Encontrando plenitud

¿Qué mujer no quiere sentirse, plena, completa…?

Creo que en el fondo (y a veces sin darnos cuenta) estamos constantemente buscando qué es lo que nos hará sentir de esa manera. Comienza desde muy temprano, aun desde niñas. Buscamos nuestro gozo y satisfacción en el agrado de nuestros padres o en la aprobación de las amigas, luego la ilusión de un príncipe azul o en la esperanza del matrimonio. Luego creemos que cuando tengamos hijos, ellos llenarán nuestro corazón, pero seguimos buscando porque sentimos que falta algo. Lo buscamos en una carrera profesional, en un ministerio, en relaciones, en hacer todo lo correcto, en cosas materiales y en sueños que quizás solo hará falta cumplirlos para darnos cuenta de que tampoco nos darán la plenitud que tanto anhelamos.

Un ratito de autocomplacencia en las redes sociales, un respiro para salir de la rutina del hogar, un bocado innecesario de ese placer prohibido… La búsqueda nos puede dejar exhaustas porque después de haber gustado todo, descubriremos que no existe absolutamente nadie ni nada en este mundo, ni en el universo, que pueda satisfacer el alma humana. Buscamos en cisternas rotas, ignorando que existe Uno en el que habita TODA la plenitud, y Su nombre es Cristo.

«Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud». -Colosenses 1:19

Aun como creyentes, perdemos de vista esta verdad tan simple: solo en Cristo habita la satisfacción. Imagina por un momento esta realidad: toda la plenitud de Dios, toda, absolutamente toda, habita en Cristo; y Cristo habita en ti. ¡Ese pensamiento excede mi capacidad de comprensión humana! Es por esto que nuestra búsqueda en pozos secos es completamente inútil e innecesaria. En el momento en que Dios te unió a Su Hijo preparó una mesa abundante y la colocó delante de ti para que simplemente te sacies en Él por la fe. Es una pena que nos conformemos con una dosis mínima de Él, que no estemos escarbando con fuerzas la gracia sobre gracia que viene de beber de Su plenitud.

«Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia». -Juan 1:16

La tumba está vacía para que nuestros corazones nunca lo estén. El mismo que llena la expansión del universo es capaz de rebozarte de Su plenitud. Esta es una verdad que necesitamos creer por la fe en los momentos en los que nuestros corazones nos inviten a inclinarnos a pozos sucios. Necesitamos negarnos a nuestro obstinado deseo de correr en dirección contraria a la fuente de agua viva para apropiarnos de la vida plena de Cristo. 

Corramos a Su Palabra que es un caudal que sacia y bebamos hasta la saciedad. Cristo ha servido la mesa, Él quiere llenar todas las áreas de tu vida, Él quiere que te deleites y satisfagas en Él todas tus necesidades. A fin de que podamos decir junto al salmista:

«Me darás a conocer la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; en Tu diestra, deleites para siempre». -Salmos 16:11 

¿En qué o quién estás buscando plenitud? ¿Cuáles son esas cisternas rotas a las que acudes cuando tienes sed? ¿La aprobación de los demás? ¿Es tu rol como madre o esposa? ¿En tu trabajo o ministerio? ¿Hay cosas materiales que son el objeto de tu gozo? Considera a Cristo, si estás en Él por la fe, toda la plenitud de Dios está a tu disposición.

Si quieres seguir profundizando este tema, aquí te comparto una serie de mensajes del libro de Colosenses titulada «Cristo es todo» que ha sido de mucha bendición y ánimo a mi vida en estos últimos meses. 

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Sobre el autor

Betsy Gómez

Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano … leer más …


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