En busca de mi verdadero Padre - Parte 1

He conocido más niños y niñas sin padre de los que hubiera podido imaginar. Cada historia que se escucha en los orfanatos es capaz de conmover profundamente mi corazón. Sin embargo, no sólo en los refugios infantiles hay tristes casos de abandono. Es muy común conocer a alguien cerca de ti que ha crecido sin convivir con su padre, ya sea porque éste murió, al divorciarse se alejó o estuvo cerca físicamente pero emocionalmente muy lejos, siempre ausente. Quizá no fuiste tú, pero son tus hijos los que viven sin padre.

Hay algo dentro de nosotros que anhela desesperadamente saber nuestra historia, nuestra línea genealógica. Creo que Dios puso ese interés en nuestro interior, principalmente para anhelarle y buscarle a Él, ya que fuimos hechos a Su imagen y semejanza, Él es nuestro verdadero Padre, nuestro verdadero origen (Gn. 1:26).

Piensa en cuántas películas y libros existen que tratan de hijos en busca de sus padres biológicos, hijos que nunca dejaron de anhelar conocer sus raíces y dedicaron mucho de su tiempo, dinero y esfuerzo para encontrarles (incluso luego de haber sido adoptados y haber tenido vidas felices con una preciosa familia adoptiva). Cada vez, quisiera poder verles a los ojos y decirles: “Un padre terrenal pudiera fallar, pero ¡el Padre Celestial jamás te abandonará ni te desamparará!”.

La Biblia es un libro que contiene muchas historias de padres que fallaron, también de hijos pródigos, extraviados, pecadores, hombres y mujeres malvados; todos ellos necesitados de perdón, de gracia, de misericordia, de oportunidad, de amor genuino ¡de un Salvador! Padres e hijos como tú y yo, que hemos errado, tocado fondo y estamos necesitados de Él.

La Palabra de Dios nos habla de cómo encontrar y conocer a nuestro verdadero Padre: Jesucristo, Él es el único Padre sin defecto, sin falta, sin errores, el cual no nos abandonó, sino que por amor se entregó por todas nosotras hasta la muerte y muerte de cruz, Él nos buscó y rescató, para que pudiéramos tener vida en abundancia. Nuestros hijos necesitan específicamente a este Padre.

Las páginas de las Escrituras contienen la más bella historia de amor paternal, ésta contiene el poder capaz de brindar un cambio radical en las vidas, para pasar de muerte espiritual a una vida plena en Cristo. Mi corazón se llena de alegría y esperanza al considerar que ¡Él nos amó primero!

La voluntad de nuestro Padre celestial es que ninguno de esos pequeños se pierda (Mt.18:14). Él anhela que lo conozcan y disfruten como su verdadero Padre.

Cristo es la mejor imagen paterna que alguien pueda tener. No sé cómo sea en tu país, pero a mí me asombran tanto las estadísticas del mío: en México se estima que existen 8.2 millones de mujeres de 12 años y más, que tienen por lo menos un hijo y que están en una situación conyugal de "no unión" (es decir, son viudas, separadas, divorciadas o solteras) .

Estadísticamente lo más seguro es que muchas de las mujeres que leen este artículo no tuvieron un buen padre a su lado o son madres solteras. No estás sola, tenemos algo en común: el 100% de nosotras tenemos padres falibles, terrenales, pecadores, que, aunque algunos hayan sido buenos, no son, ni jamás podrán ser perfectos, que por más amorosos que hayan querido ser, lo más probable es que se han equivocado algún momento de la vida y hayan lastimado nuestro corazón.

Esta es una preciosa promesa para los hijos sin padre terrenal: Porque, aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el Señor me recogerá. Salmos 27:10.

Cuando el hombre falle, agradece la fidelidad y tierno cuidado del Padre Celestial. ¡Nadie como Él!

Puede ser que te preguntes: “¿Qué hago con las heridas, los recuerdos, los huecos en mi corazón por no haber tenido papá?” o “¿si soy una madre soltera… cómo puedo ayudar a mis hijos cada día?”.

Primero te invito a conocer cómo es Dios en realidad. ¡En Él hay esperanza! Te invito a que continuamente busquemos a nuestro verdadero Padre, con devoción y fervor, a través de la oración y a través de Su Palabra, de una relación estrecha con Él. Sólo con Su ayuda podremos enfrentar cada día.

Acudamos cada día en libertad y confianza a los tiernos, fuertes y suficientes brazos de nuestro Padre Celestial. Y enseñemos a los niños de nuestra esfera de influencia a hacer lo mismo.

Hazlo Personal: ●¿Pudieras orar continuamente por los padres, incluso cuando no hayas tenido uno o tus hijos crezcan sin el suyo? ●¿Cómo planeas ser de bendición a niños que crecen sin un padre terrenal? ●¿Compartirás esperanza a otras mujeres que necesitan perdonar a los hombres que las han abandonado?

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Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
 
Ambos son Ing. Industriales y … leer más …

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