Lectura bíblica: Salmos 16
Durante miles de años, la gente ha estado grabando nombres, fechas (e incluso imágenes) en madera, metales y rocas. Cualquier persona puede tallar árboles con un objeto simple y afilado, aunque estas grabaciones solo perduran por vida útil de un árbol, es decir, un promedio de 100 años.
Cuando pensamos en estas grabaciones en los árboles, generalmente viene a nuestra mente gestos románticos de amor, usualmente iniciales o nombres, fechas y, quizás corazones. A menudo existe la creencia de que el acto de tallar un mensaje en un árbol es un símbolo de amor eterno para que las generaciones posteriores puedan verlo.
Los grabados también pueden contar historias. Por ejemplo, los soldados solían tallar en árboles si querían dejar algo perdurable, en caso de que no regresaran de la guerra. A través de estas imágenes y mensajes podemos comprender lo que sentían y pensaban en ese momento. Hoy en día, las tallas o los grabados existen en varias formas, tales como grabados en anillos de boda, trofeos, y aun esa antigua práctica de grabar en un árbol.
En las Escrituras existe un grabado que quiero compartir con ustedes. Se encuentra en el Salmo 16. Es un eco de la promesa del Mesías que David y los israelitas esperaban. Veamos cómo este grabado trascendió la vida de un árbol; trascendió para siempre.
Lee el Salmo 16.
Espero no hayas omitido la prescripción (como yo solía hacer): Mictam de David.
La palabra «Mictam» viene de la palabra hebrea katam, que significa entrecortar o esculpir. La referencia es a una escritura tallada y por lo tanto permanente. Este es un grabado que cuenta una historia que se puede disfrutar durante años; que nunca se desvanece. Un grabado que ofrece una esperanza y que cuenta la historia de amor más grande (la historia del Evangelio), en tan solo un par de versos. Todo esto miles de años antes de que estas cosas llegaran a suceder.
El autor aquí es David. En este salmo puede parecer que él habla acerca de sí mismo, sin embargo, vemos la intención de Dios detrás de este salmo a través de Pedro en el libro de Hechos, capítulo 2. Allí nos revela que este salmo realmente no hablaba de David, sino del Mesías; el Señor Jesucristo.
UNA HERENCIA PROMETIDA
Todos soñamos con nuestro futuro, ya sea en esta vida o la venidera. Resultaría fácil imaginar algo extravagante. David habla de su herencia, tal como era asignada a los israelitas en la tierra.
«El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas cayeron para mí en lugares agradables; en verdad mi herencia es hermosa para mí» (Sal. 16:5-6).
Esto era un asunto muy importante para todos los israelitas. Las líneas de sus límites marcaron la porción de su herencia. Sin embargo, aparte de esa herencia física, David dice que el Señor es su porción y que es su herencia; una muy buena herencia que llena su copa y está llena de bendiciones, incluso antes de haberla recibido.
Las cuerdas nos han caído en lugares agradables, tanto ahora como en el futuro. Primeramente al escuchar la Palabra de Dios, cuando abrimos nuestros corazones a la verdad y recibimos el perdón de los pecados, por gracia a través de la fe en Cristo. Luego, a medida que crecemos en nuestro conocimiento de Él y de Su Palabra, recibimos una maravillosa herencia de Su parte nos muestra Su verdad y aprendemos e internalizamos las benditas enseñanzas de Su Palabra. ¿Qué puede ser más agradable que ser un pecador salvado por gracia, que puede estudiar y aprender Su Palabra y acercarse a Él a través de Su Espíritu? ¡Seguramente nuestras cuerdas han caído en lugares agradables!
VIVIR EN ESPERANZA
A menudo podemos perder la esperanza cuando lo que esperábamos que sucediera no se ha cumplido. A veces ponemos nuestra confianza en falsas esperanzas o en expectativas poco realistas. Sin embargo, vemos que David dice que «mi carne morará segura ... en el Seol» (Sal. 16:9-10). Esto no significa que debamos estar muertos en la esperanza, sino vivos en la esperanza. Esta era una expectativa real que Dios le había dado a David acerca de Aquel que vendría. Vemos esto hecho realidad el la vida de nuestro Señor Jesucristo, quien vivió con la esperanza de todo lo que Dios había planeado para Él y para aquellos que amaba. La expectativa de Cristo no estaba en Su muerte, sino en todas las cosas maravillosas que vendrían después.
TODOS LOS PLACERES Y PROMESAS
David termina el salmo con la seguridad de los placeres eternos de Dios. «A tu diestra hay delicias para siempre» (Sal. 16:11). El Señor es el Creador del placer y podemos estar seguros de que Sus placeres son mucho más grandes que cualquier cosa que creamos que esta vida pecaminosa pueda ofrecer. Él, David, había incorporado al SEÑOR en su vida de tal manera que, sin importar la situación en la que se encontrara, recordaría al SEÑOR y sus promesas. Esta debería ser nuestra práctica y deseo también. ¡Que llegue el día cuando nos deleitemos tan solo Él, a Su diestra para siempre!
Es posible que no te hayas casado con la persona cuyo nombre grabaste en un árbol durante tu adolescencia, pero puedes estar segura de que el Señor te ha grabado en Sus promesas y tienes Sus deleites para siempre cuando pusiste tu fe en Él, quien vino como bebé en un pesebre, completamente humano, completamente Dios, caminó entre nosotros, murió y resucitó para mostrarnos que Él es fiel a Su palabra.
Reflexiona:
- ¿Conoces y confías en las promesas de Dios grabadas en Su palabra para siempre?
- ¿Qué promesas te cuesta creer?
- Busca en las Escrituras y escribe algunas de las promesas que necesitas recordar cada dia.
Ora:
Gracias, Señor, por decirnos a través del profeta Isaías « Mira, te he grabado en las palmas de mis manos; Tus muros están siempre delante de mí » (Is. 49:16). Gracias por revelarnos a través de Tu Palabra las promesas a las que podemos aferrarnos como una expectativa segura de lo que hemos visto a través de tu Hijo Jesucristo y lo que aún está por venir.
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