La maternidad es una encomienda sagrada y un llamado divino. Como hijas de Dios es urgente que adquiramos una visión más amplia y más asombrosa de la maternidad, sobre todo en los tiempos que estamos viviendo. No solo es un alto llamado, sino que la influencia de la madre es vital en la vida de un hijo. Y no solo es vital su influencia, sino que ese llamamiento tiene propósitos sorprendentes como veremos a continuación.
Vayamos atrás por un momento, al origen del mundo:
La mujer tuvo un papel relevante en los acontecimientos que ocurrieron en Génesis. Dios la creó para ser ayuda de Adán, para ser su esposa y para ser madre: «madre de todos los vivientes» (3:20). Dios los mandó a multiplicarse y a llenar la tierra, y les dio algunos límites que debían respetar.
Sin embargo, la mujer fue tentada por la serpiente para desobedecer a Dios. Sus deseos de alcanzar sabiduría la llevaron a traspasar los límites que Dios había impuesto. La vida fuera de esos límites le resultó tentadora, le pareció razonable e incitó sus deseos y pasiones. Provocó los deseos de su carne, de sus ojos (codicia) y la arrogancia de la vida (el orgullo provocado por los logros, posesiones y sabiduría) (1 Jn 2:16). Ella ignoró las advertencias de Dios y se dejó seducir por todo eso. Eva eligió su autonomía antes que la obediencia a los mandatos expresos de Dios.
Todo esto provocó un sinnúmero de consecuencias para nosotros, los descendientes de Adán y Eva, quienes ahora vivimos las consecuencias de su elección. Originalmente, Dios le encomendó a Eva un rol de ayuda, de esposa y de madre, pero ahora, debido a la caída, ambas encomiendas vendrían acompañadas de grandes sufrimientos (v. 3:16):
- Dios multiplicaría en gran manera los dolores de parto.
- Ella debía continuar siendo ayuda para su esposo Adán, pero no le resultaría fácil hacerlo. De hecho, le sería increíblemente difícil sujetarse porque el deseo de ella sería ahora tener el poder.
Pero junto con las justas consecuencias del pecado, Dios en su infinita misericordia, le da a la mujer una nueva encomienda: Dios le daría un papel y un rol significativo en la redención de la humanidad que le había desobedecido. Vemos esto apuntado en la vida de Sara en Génesis 17:16: «Y la bendeciré, y de cierto te daré un hijo por medio de ella. La bendeciré y será madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella».
La mujer que había sido copartícipe de la caída, ahora vendría a tener un rol significativo en la obra de redención de un remanente que Dios salvaría.
Tan honroso era este rol de madre que en el Antiguo Testamento el no tener hijos era considerado como una gran aflicción. Podemos ver esto en las vida de mujeres que lucharon con la infertilidad como Sara, Raquel, Ana, entre otras.
Veamos este mismo hilo de pensamiento en cuanto al rol de la mujer en su capacidad de madre en 1 Timoteo 2:9-13:
«Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad. Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. Porque Adán fue creado primero, después Eva. Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia».
Desenredemos un poco este texto:
Pablo le escribe a Timoteo acerca de la iglesia local y le explica cómo deben de organizarse las cosas allí. Él explica que la iglesia debe seguir cierto orden. Habla de la forma en que los hombres y las mujeres deben adorar a Dios, y se enfoca específicamente en el carácter y más adelante en la conducta de una mujer piadosa. Pablo explica esto haciendo referencia al orden en que Dios creó al hombre y a la mujer. Esto nos lleva de nuevo a Génesis como fundamento de todo: «Porque Adán fue creado primero, después Eva».
Luego continúa mostrando cómo los problemas de la humanidad comenzaron cuando estos roles fueron revertidos: «Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión». Fue cuando Eva usurpó el liderazgo de Adán (y cuando Adán abdicó de su liderazgo) que todos estos problemas comenzaron.
Y entonces, encontramos algo muy particular y difícil de entender: Pablo dice que la mujer «se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia».
¿Qué quiere decir «se salvará»?
Tenemos que empezar con esa pequeña palabra «pero», la cual empieza la frase. Esta es una palabra de contraste que también pudiéramos traducir como «sin embargo». Pablo acaba de hablar sobre la mujer, su insubordinación, su pecado y cómo fue engañada.
Pero… «Sin embargo». Vemos un importante contraste que se deriva de la obra de Jesús y su glorioso evangelio. Sin embargo, ella se salvará engendrando hijos. ¿Quién es ella? Ella hace referencia, no solo a Eva, sino a las mujeres en general; a ti y a mí.
Es como si dijéramos: «Por causa de Jesús, ella (esa fiel mujer cristiana) será salvada a través de engendrar hijos». ¿Significa esto que ella «será salva de su pecado y salva del infierno, solo cuando dé a luz hijos?». Obviamente este no puede ser el caso, ya que esto equivale a salvación por obras y, de ser así, estaría salvándose a sí misma a través de sus buenas obras, algo que contradice lo que la Biblia claramente enseña.
Lo que Pablo está diciendo es que la mujer se salvará del estigma o de la responsabilidad de haber causado la caída. Sí, la mujer pecó y llevó a su esposo a pecar con ella; pero aquí ella es liberada del estigma de su pecado. Dios pudo haber decretado que ella permaneciera siendo una «ciudadana de segunda categoría» para siempre; pero Él no hizo eso. Ella ha sido salvada de ese estigma. Y ahora Dios tiene un propósito importante para ella: vemos redención.
Es interesante que a través del evangelio se produce un retorno al origen, a los propósitos iniciales de Dios, al orden natural de Dios y a la forma como Él la creó. Ella es salvada del estigma de lo que ha hecho, y ahora puede ser salva de las tentaciones de Satanás cuando éste sigue buscando atraerla hacia ese mismo pecado en el que Eva cayó.
¿Y cómo se salvarán las mujeres de todo esto? Engendrando hijos.
¿Cómo ocurre esto?
Esta mujer es liberada de la vergüenza de su pecado engendrando hijos, levantando una simiente santa, hijos piadosos, hijos que escuchen sobre Jesús y lo que Él ha hecho. Luego de la caída, Dios pudo haber decretado que ese fuera el momento del fin de la raza humana, pudo habernos cortado totalmente. De hecho, pudo haber decretado alguna manera de evitar que la mujer desempeñase algún rol en el proceso de procreación. Pero eso no fue lo que Él hizo. En lugar de ello, invitó a la mujer a contribuir para llevar a la raza humana de un estado de pecado a un nuevo estado de santidad.
En el contexto más amplio de este pasaje, Pablo está haciendo referencia al llamado integral de la mujer en el contexto de la familia dentro de la iglesia y dentro del mundo. Ella debe abrazar la feminidad piadosa, debe abrazar el concepto de ser lo que Dios la creó para ser y para hacer. Ella debe batallar en contra de la tendencia de querer usurpar una autoridad que no le corresponde por un lado; y por el otro, tendrá el honor y el privilegio de criar una simiente para Dios. Ella debe dar a luz, debe desear ser fructífera y multiplicarse, satisfaciendo así su parte en el llamado o mandato de la creación.
De manera que, ¿cómo entonces es que la mujer se redime de la caída? ¿Cómo es que escapa del estigma del papel que jugó en aquel primer pecado? En el sentido más práctico, lo hará engendrando hijos, nutriendo y entrenando a la próxima generación. Pero también hay un sentido más grande en el que ella hace esto, y es cuando abraza gozosamente la persona que Dios la ha llamado a ser, abrazando su rol único y la función singular a la que Dios la ha llamado.
Esta es una mujer que confía en Dios y que encuentra verdadero gozo y contentamiento en su rol, lo que trae gloria a Dios. Ella permanece en la fe, el amor y la santidad. La fe, la esperanza y el amor vienen como consecuencia de haber creído en el evangelio; fluyen de un corazón que ha sido transformado por el Evangelio. Y esto es una realidad, ya sea para la mujer casada, soltera, madre o no.
No todas las mujeres serán madres. Algunas mujeres serán llamadas por Dios a una vida de soltería para que puedan servir al Señor sin restricciones, sin las limitaciones que vienen con el matrimonio y los hijos. Hay mujeres para las que Dios no ha provisto un esposo, y también mujeres casadas a las que Dios ha cerrado su vientre, y Él ha hecho esto debido a sus propios propósitos. Y deben de ser buenos propósitos, porque Dios es bueno.
Este texto también les habla a estas mujeres. Las invita a abrazar la piedad femenina, la feminidad bíblica. Las llama a nutrir a otras, a enseñar a otras a abrazar el rol que ha sido ordenado por Dios para ellas. Este tipo de conducta, esa encomienda, este tipo de carácter, es hermoso ante los ojos de Dios y lo honra. Y hace que el evangelio luzca hermoso y asombroso.
El llamado es sacrificial
La maternidad vivida de esta forma, con este entendimiento, es difícil. Al igual que Eva luchamos con nuestra carne, con nuestros deseos y con la pasión de nuestra carne, de nuestros ojos y la arrogancia de la vida. También debemos luchar contra la corriente del mundo, que dificulta que vivamos nuestro llamado de forma consagrada e intencional:
«Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidose». (2 Ti. 3:12)
Al abrazar este rol muchas serán «perseguidas», incluso por personas que han abrazado el cristianismo y no han visto aún lo glorioso de su diseño como mujeres.
Si eres madre, quiero animarte a recordar que tú no solo estas ahí en tu casa sin dormir, cambiando pañales, limpiando, cocinando, lavando, entrenando niños rebeldes, etc. En medio de esa tarea estás contribuyendo con la redención de un pueblo para Dios, y estás glorificando a Cristo. Nunca se ha tratado de «lo que haces», sino «por qué lo haces». Es un alto, alto llamado. Estás impactando las futuras generaciones. Estás haciendo uno de los trabajos más importantes del mundo. Estás afilando flechas que serán lanzadas al futuro (Sal. 127:4).
Quiero dejarte con algunas recomendaciones y algunas verdades que te ayudaran a enfocar tu mirada en Cristo en medio de tu ardua labor:
- Deposita tu fe en Dios y créele a Él. Cierra tus oídos a las voces del mundo, de Satanás y a los engaños de tu propio corazón.
- Mantén tus ojos en el objetivo, recuérdate constantemente la asombrosa e inmerecida misión. Es un alto privilegio y una honra inmerecida. Es una misericordia de Dios para ti.
- Ríndete a la voluntad de Dios y descansa en su poder. Esta es una misión santa y Dios te capacita física, emocional y espiritualmente para llevarla a cabo.
- En medio de este llamado, Dios te está santificando. Aparte de cumplir este objetivo de proporciones cósmicas, Él está trabajando en tu propio corazón en medio de este proceso y tallándote a su imagen.
- El llamado es sacrificial, pero esto no debe tomarte por sorpresa. Cuando Tito 2 dice que las ancianas deben enseñar a las mujeres a amar a sus hijos, la palabra que se usa ahí para «amar» no es la usual que hoy usamos. Es un amor distinto. Es un amor sacrificial. Es un amor de entrega. Es el mismo amor que hizo que Jesús no considerara su posición de Dios como algo a qué aferrarse, sino que decidió despojarse de sí mismo y tomar forma de siervo. Ser una sierva de tu hogar es el más alto de los llamados. Esa es la mujer que Dios alaba.
Desde nuestro ministerio queremos animarte a continuar sembrando semillas, afilando flechas, a no desfallecer, a no cansarte, ni desanimarte. No te dejes tentar por la pasión de la carne, de los ojos o por la arrogancia de la vida. Tú estás justo en el centro de la voluntad de Dios y esta nos resulta siempre buena, agradable y perfecta cuando hemos transformado nuestro entendimiento a través de las Escrituras.
Para animarte en este llamado queremos invitarte a hacer este reto por los próximos 30 días. Te invitamos a descargarlo e invitar a otras madres que conozcas a hacerlo.
¡Sigue adelante corriendo esta gloriosa carrera!
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