Esto han visto los humildes y se alegran. Viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. –Salmos 69:32
Sobrevivientes de experiencias cercanas a morir ahogados describen estos sucesos horrorosos como una sensación de ser golpeados con gran fuerza y sentirse desorientados por la falta de oxígeno.
Espero que no hayas sufrido esta horrorosa experiencia, pero probablemente estás luchando para evitar ahogarte en las inaguantables presiones y problemas que parecen sacarnos el aire de los pulmones.
En el Salmo 69 el Rey David describe una inundación de aguas que le llegan hasta el cuello y que amenazan con ahogarlo. Cuando nuestras vidas están en riesgo de hundirse, ¿hacia dónde nos dirigimos?
Nosotras ponemos nuestra esperanza en el Salvador infalible que rescata.
- Cuando nuestra vida gira sin control, Jesús es nuestra paz (Juan 14:27).
- Cuando estamos solas y somos abandonadas, Jesús no nos abandona (Hebreos 13:5).
- Cuando nuestras gargantas se secan por orar, Jesús intercede por nosotras (Hebreos 7:25).
- Cuando estamos exhaustas de tratar de salvarnos a nosotras mismas, Jesús nos aviva.
«Viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios.» (Salmos 69:32).
Amiga, cuando la vida te abrume, arrodíllate y abre tu corazón para ser vivificada. Admite tu debilidad. Jesús llevó nuestro pecado para rescatarnos de la más terrible inundación. La esperanza en Él nunca falla.
Reflexiona y Responde:
Lee Salmos 69
- Cuando te estás ahogando en la vida, ¿cómo reaccionas inicialmente? ¿Qué te muestra el Salmo 69 acerca de la provisión en Cristo que te ayudará a cambiar tu reacción en el futuro?
- Isaías 43:1-2 es un verso tranquilizador para cuando estás abrumada en la vida. Escríbelo, ponle tu nombre, después ora a Dios con un corazón agradecido.
- Lee 1 Pedro 1:3-9 y elabora una lista de las elogiables razones por las que poner nuestra esperanza en Jesús nunca falla.
Ve más profundo:
Mañana, empieza tu día buscando las nuevas misericordias de Dios y esperanzas descritas en el libro de Lamentaciones 3:21-26.
Mantén estos versos cerca de tu corazón durante el día. Cuando tu cabeza caiga en la almohada al anochecer, recuerda que la fidelidad de Dios nunca cambia. Da un paso más allá memorizando esta preciosa promesa o alabando cantando el himno Oh tu fidelidad.
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