Juntas: Adornando el Evangelio en comunidad

Una tarde de verano reuní en mi casa, un grupo de casi veinte jovencitas –todas en sus últimos años de adolescencia o inicio de los veintes, sirviendo juntas en un ministerio.  Después de cenar, acomodamos nuestras sillas en un círculo sobre la cubierta del patio trasero, y pedí a cada una que compartiera su travesía espiritual en una sinopsis corta.

Una amplia variedad de problemas y de experiencias de vida estaban representados en ese círculo. En ciertos puntos yo interrumpía con algunas palabras de aliento o de comprensión, en ocasiones compartiendo de mi propia travesía. Pero mayormente, lo que hice fue escuchar; al ellas abrirse y compartir, y al ver su entusiasmo por recibir la perspectiva madura de la mujer mayor en el círculo, mi corazón se llenó de su calidez.

Después, varias de esas jóvenes expresaron su gratitud por el interés que les había mostrado y la inversión (por poca que haya sido) que había hecho en sus vidas. Una de ella comentó lo útil que había sido esta noche para ella porque, como dijo: “Nuestra generación es proclive a pensar que tenemos todas las respuestas, que no hay nada que una persona mayor pudiera decirnos que realmente necesitemos escuchar.”

Creo que este sentir es la razón principal por la que muchas mujeres mayores tienden a retirarse de su labor en la vida de las jóvenes, pensando, las jóvenes no nos quieren, si así no fuera, ellas preguntarían.

Por lo tanto, mujer joven, permíteme preguntarte: ¿Qué tan dispuesta estás a buscar y recibir la participación de una mujer mayor en tu vida?  ¿Tienes un espíritu enseñable? ¿O siempre dejas la impresión de que puedes resolver todo en la vida, por tu cuenta?

Toma la iniciativa

En Su sabiduría, Dios ha dejado una provisión de gracia que no puedes perderte. Mi desafío para ti es que tomes la iniciativa. Busca una mujer mayor en quien sea evidente que posee las cualidades que te gustaría algún día personificar en tu propia vida.  Pregúntale si estaría abierta a reunirse contigo en ocasiones, alternando con tus preguntas y permitiéndote aprender de sus experiencias, y –juntas- de la Palabra de Dios.

Que no te sorprenda si dice que no sabe qué podría ofrecerte. Pero no te sorprendas tampoco si se muestra encantada de que se lo pidieras.

Cuando se reúnan, puede ayudarte el hacerle preguntas, como:

  • ¿Alguna vez has batallado con ________?”
  • “¿Alguna vez has manejado ________?”
  • “¿Podrías orar conmigo por _____________?


No esperes respuestas perfectamente formuladas. Pero sí espera aprender de ella y ser animada por la experiencia y la sabiduría adquirida con el duro pasar de los años de esta hermana mayor/madre espiritual.

Creo que puedo garantizar que conforme su relación crezca, recopilarás tanto de esta mujer mayor que te preguntarás cómo pudiste haberla pasado sin su amistad, oraciones y aporte. Con suerte te sentirás inspirada a convertirte en la mujer mayor en la vida de otra mujer –y a nunca dejar de invertir en la vida de otras.

Para mujeres mayores

De igual manera, quisiera presentar un desafío a aquellas que, como yo, han alcanzado la etapa de vida de mujer mayor. Es fácil y (y tentador) querer sentarnos con amigas que piensan como nosotras, hablar con desaprobación respecto a cómo las jóvenes en nuestra iglesia se visten y se comportan. Pero cuánto más productivo (y bíblico) sería para nosotras el involucrarnos en la vida de una o más de estas jóvenes.

Siempre he estado consciente de que las jóvenes necesitan mujeres mayores en su vida. Pero ahora, como mujer mayor, me he dado cuenta cuánto necesitamos a las jóvenes en nuestra vida (una ventaja práctica para mí, entre muchas otras, ha sido ¡obtener ayuda con mi guardarropa!) No puedes imaginarte todo lo que te pierdes si no tienes este tipo de relaciones intergeneracionales.
 
Estas jóvenes desafían mi forma de pensar. Me inspiran a perseverar cuando estoy agotada. Impiden que mi corazón sea brusco y se enfríe. Me motivan a creer en Dios más allá de lo que puedo ver o imaginar.  Y me traen tanto gozo.

Mientras escribo esto hoy, mi teléfono está iluminándose con textos amables enviados con motivo de mi cumpleaños, muchos de ellos provienen de jóvenes preciosas que he conocido y con quienes he caminado por años –agradeciéndome la amistad, ánimo, e influencia en su vida. No saben cuán profundamente siento lo mismo con respecto a ellas.

Hay pocas cosas en la vida que sean más alentadoras que ver la obra de Dios en el corazón de alguien más a través del ejemplo de tu vida, tus consideraciones, sabiduría bíblica, incluso tu humilde reconocimiento de lecciones aprendidas de la manera más difícil.

Oportunidades enriquecedoras

Estoy consciente que quizá estés más ocupada de lo que jamás pensaste que estarías en esta etapa de la vida. Muchas mujeres que conozco quienes ya acabaron de criar hijos están trabajando duro para ayudar a cubrir los costos de la universidad o complementar los ahorros para el retiro. Otras se encuentran atrapadas en un torbellino de voluntariado –actividades que siempre quisieron intentar, pero para las que nunca tuvieron el tiempo, así como nuevas expectativas que otros ponen en sus hombros “ahora que ya tienes el tiempo.”

Pero estos años –cuando nuestras circunstancias y compromisos comienzan a cambiar y enfrentamos nuevas decisiones respecto a cómo llenar nuestros días- también pueden traer oportunidades enriquecedoras para cumplir con nuestro llamado de Tito 2. Por tanto, antes de quitarle el polvo a tu “hoja de vida” como mamá con el nido vacío, o de llenar tu calendario con nuevos compromisos, ¿por qué no considerar si podrías ser de mayor utilidad en el reino disponiendo de más tiempo para un tipo diferente de responsabilidad?


Siempre quiero decirles a esas mamás que están tratando de planear el siguiente paso ahora que sus hijos han dejado el nido: “¡Miren a su alrededor! Se les necesita ahora más que nunca. ¡Hay jóvenes que necesitan desesperadamente de su amor, tiempo, ánimo, y sabiduría!”

¿Y qué sucede si no nadie viene a sentarse a tus pies?  ¿Por qué no comienzas a pedirle a Dios que traiga una joven con corazón hambriento que se cruce en tu camino?  Pide a Su Espíritu que te muestre cómo cumplir este mandato bíblico tan claro. Y conforme Él trabaja, sé obediente en seguirlo, con la confianza de que te ha emparejado con alguien que necesita lo que tú, tu amor y experiencias de vida pueden proveerle.

Adaptado del libro de Nancy Adornada: Viviendo Juntas la Belleza del Evangelio (disponible solo en inglés)
 

 

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Sobre el autor

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor … leer más …


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