Humillada ante Él

Es necesario que Él crezca, pero que yo mengue. Juan 3:30

En estos tiempos donde cada vez se nos impulsa más a ser mujeres ‘independientes’, ‘dueñas’ de nuestras vidas y de nuestros sueños, donde se eleva nuestro orgullo, y se alimenta el egocentrismo, resulta difícil cultivar la humildad.

A la carne no le resulta fácil ver cómo reconocen a otros; o ceder el control de mi vida; o aun que otros se lleven los méritos que creíamos que nos pertenecían.

Tal vez estás leyendo y pensando en tu corazón: Yo no tengo problemas con ser humilde… ‘¡Bravo!’ -Responderé-, debo confesarte que yo sí lo he tenido y he librado batallas, y ¡aun lo estoy haciendo!

Dios me está enseñando que cuando cultivo la humildad es cuando más me parezco más a mi Creador, a mi Salvador, ¡a Jesús!

Estas son algunas de las enseñanzas en las que he estado meditando:

En el camino de la humildad, debemos entender que nuestro orgullo, nuestro ego, nuestro deseo de gloria, de reconocimiento deben ser colgados en la cruz del Calvario.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20

Si algo somos o tenemos es por Su Gracia. Todos los méritos, los logros alcanzados, las metas cumplidas, los reconocimientos, los tenemos por pura Gracia de Dios. ¡Son un regalo de Su amor hacia nosotras!

Pero por la Gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido en vano para conmigo. 1ª Corintios 15:10

Procuremos siempre dar Gloria a Dios, en todo momento; ¡que la gratitud y el glorificarle solo a Él, fluya de nuestro corazón sinceramente!

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad. Salmos 115:1

Atraen mi atención las palabras de Juan el Bautista, “es necesario que yo mengue y que El crezca”. Es necesario que Cristo brille, que Él sea glorificado, que Él sea exaltado y que mi orgullo (yo) mengüe hasta esfumarse.

¿Estamos dispuestas a ser como Juan?  ¿Honrar al Señor en todo para que solo El reciba honra y honor?  ¿Reconocer que todo lo que soy se lo debo a Él? ¿Y que por Su gracia soy lo que soy?

Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Filipenses 2:5-7

Nuestro Señor Jesús nos dio este maravilloso ejemplo de humildad, para que nosotras sigamos Sus pisadas.

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Sobre el autor

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Ruth Mota-Bodden

Ruth Mota-Bodden fue alcanzada por el Señor a la edad de 13 años. Es la tercera de cuatro hijos. Desde muy pequeña fue expuesta a la Palabra por su abuela paterna que era una abanderada del Evangelio. Ruth tiene dos … leer más …


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