Escrito por Deborah Smith
¿Dirías que eres una persona multitarea?
¿Afirmarías que «no hay tiempo suficiente para hacer todo lo que tienes que hacer»?
¿Te sientes más productiva y satisfecha cuando has conseguido hacer muchas cosas?
¿Has estado en una temporada difícil emocionalmente y has dicho: «Sólo necesito mantenerme ocupada»?
Pues bien, ninguna de esas afirmaciones o planteamientos son intrínsecamente erróneos. Mira que yo misma he dicho y actuado así alguna vez. Pero, por regla general, esas formas de pensar y enfocar la vida pueden carecer de sabiduría y, a menudo, simplemente no funcionan.
Comienzo diciendo que no escribo esto desde una posición de perfección. Escribo esto con el espíritu de «no es que ya lo haya alcanzado» (Flp. 3:12). Yo también sigo esforzándome por alcanzar la meta de administrar mejor el tiempo que el Señor me da. También sé que hay personas leyendo que ya lo están haciendo bien. ¡Gloria a Dios por ustedes! De cualquier manera, mientras comparto un poco sobre esas formas comunes de pensar con las que inicié, ojalá todas podamos ser ayudadas.
Así que, vamos a examinarnos.
A la que está orgullosa de ser multitarea
«Soy una persona multitarea». Lo escucho todo el tiempo, e incluso lo he dicho. No sé si eso es realmente cierto. Claro que puede haber momentos en los que nos veamos obligadas a tener un montón de cosas qué hacer al mismo tiempo, pero eso como forma de vida no es saludable ni sostenible.
Sin duda, hay madres que leen esto diciendo: «¡Esa es realmente mi vida!». Lo entiendo, pero incluso el estilo de vida de una madre ocupada puede (y debe) tener algo de equilibrio también. Sé que habrá momentos en los que tendrás que hacer malabares, pero mi sensación es que la mayoría de la gente piensa que ser capaz de hacer varias cosas a la vez es un don espiritual o una habilidad que hay que abrazar y perfeccionar, e incluso puede ser una fuente de orgullo.
Amigas mías, les prometo que aunque consigan hacerlo todo, lo más probable es que no lo hagan todo bien.
Tienes razón, Deb. Se hizo, pero no se hizo todo tan bien. Pero las cuentas están pagadas, el blog está escrito, la casa está limpia, los niños comieron y durmieron la siesta, mi entrenamiento fue genial, tuve un buen desayuno con mi grupo de discipulado, y al final del día, todos están vivos.
Bien, pero ¿en qué estado te encuentras cuando todo ha terminado? ¿Cuál es tu estado espiritual al final de ese día, semana, mes, año de locura? No tenemos que tener las dos manos llenas y los bolsillos llenos también para ser (o sentirnos) productivas. Estar ocupada no es necesariamente algo fructífero o espiritual.
Tal vez sea mejor comprometerse a ser consecuente con una cosa a la vez, haciendo bien lo que el Señor permite. En Eclesiastés dice que hay un tiempo para todo y que «más vale una mano llena de descanso que dos puños llenos de trabajo y correr tras el viento» (3:1, 4:6).
A la que dice, necesito más tiempo
No, tienes las mismas veinticuatro horas que las demás.
¿Podría ser que lo que en realidad necesitamos no es más tiempo, sino más bien planificar en oración nuestros horarios, preguntando al Señor qué quiere que hagamos? Porque sabemos que Él nos dará lo que necesitamos para completar aquello a lo que nos ha llamado, ¿verdad? Honestamente, ¿con qué frecuencia, mientras planificas tu día, tu semana o tu mes, oras y te detienes en busca de guía y sabiduría?
Y si eres como yo (propensa a estar «haciendo demasiado»), ¿has buscado alguna vez la ayuda de otros para discernir lo que Dios quiere que hagas? Esa parte de ti que acaba de decir: «Soy una persona adulta. No necesito ayuda para planificar mi tiempo, ¡resiste!».
Resiste ese orgullo para que Dios no te resista (Santiago 4:6) y cuestiona tu corazón en esto.
Y, de nuevo, si eres alguien que lo hace bien en esta área, gloria a Dios. Pero para el resto de nosotras, creo que la raíz del problema es que simplemente estamos tratando de hacer demasiado y se ha convertido en un mal hábito, tal vez incluso en una fortaleza. Necesitamos ayuda para detenernos y operar de manera diferente. Recientemente tuve una conversación con mi pastor acerca de esto, ya que se relaciona con un área particular de mi propia vida. Yo estaba un poco frenética. Él usó la Palabra de Dios para estabilizarme, pero luego me dio algo de sabiduría práctica para seguir adelante.
Si parece que no puedes bajarte del autobús de la lucha en esta área, ¡sé sabia y busca ayuda! Considera las palabras de Proverbios 12:15: «El camino del necio es recto a sus propios ojos, pero el que escucha consejos es sabio».
A la que es felizmente productiva
Si haces un inventario al final de un día ajetreado y consigues hacer muchas cosas, ¿te sientes muy satisfecha y realizada? Si no lo haces todo o consigues hacer una gran parte, ¿te sientes desanimada?
Efectivamente, Dios nos ha dado cosas que hacer, así que hacer cosas es realmente importante. Pero hay un peligro en medir los frutos por el número de tareas que completamos. Algunos días vamos a tener una larga lista de cosas importantes que necesitan ser hechas y sólo serán completadas si nos mantenemos enfocadas y trabajamos diligentemente. Pero hay algunos días en los que serviremos a Dios más fielmente si dejamos algunas cosas de nuestra lista de tareas sin hacer y nos concentramos en cosas más importantes, o tal vez en una sola cosa.
En Lucas 10:39-41, la reprimenda de Jesús a la ocupada Marta no se debió a que su deseo de ser hospitalaria y de tener la comida y la casa preparadas fuera algo malo. No, su deseo de servirle bien era algo bueno, pero no era lo mejor. Marta estaba ocupada con cosas legítimas, pero la oportunidad de sentarse a los pies de Jesús para aprender y adorar era «ahora», y María eligió la mejor parte.
Del mismo modo, puede que tengas un día planeado para atender cosas importantes, y el Señor puede enviarte a alguien o algo que te obligue a abandonar tu agenda y ponerte a la suya. Puede que no consigas hacer ninguna de esas tareas que habías planeado, pero puedes aprovechar mejor tu tiempo atendiendo la necesidad de una hermana en apuros o ayudando a un vecino al que has estado tratando de evangelizar a hacer algunas cosas en su casa. O considera esto: algunos días puedes necesitar simplemente detenerte y pasar un par de horas orando y cantando y leyendo la Palabra de Dios.
Debemos hacer planes, pero mantenerlos flexibles. Usa un lápiz, no un bolígrafo, y mantente abierta a que el Señor edite tu lista de tareas, para que tu trabajo pueda darle la mayor gloria. Aquí hay una palabra que puede ayudarte. Proverbios 19:21 dice:
«Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá».
A la que dice: «Sólo necesito mantenerme ocupada».
Ciertas situaciones y épocas de nuestra vida, como pasar por una ruptura, enfrentarnos a una gran decepción personal o perder a un ser querido, pueden hacer que nos sintamos descontentas, inquietas y solas, que son respuestas totalmente naturales a cualquiera de esos escenarios.
Durante estos tiempos, nuestra tendencia puede ser simplemente tratar de mantenernos ocupadas. Querida, estar ocupada no es la cura para la tristeza, el descontento o la soledad. Por más doloroso que se sienta quedarse quieta, eso es lo que necesitamos hacer primero en estas situaciones y temporadas. No estoy diciendo que no debamos hacer nada, pero el consuelo, la plenitud, el propósito y la dirección que necesitamos comienzan a los pies de Jesús.
No importa cuán ocupadas estemos, eventualmente tendremos que parar, y si no estamos ancladas en el Señor, ese momento de parada será aún más doloroso, vacío y solitario. Lamentaciones 3:24-26 nos recuerda que nuestra «porción» tiene que ser el Señor y que nuestra esperanza debe cimentarse en Él. Él es la roca sólida, el que sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos, el que cuida de nosotras y ha prometido que nunca nos dejará ni nos abandonará, y el que tiene un propósito para nuestras vidas.
Busca a este Dios en primer lugar y permite que te tranquilice y estabilice. Permite que Él alivie tu dolor y sane tu corazón; permite que Él ordene tus pasos. Aquí hay un buen recordatorio y una promesa de Proverbios 3:5-6:
«Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas».
A todas las que tratamos de servir de manera productiva
Amadas, como cristianas, no queremos estar en los asuntos de nuestro Padre sin buscar la voluntad de nuestro Padre. Somos tan bendecidas de tener Su Palabra para instruirnos en todas las cosas que pertenecen a vivir una vida fructífera. Tenemos Su propio Espíritu que nos ayudará a discernir y nos dará poder para hacer las cosas. Y tenemos Su cuerpo, la iglesia, para ayudarnos espiritual y prácticamente a llevar a cabo todo esto.
Nuestra meta es la fidelidad y dar frutos, y eso simplemente no se puede medir por lo ocupadas que estemos. Lo que sé con certeza es que Dios no desea que corramos como gallinas sin cabeza. También sé que si tenemos un patrón de no poder «hacerlo todo», probablemente hay algunas cosas que estamos tratando de hacer que el Señor no nos ha asignado para hacer.
Amadas, Él no ha ordenado un trabajo sin descanso, ni resultados al margen de Su voluntad. Por el contrario, Dios ha dicho que Su deseo para nosotras es que andemos «como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios» (Col. 1:10).
Hermanas, mi oración es que podamos gastar nuestro tiempo y energía sabiamente, trabajando y sirviendo de una manera que honre al Señor. Para ello necesitaremos tener discernimiento y ser guiados por el Espíritu, lo que significa que necesitamos prepararnos con mucha oración y escudriñar Su Palabra para saber lo que Dios ya nos ha dicho sobre Su voluntad para nuestras vidas.
Procuremos ocuparnos de los asuntos de nuestro Padre, trabajando y sirviendo de una manera que realmente sea de bendición, anime a otros y traiga gloria a nuestro Dios.
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