“Lo que sufrimos en esta vida es cosa ligera, que pronto pasa; pero nos trae como resultado una gloria eterna mucho más grande y abundante. Porque no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve, ya que las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas”. 2° Corintios 4:17-18 (DHH)
Es inmedible lo devastador que ha sido el feminismo en nuestra sociedad y cómo ha afectado el concepto original de las mujeres de su rol en los hogares.
No deja de resonar en mi mente cuando una joven mamá embarazada de su segundo hijo me decía “No puedo dejar de trabajar, mi esposo me dice que si dejo mi empleo no llegaremos a fin de mes. Cuando expresé la idea de que mi esposo tomara dos trabajos me dijeron que era una aprovechadora, que yo quería que mi esposo trabajara para yo quedarme en casa sin hacer nada en todo el día”. Esto es nada más y nada menos que pensamiento del mundo y de personas que rechazan por completo el diseño original de Dios para la familia.
Toda mujer verdadera reconoce que la misión principal de Dios para ella es su “hogar”, ese es el lugar donde una mujer debe servir con todas sus fuerzas y desarrollar su máximo potencial.
Tenemos un llamado que cumplir en este tiempo, ¡Ahora! Tenemos que dejar un legado a la generación futura, debemos llevar adelante el ministerio del hogar con la mirada puesta en lo que no se ve, en lo eterno, como dice el apóstol Pablo. Este sentir nos da la valentía de enfrentar el pensamiento mundano de que estar en casa no tiene sentido y que debemos contribuir en algo más útil. Pero nada es más ventajoso que sembrar en lo eterno, no hay nada más acertado que llevar adelante la tarea de esposas y madres que dicen ¡Si! al diseño de Dios para la mujer, ¡éste es nuestro sublime trabajo!
Dios nos ha dado el elevado llamado de ser ayuda idónea del hombre y de ser maestras, ¡cuánta responsabilidad y cuánto por hacer!, sin dudas no es una tarea fácil, es una labor que debemos desempeñar con mucho esmero y cuidado porque todo lo que hagamos tiene su eco en la eternidad, desde lo que sembremos en el corazón de nuestros hijos como la inigualable ayuda que seamos para nuestros esposos. Dios nos da Su Gracia para llevar adelante esta encomienda.
Si estás lidiando con las acusaciones del mundo, ¡no temas! el Señor está contigo y ¡haz Su voluntad que es buena, agradable y es perfecta! Si queremos hogares que en verdad sean un reflejo de la vida cristiana adentrémonos en el plan divino.
Reflexionemos; ¿es mi hogar una prioridad para mí? ¿Lo refleja esto el tiempo de calidad y cantidad que dedico sirviendo a mi familia? ¿Estoy dando importancia a lo que otros piensan de mí? ¿Busco agradar a Dios o a los hombres? ¿Confío en la providencia de Dios para mi familia o tengo puesta mi seguridad en el dinero?
¡Ora al Señor! que Él ordene todo en tu vida, para Dios nada es difícil, busca Su voluntad y confía en El.
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