«Más la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se encendió en ira» (Ester 1:12, RVR1960, énfasis añadido).
¿Sabes quién es la reina Vasti? Sea tu respuesta «sí» o «ni idea», te invito a buscar en tu Biblia el libro de Ester y leer el capítulo uno, (preferiblemente) antes de continuar leyendo esta publicación.
Confieso que las últimas dos veces que leí el libro de Ester, algo pasaba en mi corazón cuando leía los versículos 17 y 18 del capítulo 1. En mi mente se repetía la frase «llegará a oídos de todas las mujeres, y ellas tendrán en poca estima a sus maridos». Pensaba: «Mi esposo no es un rey, pero sí es pastor. ¡Qué responsabilidad tan grande! ¿Cuántas veces me habré portado como Vasti influenciado negativamente a las mujeres de mi iglesia?».
Esto me motivó a investigar un poco más acerca de este asunto llamado «pecado» por Memucán, uno de los sabios cercanos al rey (v. 16). Me sorprendió encontrar opiniones muy variadas de hombres estudiosos de las Escrituras relacionadas con la respuesta de Vasti al rey. Algunos consideran que sus acciones fueron correctas y otros no. Al seguir investigando, encontré también que este texto frecuentemente se ha usado fuera de contexto para alabar la desobediencia de Vasti y denigrar al rey Asuero y a todos los hombres casados que se comportan como él.
Seguramente, entonces, te estarás preguntando si Vasti tuvo razón o no al desobedecer a su esposo. Recordemos dos cosas: 1) sea cual sea la motivación que tuvo Vasti para no presentarse delante del rey, no era dar gloria a Dios, porque ella era una reina pagana; 2) Dios soberanamente no permitió que en las Escrituras quedara registrada la razón de su respuesta. Por lo tanto, si el autor no lo menciona es porque la motivación de Vasti no es el mensaje central de este pasaje. Sin embargo, como mujeres que amamos a Dios, podemos aprender de ello.
La Biblia dice que «TODA la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos» (2 Tim. 3:16, NTV, énfasis añadido). Puede pasar que por el afán de enfocarnos en el mensaje central del libro, o por correr a enfocarnos en la vida de Ester, leamos este capítulo de la Biblia con rapidez. Aun así, cuando estudiamos este capítulo junto a otros versículos de la Biblia que son más claros, vemos esta porción de la historia útil para darnos valiosas lecciones de vida:
El corazón del rey está en las manos de Dios
Aunque hombres como Asuero (esposos inconversos, jefes ásperos, gobernantes malvados) pueden ejercer autoridad sobre nosotras, Dios es el Rey de toda la tierra (Sal. 47:7) y el corazón de las autoridades terrenales está en manos de Él, pues a todo lo que quiere lo inclina (Prov. 21:1). Si estás casada con un hombre que no teme al Señor, puedes mirar a Cristo cada día. Pon tu esperanza en Él para que, por el poder de Su Santo Espíritu, si es la voluntad de Dios, tu esposo sea ganado para Cristo por tu conducta casta y respetuosa (1 Ped. 3:1-2).
La esposa es llamada a sumisión respetuosa
La Palabra de Dios no da licencia a la esposa para desobedecer a su esposo, sea creyente o inconverso (1 Ped. 3:1-2), a menos que le pida desobedecer un mandamiento directo de Dios en las Escrituras (Hch. 5:29). Al enfrentarnos a requerimientos de parte de nuestros esposos que son contrarios a las Escrituras, debemos pedir ayuda en oración a Dios para expresarles nuestro desacuerdo con una actitud correcta. No debemos responder con pecado cuando nuestros esposos pequen contra nosotras. Debemos vencer con el bien el mal (Rom. 12:17, 21), practicando una sumisión respetuosa (Ef. 5:22, 33).
El ejemplo ejerce influencia
El rey Asuero temía que el ejemplo de su esposa desobediente tuviera una influencia negativa sobre las demás mujeres de su reino. No sabemos si esto hubiera ocurrido, pero sí conocemos el principio de la influencia. Otras mujeres son influenciadas por la forma en que nosotras respondemos a la autoridad, seamos esposas de pastores o no. ¡Otras imitarán lo que tú haces!
¡Que Su Santo Espíritu nos ayude a elegir siempre el camino de la obediencia!
¿Te has encontrado alguna vez en el dilema de obedecer o no a tu esposo? ¿Nos podrías compartir cómo Dios te ayudó a resolver el asunto?
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