Jesús es un aguafiestas. Así es, el “Dios bendito” (1ª Ti. 1:11) de nuestra salvación, que da vida abundante, ha planeado que no seas feliz. Es decir, que no seas feliz con menos que lo mejor.
Jesús es impactante por la manera en que Él expone la felicidad falsa. De hecho, todo su ministerio pone al revés nuestra comprensión del gozo, satisfacción y éxito. Las palabras inaugurales de Su primer sermón son sorprendentes: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3, énfasis añadido).
Y eso no es todo.
¿Eres perseguida? ¿Agravada? ¿Acusada falsamente? ¡Regocíjate y alégrate!
¿Quieres ser líder? Comienza como esclava.
¿Quieres preservar tu vida? Ofrécela.
Una cosa queda clara: Las enseñanzas de Jesús van en contra de cada pizca de las tendencias humanas. Entonces no es una sorpresa que Su mandamiento de NO regocijarse llegue en el momento menos esperado.
No os regocijéis
En Lucas 10, Jesús designa setenta personas para que fueran delante de Él a varias ciudades predicando la cercanía del reino de Dios. Los vemos regresar en los versículos 17-19:
“Los setenta regresaron con gozo, diciendo: Señor hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y Él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño.”
¿Puedes sentir tal grado de espiritualidad? ¡Exclamaciones llenas de gozo por el éxito obtenido! ¡El dictamen de Jesús sobre su autoridad e invencibilidad! Desde la página se filtra la adrenalina.
¿Has experimentado esto? ¿Un momento poderoso de éxito en el ministerio? ¿Un momento cuando Dios te usó para lograr algo grande? Es un sentimiento grandioso, ¿no es así?
Pero luego, Jesús da un giro:
"Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (v.20)
El único mandamiento de Jesús a refrenarse del gozo es dado justo respecto a lo que podría ser aquello por lo que más vale la pena regocijarse –ser usados por Él.
El ministerio de falsa esperanza
Si aún no lo has hecho, deberías estarte preguntando “¿Por qué?” ¿Por qué el Señor Jesús nos advierte de no regocijarnos al ser usadas para Su reino? La respuesta se encuentra en el resto de la frase: “sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” ¿Por qué no regocijarse en ser usadas? Porque el verdadero gozo se encuentra en algo mayor.
Mi experiencia confirma la necesidad de esta advertencia. El gozo en el ministerio puede fácilmente reemplazar el gozo de la salvación. Con frecuencia pasa desapercibida la manera en que sustituimos a Dios mismo por estar haciendo cosas para Dios, porque la obra nos mantiene en oración, en la Palabra, y emocionadas acerca del Reino. Si lo que hacemos para Dios se convierte en nuestra fuente primordial para el gozo, nos rebajamos al rango del fariseo de Lucas 18 que no pudo ser justificado debido a que su relación con el Señor estaba basada únicamente en lo que él hacía para Dios.
¿Cómo podemos saber si el ministerio ha tomado el primer lugar en nuestros corazones? Cuando el estar con Dios no parece suficiente. Cuando comparado con hacer algo para Dios, el conocer a Dios resulta algo secundario. Cuando la verdadera alabanza a Dios es reemplazada por alabanza de una misma, al ser usada por Dios.
El ministerio es una falsa esperanza. La satisfacción que se encuentra en ser usada por Dios es como la promesa de un político desesperado –suena bien, aunque nunca se cumpla. Consciente de que Sus discípulos podían quedar cautivados al ver Su poder obrando en ellos, Jesús emitió oportunamente esta advertencia. Resistan la falsa esperanza del ministerio y continúen viniendo a la única fuente que nunca se seca, la fuente de Cristo mismo.
Cuando el ministerio te ofrezca gozo, Jesús presenta una alternativa. No te regocijes de que Dios te ha usado, te ha dado dones para el ministerio, te ha dado poder sobre el enemigo, o el que puedas hacer grandes cosas para Dios. Más bien, regocíjate en tu salvación. Regocíjate de conocerlo. Guarda tu corazón en contra del incontrolable camino de auto-exaltación que se arrastra inadvertidamente hacia aquellas mentes enfocadas solo en el ministerio.
Lucha solo por gozo en el Señor
Aquí están un par de consejos prácticos para mantener a raya el amor idólatra por el ministerio.
No permitas que la preparación sea el único tiempo que pasas con Dios.
Es muy fácil entrar y salir de la presencia de Dios simplemente para “conseguir algo” para compartir con otros, haciendo de Dios el medio para un fin. Persiste en conocer a Dios como el fin último. Todos los días haz tiempo para disfrutar a Dios de maneras que nunca sean vistas por nadie más.
Pasa tiempo en oración después de ministrar. Resulta común que, por querer hacer algo bien pases horas en oración antes de ministrar, pero luego tendemos a pasar varios días sin acordarnos de encontrarnos con Dios. Esto nos condiciona a creer que el ministerio es mayor que el conocer más de Dios. En lugar de ceder a esta tentación, pasa tiempo con Dios tanto después como antes de ministrar, si no es que más. Sumerge tu corazón en la bondad de Dios y regocíjate que tu nombre está escrito en el libro de la vida.
Usar tus dones para servir a Dios y otros es un honor tan grande. Es asombroso que Dios permita que gente pecadora sirva en Su obra. Se siente muy bien saber que alguien fue impactado por la lección que diste en la Escuela Dominical la semana pasada. Oír que una vida fue cambiada a través de una canción que escribiste. Ver que tus palabras impactan la decisión de una amiga para confiar en Jesús por primera vez. Pero tomemos en cuenta la advertencia de Jesús: esos momentos representan una amenaza para el gozo verdadero que se encuentra solamente en Dios mismo. No te regocijes que te haya usado; sino de que Le conoces.
“Así dice el SEÑOR: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco- declara el Señor.” (Jer. 9:23-24) Énfasis añadido
¿Se encuentra tu gozo demasiado unido a lo que puedes hacer para Dios? ¿Qué pasos tomarás el día de hoy para asegurarte de que estás escogiendo el gozo más profundo – el gozo de conocerle a Él?
¿Has escuchado? Estamos creyéndole a Dios por un histórico encuentro de mujeres que caerán de rodillas en oración humilde en ‘Clama’ True Woman 2016 conferencia para mujeres. ¿Por qué? Porque los problemas que inundan el mundo no pueden ser resueltos sin la intervención de Dios. ¿Responderás a Su llamado a clamar?
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