Era una tarde lluviosa de sábado. Envié al comedor a mis compañeras de cuarto en la universidad, porque quería el dormitorio para mí sola mientras hacía cierta llamada telefónica. Marqué el número, oí la voz tan familiar. Luego, en cuestión de solo unos momentos terminé una relación que me había estado alejando de Dios desde hacía bastante tiempo. Colgué el teléfono y lloré por un buen rato.
Cuando Dios parece distante
Era obvio que Dios estaba trabajando en mi corazón. Me sentía miserable respecto a mi pecado, y tenía un deseo nuevo de agradarle. Pero Dios parecía tan distante. Intenté leer mi Biblia, pero no me decía nada. Intenté orar, pero mis oraciones parecían no pasar del techo. Ahora estaba intentando este-asunto–de–terminar-una-relación. Aunque sabía que era la decisión correcta, eso no cambiaba lo sola y triste que me sentía. Sentada ahí en mi cama, preguntándome qué más debía hacer, sonó el teléfono. Era el pastor del campus. Se preguntaba si podría bajar a recibir un paquete que me sería entregado por la puerta trasera de mi dormitorio. Con curiosidad bajé corriendo al lobby justo a tiempo para ver que un carro se estacionaba. Un hombre salió y corrió hacia mí en medio de la lluvia. Miré de reojo, me quedé sin aliento y abrí la puerta. “¿¡Papi!?” exclamé, mientras él me rodeaba con un abrazo.
Mis padres vivían en Michigan, que queda a doce horas de la Universidad Liberty en Virginia. Por tanto, mi papá no simplemente “pasaba por el vecindario.” Había dejado todo para volar y venir a verme. Creo que él pudo darse cuenta que este era un tiempo crucial en mi viaje de fe.
Expuesta
Unas semanas antes, mientras estaba de descanso en casa, Dios había arrancado la tapa de parte de mi pecado. Me sentí tan expuesta y avergonzada. Le había dicho a mi mamá, “No le digas a papá, sino hasta que yo esté de regreso en la escuela.” No quería ni pensar en que él lo supiera. Quería suponer que no lo sabía.
Pero mi papá sabía. Y voló hasta Virginia para decirme que todavía me amaba.
“Mamá te compró un vestido nuevo,” dijo, entregándome un paquete. “Ve a ponértelo, y te llevaré a un lugar bonito para cenar juntos.”
Esa noche, después de cenar, estaba sentada en el carro con mi papá. Me leyó algunos versículos de Apocalipsis 2, acerca de las personas de la iglesia en Éfeso, que habían “perdido su primer amor” por Jesús. ¡Eso realmente me describía!
De niña había sido una apasionada de Jesús –hablando a todos los que querían escuchar acerca del pecado, del infierno y cómo Jesús quería salvarnos de todo eso. Como estudiante de secundaria, me involucraba en cada programa que nuestra iglesia ofreciera. Sin embargo, en algún lugar del camino, me había distanciado. Había perdido mi primer amor por Jesús, igual que la iglesia descrita en Apocalipsis 2.
Mi papá me mostró las instrucciones dadas a la iglesia de Éfeso: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio...” (Ap. 2:5) Él me dijo que estas instrucciones eran para mí también. Necesitaba recordar de dónde había caído. Necesitaba comenzar a hacer las cosas que hacía cuando estaba enamorada de Jesús. ¡Esta era la forma de arrepentirse! No debía esperar a que las emociones o el amor guiaran mis acciones. Las emociones seguirían a las acciones.
Un Padre amoroso
Ese fin de semana fue clave para mí. Con esa llamada había dado un gran paso de obediencia a Dios, y luego el teléfono había sonado nuevamente. Dios estaba respondiendo con un mensaje de amor y aceptación, no de vergüenza y condenación. ¡Su mensajero fue mi papá, quien lo representaba tan bien!
Yo no sé cómo sea tu papá. He vivido lo suficiente para darme cuenta lo afortunada que soy de tener un padre como el mío, pero sé que no todos los padres son como él. Sin embargo, aun cuando tu padre sea de los negligentes, que abusan o abandonan, tienes un Padre que quiere restituirte lo que te hace falta. Dios, el Padre perfecto, dice:
“Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia.” Jeremías 31:3.
¿Cómo ha sido Dios fiel en mostrarte Su amor? Comenzó con un viaje que le costó más que un fin de semana y más que un boleto de avión.
- Dios te amó lo suficiente para enviar del cielo a Su Hijo como mensajero en la tierra –no para condenarte por tu pecado, sino para que seas salva del mismo (Juan 3:16-17).
- Jesús demostró el amor de Dios de esta manera: Cuando todavía eras pecadora, Cristo murió por ti (Ro. 5:8)
- Jesús llevó tu vergüenza, menospreciándola en cada paso hacia la cruz –porque Él quería darte una vestidura nueva, blanca, pura, hecha de Su propia justicia. (Isa 61:10).
- Y ahora, en respuesta a Su amor, Dios te invita a conducirte como una Novia, preparándose para su Novio (Ap.19:7).
¿Dios ha visto tu pecado? Sí, cada parte del mismo. Quizá no quieras pensar en eso. Tal vez quieras suponer que no lo sabe. Pero la verdad es que todas las cosas escondidas están al descubierto y desnudas delante de tu Padre en los cielos (He. 4:13).
Por tanto, ¿cómo debe responder una hija buena? ¿Deberíamos acobardarnos y escondernos y odiarnos a nosotras mismas? ¡Nunca! Tu Padre te invita a tener convicción y dolor por tu pecado, pero no a la vergüenza. Nunca avergonzarte. ¡Dios es el que ha hecho todo para eliminar la vergüenza! Es Su enemigo quien lanza condenación (Ro. 8:1).
Un Padre que te busca
Dios es el tipo de Padre que nunca quiere que Su hija dude de Su amor. Él te busca. Viaja la distancia que les separa. Él te afirma. Dice que nada pueda separarte de Su amor (Ro. 8:38-39)
Conforme se acerca el día del Padre este año, ¿por qué no pasar algún tiempo con el Padre que te ha amado con amor eterno (Jer. 31:3)? Arrepiéntete de tu pecado y acércate a él. Recuerda la manera en que Su amor que te persigue ha cambiado tu historia.
¿Te parece que Dios está distante? ¿Te sientes avergonzada por el pecado descubierto? ¿Estás fingiendo que Dios no puede ver tu pecado? Tu Padre te ama con un amor fiel y eterno. ¿Qué verdad acerca de tu Padre vas a abrazar hoy?
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