Nuestras vacaciones no ocurrieron como habíamos planeado y me sentía frustrada. Entre un problema de salud inesperado y una emergencia de consejería que rompería mi corazón en dos, me sentía cansada y triste. Fui al Señor en oración y leí Su Palabra, y el Espíritu Santo trabajó en mí. En la medida en que continuaba en oración, una brisa refrescante despertaba mis sentidos adormecidos, y los ojos de mi corazón fueron iluminados (Ef. 1:18). Mis deseos se fortalecieron y se alinearon con los Suyos, y de nuevo la majestad de Dios me dejó anonadada.
¿Cómo pude olvidar Su fascinante gloria?
Este destello de Su gloria me recuerda Efesios 2:4–5: "Pero Dios […] aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados)”.
-¿Por qué estamos contentas de ir por la vida, insensibles a las realidades espirituales?
-¿Olvidamos –o simplemente no creemos- que la comunión con Dios cambia las vidas?
-¿Creemos que la insensibilidad espiritual es una alternativa válida a una relación con Dios vibrante y transformadora?
Pesos que atrapan
Cuando pienso en mi estado de insensibilidad, no puedo dejar de recordar las palabras del libro de Hebreos, "despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante."
Puede que estos “pesos” no sean pecado, pero nos impiden crecer espiritualmente. Nos atrapan con su apariencia inocua y nos insensibilizan a la majestad de Dios. Entre otros, pudiera llamarse “peso”, al entretenimiento, comida, estar en buena forma física, novelas, ir de tiendas.
Podrían ser inocentes en cuanto a la moderación, aún buenas, pero fácilmente se convierten en excesivas por la forma en que nos atrapan.
Nos levantan el ánimo y nos adormecen espiritualmente al mismo tiempo. Cuando somos indulgentes en extremo con regularidad, dominan nuestros corazones y nos dejan en una condición inmadura, complaciente e insensible espiritualmente.
Las prioridades que importan
Aunque no creo que la respuesta es correr hacia un monasterio, estoy llamada a cultivar nuevos hábitos que agudizarán mi visión y me ayudarán a ver a Dios más claramente.
Las pruebas pueden ser una bendición disfrazada cuando nos acercan a Dios, pero no necesitamos que nos ocurra un desastre para empezar a remover obstáculos en nuestra salud espiritual. Necesitamos la gracia de Dios y planificar de manera reflexiva.
A menudo, usamos la excusa de que estamos “muy ocupadas” pero en realidad lo que estamos diciendo es que “no es una prioridad”. We forget that spiritual disciplines are not an end in themselves. Olvidamos que las disciplinas espirituales no son un fin en sí mismas. Son el medio para alcanzar el fin, principalmente, comunión con Dios. Y a veces necesitamos eliminar algunas, aunque las consideremos buenas prioridades, para sacar tiempo para las mejores.
Promoviendo salud espiritual
El problema con la insensibilidad espiritual es que no es honesta. No hacemos espacio en nuestro corazón para Aquel a Quién decimos amar. Si Cristo es mejor que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecernos, ¿por qué nuestras vidas cuentan una historia diferente?
En esta vida, nunca dejaremos de convertir en ídolos nuestras bendiciones. Necesitamos revisar nuestras pasiones y deseos constantemente, no aplastarlas, sino fortalecerlas y realinearlas con los deseos de Dios.
Al tener comunión con Cristo, nos movemos hacia convertirnos en quién somos en realidad, principalmente, "muertos al pecado y vivos para Dios" (Ro. 6:11). Por tanto quiero animarte a hacer un solo cambio que mejorará tu salud espiritual. Si estás espiritualmente viva en Cristo, entonces vive. Reorganiza tus prioridades y conviértete en la persona que debes ser.
¿Cuáles son los “pesos” que te están impidiendo tener comunión con Dios? ¿Cuál sería el único cambio que debes hacer para invertir en tu salud espiritual?
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