visto.

¿Crees que podemos engañar al enemigo diciendo que somos hijas de Dios mientras vivimos como si fuéramos de este mundo? No se puede engañar al engañador. Pero cuando nos enfocamos en lo que es verdadero y buscamos hacer lo correcto, le damos poco con qué trabajar a las fuerzas espirituales del mal.

Aunque Dios en Su gracia nos acredita con la justicia de Cristo, es nuestra responsabilidad vivir como tal, recordándonos a nosotras mismas y a nuestro adversario quiénes somos en Cristo en cada nueva circunstancia. Cuando nos ponemos diariamente nuestra coraza de justicia al pasar tiempo en la Palabra de Dios para vivir la verdad de la Palabra de Dios, protegemos nuestro corazón para que no se vuelva rebelde, engañado o endurecido, y nos ayuda a permanecer sensibles hacia una vida santa.

Pero, ¿cuánto nos importa la justicia?

La justicia protege el corazón 

Proverbios 4:23 dice que mantengamos nuestro corazón con toda vigilancia. Eso significa que vigilemos cuidadosamente nuestros corazones como las mamás cuidan a sus bebés. El corazón en las Escrituras abarca la mente, los afectos y la voluntad. Es donde los pensamientos divergen y los deseos crecen. Es donde nacen las pasiones y se eligen los caminos, y es donde la vida correcta hará o no su hogar.

Querida hermana, los resultados salen a relucir y no son bonitos. Rechazar deliberadamente la Palabra de Dios y el estándar de justicia de Dios para vivir a nuestra manera, ha permitido que el enemigo avance.

La mejor manera de proteger nuestras mentes, matrimonios e hijos contra los planes del diablo es establecer límites piadosos:

  • No, no vemos ese tipo de películas porque esas cosas no le agradan al Señor.
  • No, no tomamos el nombre del Señor en vano porque Dios dice que no lo hagamos.
  • No, no renunciaré a nuestro matrimonio, ni miraré esa imagen, ni criticaré a mi esposo, porque Dios es mi porción y mi fuerza.

Amiga mía, eso es lo que significa ponerse la coraza de justicia. Como dice Romanos 13:14: «Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne». En otras palabras, recuerda quién eres en Jesús, «creado en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24), y vive como tal.

Una advertencia: vivir correctamente no es sinónimo de legalismo

Pero quiero aclarar algo: no es legalista obedecer a Dios. El legalismo dice que debemos hacer algo además de la fe en Cristo para ir al cielo, lo cual está mal. La salvación es por gracia a través de la fe solamente. La obediencia, sin embargo, es la respuesta correcta de un corazón agradecido, protegiéndonos de todo tipo de desviaciones.

Algo siempre se sentirá mal cuando un creyente viva en discordia con la Palabra de Dios. Sin embargo, tendemos a culpar de nuestra inquietud a fuentes externas, en lugar de darnos cuenta de que es un trabajo interno. Por lo tanto, acusamos a nuestro cónyuge, hijos, casa o trabajo de hacernos infelices. En realidad, somos infelices porque no estamos viviendo de acuerdo con la justicia imputada que Dios nos ha dado en Cristo.

La obediencia no es opcional para el seguidor de Cristo; es crucial. Rechazar deliberadamente las normas de Dios lo dejará expuesto a ataques y, probablemente, emocional y espiritualmente herido, si no, completamente arruinado.

No debemos desconectarnos del propósito y plan de Dios para seguir el nuestro. Hacerlo es bajar la guardia. El camino de Dios es el camino correcto, y el enemigo lo sabe. Solo Jesús es el autor y administrador de toda justicia, y solo Él nos capacita en ella. Así que, si te encuentras desprotegida, date prisa. Encuentra tu coraza de justicia, y rápidamente vuelve a ponértela.

No camines desprotegida por más tiempo; guarda tu corazón con toda vigilancia. Vístete de Cristo y deja que Su justicia brille a través de ti, porque el objetivo del enemigo es feroz.

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Sobre el autor

Stacey Salsbery

Stacey Salsbery es esposa de granjero y madre de cuatro hijos. Cuando no está sirviendo una comida, viajando en un tractor con su esposo o llevando a los niños a practicar, la encontrará escapando de la locura escribiendo devocionales en … leer más …


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