Lo que ha acontecido durante la pandemia parece un guión de una película de Hollywood sobre catástrofes y epidemias. De hecho, podríamos decir que la ficción se convirtió en realidad, ya que nadie esperaba lo que estamos viviendo.
El virus (SARS- CoV-2) y su enfermedad el COVID-19 empezó a paralizar rápidamente ciudades, estados, naciones y hoy la humanidad entera está siendo afectada. Esta pandemia nos encontró mientras viajábamos para servir al Señor en la conferencia Hispana MV20 en Monterrey, México. Sin embargo, cuando partimos para el evento, no imaginábamos lo que estaba a punto de ocurrir en nuestra Latinoamérica querida.
Nuestros planes de viaje, la partida, la estadía y el regreso estaban perfectamente planificados. La agenda de nuestros hijos que se quedaban con sus abuelos estaba desarrollada al detalle, y todo estaba «bajo control». Nos encontraríamos de nuevo once días después.
La Conferencia se llevó a cabo con normalidad; no obstante, teniendo en cuenta que ya había reportes de casos positivos en Latinoamérica, tomamos las medidas de precaución necesarias. Así, todo siguió su curso con normalidad, como era de esperarse, hasta que llegó el domingo.
Ese día entendimos que el Covid-19 ya había comenzado a hacer estragos en toda América. Esto lo entendimos mejor cuando fuimos notificados por correo que nuestro vuelo había sido cancelado, algo que nunca hubiéramos querido leer. Justo en ese instante nuestras mentes corrieron y activaron el botón rojo de emergencia, el pánico y la ansiedad llegaron; pero lo primero que recordamos fue que Dios está en control.
A decir verdad, mi cuerpo comenzó a debilitarse, mi corazón se aceleró y mi mente se puso en modo «spoiler», donde quería adelantar la trama de esta película y estar en casa tranquila con mi familia. Sin embargo, la realidad fue otra: la agenda se alteró y yo no tenía el control.
¿Dónde está Dios en medio de esto?
Mientras pasaban las horas, sabíamos que había unos niños a 8.000 km. de distancia que esperaban a sus padres ansiosamente. Unos padres que no sabían cuándo podrían regresar porque el pronóstico era incierto.
Pero nada es incierto para Dios, ni está fuera de su control. Él orquesta todo perfectamente y para su Gloria. ¡Dios reina y es soberano! Y es allí donde se debe activar el protocolo de emergencia del cristiano. Es allí donde debes confiar en Dios y orar pidiendo su favor, gracia y misericordia sobre nuestras vidas.
En todo ese tiempo vimos la providencia de Dios en el alojamiento, las comidas y al conseguir los vuelos a nuestro país de manera milagrosa, ya que las aerolíneas estaban colapsadas. Verdaderamente, Él siempre está al control, pero es bueno preguntarnos: ¿dónde está puesta nuestra confianza? Hebreos 11:1 dice: «Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Nuestra fe estaba siendo probada.
Ahora, sabíamos que nuestros planes no son muchas veces los planes del Señor y aún nos preguntamos lo mismo que Job: ¿No ve Él mis caminos y cuenta todos mis pasos? (Job 31:4). Más Dios que es «clemente y misericordioso», nos mostró su favor. Luego de varios días y diversos obstáculos, llegamos a casa, el día señalado y ¡unas horas antes! Bendita bondad de Dios que nos muestra a cada paso su gracia y amor incondicional.
Hoy estoy sentada escribiendo, mientras me encuentro en una cuarentena con mi esposo en mi casa. Estoy agradecida de estar en nuestro hogar y de entender los planes del Señor para nosotros. Entonces, ¿todo lo que organizamos dónde quedó? ¡Solo escrito en la agenda! Nuestros planes están escritos en lápiz, pero no lo marcamos muy fuerte para que Dios pueda borrarlos con facilidad. Durante ese tiempo, Dios tenía otros planes, otro camino. Una prueba por el camino largo y no por el corto. Así es nuestro buen Dios que conoce y sabe lo que es mejor para sus hijos.
¿Qué aprendemos con esto?
- Su voluntad es perfecta: Isaías 55:9 nos recuerda: «Los caminos del Señor son más altos que nuestros caminos y sus pensamientos más que nuestros pensamientos».
- El cristiano vive y experimenta a Dios: En la Biblia leemos la historia de redención e interacción de Dios con el hombre pecador. La Palabra de Dios nos muestra que nosotros solo somos personas débiles y pecadoras que necesitamos de su asistencia día a día. Y que en medio de la desesperación es cuando sentimos su presencia y su voz diciendo: «no temas, Yo soy tu Dios».
- ¡Dios está al control!: Dios me recuerda: «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad...» (2 Cor. 12:9). Mi familia es propiedad del Señor y Él cuida de ella mucho mejor que yo.
- Las bendiciones de Dios son más grandes que nuestros males: El antídoto para las maldiciones que siguieron a la caída, e incluso para cualquier virus o enfermedad, son las bendiciones que tenemos en Cristo Jesús.
¿Qué tan fuerte es tu fe y tu teología en medio de la crisis? ¿Qué te ha enseñado el Señor en este tiempo? Nos encantaría escuchar de ti en la sección de comentarios.
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